viernes, 3 de octubre de 2008

Crisis globalizada / Daniel Martín

Uno de los grandes ardides de los poderes fácticos que dominan y controlan el cotarro financiero-empresarial al que los ciudadanos del mundo estamos sometidos es haber conseguido que sobre grandes temas económicos sólo puedan pronunciarse una serie de iniciados que -se supone- saben leer las grandes cifras macroeconómicas, interpretar las estadísticas y manejar las subidas y bajadas de las bolsas del mundo entero.

Parece como si esa parte del mundo económico fuese objeto exclusivo de unas logias "monetarias" y los demás fuésemos títeres a merced de los mercados financieros y las grandes multinacionales bancarias y empresariales.

Actualmente, de manera obvia para casi todos -el casi es José Luis Rodríguez Zapatero, obcecado y contumaz ignaro-, vivimos una crisis como nunca se había experimentado porque, creo que afortunadamente, nunca las cosas del dinero fueron tan globales. Eso lo sabe cualquiera porque, a fin de mes, cuesta pagar un café o comprar un periódico.

Incluso es bastante fácil percibir que el número de parados es cada vez mayor. Pero en las altas esferas, las "logiacas", sólo unos números son los que dicen y confirman que la crisis es real. Hay una gran separación entre las realidades cotidiana y macroeconómica. Y esta última resulta a menudo ininteligible.

George Bush, a mi entender el peor presidente de la historia del imperio estadounidense, y su equipo de asesores han ideado un plan de rescate de los grandes bancos y empresas de la plutotimocracia occidental. Hasta ahora el Congreso de Estados Unidos ha frenado este plan porque, entre otras cosas, no está claro que vaya a beneficiar o no a sus representados, porque allí ser congresista sí que tiene reflejo en la sociedad electoral, no como en muchos países europeos.

Como dice Coucheau, el plan del presidente americano parece más destinado a salvaguardar el Imperio que a atajar la crisis a nivel digamos que usuario. Con esa salvajada de miles de millones de dólares muchas entidades financieras y empresariales respirarán tranquilas. Pero eso no significa que la gente vaya a poder hacer frente a sus deudas.

Quizás por eso en Europa muchos aguantan la respiración, porque si USA cae no sabremos hasta dentro de unos años quién se pondrá al frente del mercado universal. ¿China, India, Asia entera? Lo que sí parece claro es que el centro de la Tierra cada vez queda más lejos del Mediterráneo.

Pero, suponiendo que el plan Bush sirviera para que la sociedad sufriese menos, el gran problema de fondo continuaría siendo el mismo. Actualmente el mundo está en crisis por la -sirva el calambur- "descapitalización" del capital social de las empresas. Actualmente un empresario (?) domina un consejo de administración sin necesidad de ser el dueño de la empresa. Ya no hay Fords, Rockefellers, Carnegies, Vanderlbilts que sueñen con el futuro de sus iniciativas y de la gran familia de trabajadores a su cargo.

Con las acciones y los mercados bursátiles globalizados, nunca se sabe muy bien quién es el auténtico dueño de cada empresa -no hay cabezas visibles- e incluso se puede dar el absurdo de que un obrero haga huelga contra una empresa de la que tiene, sin saberlo, acciones a través de un fondo de inversión.

Dice la izquierda estadista y antiliberal que esta crisis demuestra el fracaso del sistema capitalista. Después de todo, Bush quiere que el dinero público salve las pérdidas de entidades privadas, algo que en Estados Unidos parecía poco más que una quimera. Pero hasta Obama y McCain se han puesto de acuerdo en la pertinencia de esta medida de urgencia.

Sin embargo, el gran fracaso de la economía neoliberal ha sido descabezar las empresas, perseguir el beneficio rápido y gigante aun a costa de la sostenibilidad de la propia sociedad anónima y el total desprecio por el sentido común y, sobre todo, por un mínimo código ético que regule cada una de las decisiones empresariales. Cuando se descabeza algo, esto se queda sin cerebro, y así no hay moral que exista y frene las decisiones temerarias.

Durante décadas, las escuelas de negocios han ido pariendo unos sujetos implacables cuyas principales aspiraciones son hacer currículum y dinero lo más rápido posible. Si eso significa acabar con una empresa y dejar sin trabajo a muchos trabajadores, no importa mientras se cobre una buena indemnización y el siguiente trabajo para otra empresa también descabezada esté suculentamente remunerado. Grandes y amorales expertos en satisfacer accionistas a corto plazo.

Con esta crisis lo que se acaba es una manera fría y exclusivamente dineraria de entender el mercado. El liberalismo necesita de mentes humanas que persigan el beneficio de todos y a todos los niveles. Lo que me temo es que, a partir de ahora, serán los Estados los que heredarán la Tierra. Y con los sistemas educativos imperantes, la sociedad se quedará sin libertad, espíritu crítico y hasta sin un mínimo de humanidad.

www.estrelladigital.es

1 comentario:

Anónimo dijo...

