jueves, 16 de octubre de 2008

El primer obispo de Alicante eligió sepultura en la concatedral de San Nicolás por ser punto equidistante y de convergencia de la Diócesis

ALICANTE.- Pablo Barrachina y Estevan, primer obispo de Alicante, eligió sepultura en la nave central de la iglesia de San Nicolás, justo delante del altar mayor, por ser hoy este templo de la capital centro de convergencia de toda la provincia en el 50 aniversario de su conversión de colegiata en concatedral, y para así poder ser intercesor de su feligresía desde este punto equidistante.

También llegó a barajar Barrachina la posiblidad de ser enterrado en Jérica, donde fue bautizado, y Orihuela, por haber sido titular de su Iglesia, pero finalmente prevalecieron en él esas razones de cercanía a más población y a muchos más sitios de la Diócesis.

Así lo reveló esta tarde el actual obispo de Orihuela, Rafael Palmero, durante el rito de inhumación del cadáver de su antecesor, en un acto solemne y sencillo a un tiempo, casi íntimo, en el que sus sacerdotes en poco menos de media hora procedieron al acto de caridad que suponía darle sepultura a sus restos mortales.

La única autoridad civil presente en este ritual ha sido la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, junto a buen puñado de sacerdotes, feligreses y alguna religiosa de la orden de Jesús-María, aunque también estaba representado el Cabildo Superior de Cofradías y la familia del difunto a través de unas sobrinas.

Iniciada a la puerta de San Nicolás la procesión fúnebre a la llegada de los restos de don Pablo desde la catedral del Salvador, en Orihuela a las 17,30, entraron primero los vicarios y canónigos, junto a los sacerdotes más antiguos de la Diócesis. Justo delante del féretro, el obispo Palmero y los dos sucesores anteriores de Barrachina, el hoy cardenal emérito de Toledo, don Francisco Álvarez, y el obispo emérito de Orihuela-Alicante, don Victorio Oliver.

Después de las oraciones y cánticos habituales en una despedida tan egregia, monseñor Palmero procedió a asperjar con agua bendita y a inciensar el sepulcro donde se iba a depositar el féretro con los restos mortales de don Pablo. Aunque antes de sellar la cripta, su actual secretario, le retiró el anillo de obispo y su cruz pectoral, cuyo destino también será el que diga el testamento. Por contra, no se le ha retirado la mitra.

Poco después el sacerdote castellonense Pablo Barrachina se convertía así en el primer obispo de la Diócesis en ser enterrado dentro de esta antigua colegiata elevada al rango de concatedral en el año 1958, "por una gracia especial del Vaticano", según ha revelado también monseñor Palmero.

Misa exequial en Orihuela

La Catedral de Orihuela acogió al mediodía de hoy la misa exequial por el alma del obispo emérito de la Diócesis de Orihuela-Alicante Pablo Barrachina y Estevan, que dirigió la Diócesis durante 35 años, fallecido el día 13 y que por la tarde iba a ser enterrado en la Concatedral de San Nicolás de Alicante, en cumplimiento de su última voluntad.

En su despedida le han acompañado cientos de personas entre autoridades, sacerdotes, comunidades de religiosas, familiares y fieles.

La misa exequial daba comienzo a las 12,00 horas en la Catedral de Orihuela donde el cuerpo del obispo fallecido llegó el miércoles para la oración de los fieles. La ceremonia ha sido presidida por el Cardenal Arzobispo de Valencia, D. Agustín García-Gasco Vicente, acompañado entre otros por el obispo de Orihuela-Alicante, Monseñor Rafael Palmero, el cardenal D. Francisco Álvarez, los obispos D. Victorio Oliver, D. Francisco Cases y D. Jesús García Burillo.

También se ha contado con la presencia de los obispos de Castellón, Cartagena y Albacete, y los obispos auxiliares de Valencia, D. Esteban Escudero y D. Enrique Benavent.

Entre las autoridades políticas ha destacado la presencia del presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, el delegado del Consell en Alicante, José Marín y la alcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente.

En su homilía de esta mañana en la Catedral de Orihuela, el obispo de Orihuela-Alicante, monseñor Rafael Palmero, ha destacado la fructífera trayectoria de don Pablo Barrachina.

Según sus palabras “ayudar, no dominar, ha sido el leitmotiv de caridad fraterna y solícita que este sacerdote, natural de Jérica, en Castellón, trasplantado como Obispo a Orihuela-Alicante, donde pronto echó raíces, ha prestado a nuestros mayores y sigue ofreciendo a quienes somos herederos hoy de una fortuna grande”.

Monseñor Palmero Ramos ha destacado también unas palabras que el obispo fallecido dejaba escritas en su testamento “Al llegar el Día, más grande para mí, de entregar mi alma al Creador, del definitivo nacimiento a la Vida, no me espanta el miedo, ni me oprime el temor sino que espero el perdón y la misericordia de mi Buen Dios. Porque el Señor fue Quien, desde hace decenios, puso en mi corazón ansias y hambre de la Plenitud de su Amor, y es Él el que ahora me está esperando a la otra orilla por su gracia, que no por mis méritos”.

El obispo diocesano ha concluido la homilía leyendo el Mensaje que el Papa Benedicto XVI ha enviado para la ocasión.

El funeral ha finalizado con las palabras de agradecimiento del Presidente del Cabildo de la Catedral de Orihuela, D. Ginés Ródenas.

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