domingo, 15 de marzo de 2009

Se disipan los recelos a las fusiones interregionales de cajas / Santiago Carbó

Es claramente perceptible estos días en los medios de comunicación y en los corrillos bancarios que los posibles procesos de integración entre entidades financieras se están planteando cada vez con más intensidad en España. La experiencia histórica ha mostrado que tras las crisis financieras se ha producido una tendencia generalizada hacia la consolidación bancaria. Sin embargo, el vínculo entre crisis y fusiones no es tan simple.

Las crisis a menudo conllevan cambios regulatorios y nuevos retos competitivos y estas transformaciones a los que en muchos casos responden los proyectos de fusión. También es cierto que la inestabilidad financiera puede poner en dificultades a algunas entidades bancarias y que las fusiones pueden ser una solución, en determinados casos, para solventar problemas de capitalización o, en general, de viabilidad financiera.

Hasta qué punto son o no convenientes las fusiones y en qué medida pueden paliar los efectos de las crisis es una cuestión compleja de responder. Tal vez la respuesta más simple, a la vez que menos concluyente, es que depende de cada caso. Esto no implica que no puedan extraerse conclusiones generales sobre la conveniencia o no de las fusiones y adquisiciones bancarias. La teoría económica sugiere que en las fusiones se confrontan dos tendencias que determinan su impacto en el bienestar social.

Por un lado, las entidades que proponen las fusiones suelen argumentar que se producirán importantes ganancias de eficiencia y que la mayor dimensión de la entidad resultante favorecerá su capacidad de reacción frente a entornos adversos. Por otro lado, sin embargo, las autoridades de la competencia y el supervisor tratarán de analizar hasta qué punto estas fusiones pueden reducir la competencia en el sector.

En tiempos de crisis, sin embargo, los argumentos relacionados con aumentos o disminuciones de la competencia pierden fuerza, y la preocupación se centra en la estabilidad financiera.

La experiencia histórica de las tres últimas décadas en España resulta, a este respecto, tranquilizadora, en la medida en que la mayor parte de los procesos de reestructuración se han realizado de forma ordenada y el sector bancario español ha logrado, con el tiempo, situarse como uno de los más sólidos del mundo.

A día de hoy parece que, de nuevo, en España se afronta una reordenación del mapa bancario y aunque son muchos los rumores, es imposible saber con certeza cuál será el alance final de estas transformaciones. Algunas cuestiones básicas pueden resultar de interés para trazar la hoja de ruta de cualquier proceso de integración en tiempos tan convulsos como los actuales.

En cuanto a la dimensión, hay quien pudiera pensar que el pescado pequeño es el más fácil de pescar pero tanto la experiencia histórica como la realidad actual del sector bancario sugieren que en los procesos de integración, las entidades llamadas "objetivo" pueden ser de cualquier tamaño y que muchas veces la fusión es sólo una opción.

Las entidades con elevados niveles de solvencia (aunque no sean excesivamente grandes) y con una base de clientes sólida pueden plantearse otros escenarios estratégicos para adaptarse a nuevas y más duras realidades competitivas, entre otros el de seguir caminando solas.

No obstante, si la opción de las fusiones es las que en los próximos meses adoptan muchas entidades estas serán, desde su propia iniciativa estratégica las que deban trazar las hojas de ruta para la integración, sin precipitaciones, tal y como se está haciendo afortunadamente hasta la fecha. Lo importante es que el proceso de reestructuración, siempre que las circunstancias lo permitan, se lleve por cauces de tranquilidad. No siempre es posible esa tranquilidad pero es aconsejable buscarla.

En determinados escenarios el consejo es, "sin prisa pero sin pausa". En el escenario alternativo, un número determinado de instituciones pueden optar por seguir su propio camino individualmente o por alianzas estratégicas que les permitan sumar capacidades sin perder su identidad corporativa y/o su marca.

En algunos casos se propone cooperar, con diferentes niveles de integración y fórmulas jurídicas, para afrontar aumentos de recursos propios -más necesarios hoy en día que nunca- haciendo frente común, ya que es más fácil (y menos costoso) generar recursos extraordinarios de capital con una dimensión más elevada.

Estas diferentes posibilidades de integración bancaria se dejan notar con intensidad en el sector de cajas de ahorros, donde los recelos respecto a la posibilidad de fusiones interregionales parecen disiparse progresivamente y se están poniendo todas las opciones sobre la mesa, sin dramatismos ni precipitaciones.

En cualquier caso, lo que es totalmente necesario ser dinámicos y reflexionar, interpretando las diferentes alternativas tanto en un escenario de corto plazo -en clave de crisis- como en una perspectiva más amplia, la del entorno competitivo pos-crisis.

En todas estas alternativas, debe medirse la capacidad de las entidades bancarias españolas para afrontar las llamadas "situaciones de estrés" de un entorno más adverso de lo esperado, como ha sugerido el propio gobernador del Banco de España. Las claves son, por lo tanto, profesionalidad y previsión. Con todo ello, puede que podamos evitar traumas y salir, una vez más, fortalecidos como uno de los más sectores bancarios más reputados del mundo.

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