Salvemos a los “banksters”

Después de las salvajes intrusiones de los Ejércitos de la URSS en Praga y en Budapest, los comunistas de toda Europa decían “Es que en Rusia nunca ha habido auténtico comunismo”· Ni en China ni en Cuba ni en Polonia ni en Hungría ni Alemania del Este, ni en los antiguos países miembros de la URSS.

Con el mismo cinismo, los neoliberales sostienen ahora que en el sistema financiero capitalista no ha imperado el libre mercado porque existe “una profusa intervención por los Bancos Centrales y otras agencias regulatorias”. “No existiría hoy una crisis financiera de tal magnitud si la Reserva Federal no hubiera mantenido los tipos de interés tan bajos”, escribe el economista liberal, J.L.Feito.

¿Les habrá parecido pequeña la catástrofe que han montado las entidades financieras con sus especulaciones salvajes, el uso de paraísos fiscales y su exigencia de una desregularización e intervención del Estado para seguir amasando fortunas inconmensurables?

Ningunearon a los Estados, considerando a sus legítimos gobernantes como meros ejecutores de las políticas financieras y económicas decididas en cavernas tan poco representativas como el G8 y Rusia, y por lobbies de intereses que no reconocen ni soberanía, ni fronteras ni límites. Se han autodestruido por su propia voracidad y pretenden privatizar los beneficios y socializar las pérdidas.

“Allá van leyes do quieren reyes”, se decía de los monarcas absolutistas. Hoy los poderes tiránicos no tienen patria ni admiten responsabilidad porque se han adueñado del sistema financiero transnacional. Ignoraron Derechos Humanos, Leyes Fundamentales y Tratados Internacionales actuando bajo la ley del más fuerte, del beneficio económico a cualquier precio y haciendo del hambre y de las guerras armas de destrucción masiva. Han especulado con guerras inventadas e invasiones de países para apoderarse de sus recursos naturales, de su fuerza de trabajo y de la imposición de condiciones inhumanas.

En los bancos del mundo libre y en paraísos fiscales se han blanqueado miles de millones del dinero del narcotráfico, de la venta de armas y del mundo criminal. Han mantenido la opacidad de cuentas bancarias que defraudaban a las Haciendas nacionales y alteraban los precios de las cosas: desde los hidrocarburos a los alimentos, desde la construcción inmobiliaria a los medicamentos, desde la contaminación del medio ambiente con sus industrias participadas y los perversos fondos especulativos.

Ahora exigen que el Estado intervenga en ayuda de estos delincuentes (banqueros gánsters) inyectando fondos astronómicos a cuenta de los contribuyentes. No importa que pongan en peligro los fondos de pensiones, los programas sociales imprescindibles, la educación y la sanidad gratuitas y para todos, la vivienda asequible, la legítima ayuda a las personas dependientes y la creación de puestos de trabajo.

Habían excomulgado a quienes defendían políticas sociales justas y solidarias. Descalificaron a quienes proponían medidas conquistadas socialmente para garantizar el Estado de Bienestar para todos.

Lo expone I. Ramonet: El desplome de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín. Hemos llegado al final del proceso abierto en 1981 con la fómula de Margaret Thatcher “Más mercado, menos Estado.Ya no hay sociedad, sólo individuo”. Ahora para salvar a los “banksters” (banquero ganster) pretenden implantar un socialismo para los ricos y capitalismo salvaje para los pobres.

En EEUU, el Senado ha aprobado un Plan de Rescate en espera de que lo haga el Congreso, mientras la Unión Europea permanece en una inoperancia escandalosa. China, India, los Emiratos del Golfo y Rusia observan.

No olvidemos que algunos de estos países tienen fondos soberanos suficientes para controlar la economía de los países democráticos y desarrollados.

¿Dónde están los auténticos hombres de Estado?, se pregunta el periodista I. Gabilondo. Del crack del 29 surgieron Roosevelt y Hitler, radicalmente diferentes, pero nacidos de la angustia de sus sociedades. Descubriremos liderazgos mundiales en personalidades de China, India o Brasil. Por el momento, el mundo viaja sin rumbo en un avión sin piloto y deposita su esperanza en que, el 4 de noviembre, emerja un nuevo Presidente que como, Franklin D. Roosevelt en 1930, lance un nuevo desafío basado en un neokeynesianismo que confirmará el retorno del Estado en la esfera económica. ¿Dónde están los Roosvelt, Schuman, De Gasperi, Churchill, Adenauer, De Gaulle, Dhen Xiao Ping, Kennedy, Nheru, Mandela que devuelvan la confianza a los pueblos?

La etapa más salvaje e irracional del neoliberalismo habrá sido sustituida por otro modelo de sociedad más justo y solidario.