viernes, 2 de febrero de 2007

El dinero privado de las elecciones en EE UU




Luis de Velasco*

La elección presidencial tendrá lugar en noviembre del 2008, pero en el lado demócrata ya hay dos candidatos que han manifestado su decisión de concurrir a las primarias de su partido, paso previo para la nominación del candidato. Se trata del senador afroamericano por Illinois, Barack Obama, casi un recién llegado a la escena política y que pretende aportar precisamente un aire nuevo, y la senadora por Nueva York, Hillary Rodham Clinton, ampliamente conocida y que pretende aportar más de la marca Clinton (sintomáticamente, el apellido Rodham desaparece poco a poco). No serán los únicos candidatos demócratas.

En el lado republicano, si bien no hay todavía candidatos formales, sí hay varios informales, entre ellos y destacadamente, el senador por Arizona McCain, héroe de guerra en Vietnam, y el ex alcalde de Nueva York, Giuliani, definido, no se sabe bien el porqué, como el héroe del 11 de septiembre.

Comienza así una de las luchas presidenciales más abiertas pues, por primera vez desde hace treinta años, ningún candidato es presidente o vicepresidente. Esa lucha se ha iniciado con la batalla no de las ideas sino de algo mucho más decisivo en el sistema electoral, a todos los niveles, del país: el dinero, la financiación privada de las campañas, y no a cargo precisamente de pequeñas contribuciones de millones de electores, sino de las grandes contribuciones de los llamados special interests; es decir, de las grandes corporaciones, grandes fortunas, grupos de presión, patronales, sindicatos, lobbies, etc. Cada vez más, aspecto poco conocido, la democracia americana es cuestión de dinero, del gran dinero que no se entrega a cambio de nada sino que es una letra que se gira con vencimiento definido.

Ya se ha pronosticado que esta elección será la más cara de la historia del país, alcanzando una cifra del orden de los mil millones de dólares. Cuando los candidatos proclaman siempre, como primer paso, que han constituido un “comité exploratorio” para tomar la decisión de si finalmente concurren o no a las primarias de su partido, no se trata de un comité para preparar un programa electoral, sino par obtener de esos grandes financiadores compromisos concretos de fondos.

Los que no consigan, de aquí a fin de este año, obtener unos cien millones de dólares, no tienen absolutamente nada que hacer. Aquí, Hillary Clinton, que tiene ya en el banco catorce millones de dólares y que está considerada y acreditada como una recaudadora magnífica, marca de la casa Clinton, parte con ventaja.

Las perspectivas confirman que esta campaña supondrá la muerte definitiva del anoréxico sistema de financiación pública, al que tanto Bush como Kerry renunciaron en la última elección. La cifra publica que obtendría Hillary Clinton, tanto para la primaria de su partido como para la general, es del orden de ciento cincuenta millones de dólares, a la que ella ha renunciado pues confía en obtener más de quinientos millones.

En la última, Bush obtuvo doscientos setenta millones, y Kerry, cuarenta menos. Desde mediados de los ochenta, los candidatos y los donantes burlaron los límites establecidos, mediante contribuciones sin límite en la llamada soft money. Los nuevos límites establecidos en el 2002 para acabar con esta situación nuevamente se burlan mediante trucos varios, como los comités 527, que no tienen limite.

Todo ello prueba una cosa muy sencilla: la sangre, la vida del sistema es esta financiación, y pretender acabar con ella o limitarla seriamente supondría acabar con el sistema y eso es, obviamente, algo que no se quiere por esos special interests, que son los que mandan. Como manifestó un senador a principios del siglo XX: “Vosotros pagáis nuestras campañas, nosotros ganamos y entonces aprobamos leyes que os benefician y así seguís pagando nuestras campañas, y así sucesivamente”. Tan sencillo como eso. No es extraño que la abstención, que ya supera el cincuenta por ciento en la presidencial y el setenta en las legislativas, vaya en aumento.

* Ex secretario de Estado de Comercio, con el PSOE.

Fotografías de Francisco Poveda www.estrelladigital.es

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