martes, 25 de mayo de 2010

La CAM halla novio en el norte /Jordi Cuenca

Tras varias semanas de vértigo y a punto de sonar la campana del Banco de España, Caja Mediterráneo (CAM) ha conseguido una alianza que, en apariencia, aleja los principales peligros que acechaban a la entidad. Como pedía la sociedad alicantina, no se fusionará con Bancaja.

También da la espalda a la operación mejor vista por el supervisor, la unión con Caja Madrid, que habría supuesto, más pronto o más tarde, su absorción. Además, consigue, en el plazo límite marcado por la institución gobernada por Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que concluía hoy, formar parte de una sociedad que le permitirá mejorar en capitalización -los activos totales superan los 135.000 millones- y en solvencia, la que aportará, principalmente, Cajastur.

Por contra, pese a duplicar en tamaño a la entidad asturiana, la CAM va a tener el mismo peso (un 40%) que esta última en el consejo que surgirá del SIP y, también muy relevante, el consejero delegado de la entidad será el presidente de Cajastur, Manuel Meléndez, quien, así, se convertirá en el principal gestor del nuevo grupo.

Pese a que los resultados de la CAM y sus ratios eran mejores que los de otras muchas entidades, la caja alicantina, una de las más activas en el sector inmobiliario -origen en buena medida de esta crisis- y la única que había emitido cuotas participativas, estaba en el punto de mira del Banco de España desde hace meses.

El supervisor apostaba por una radical reordenación del sistema financiero y había diseñado una fusión entre Caja Madrid, la CAM y Caixa Galicia, que contaba con el apoyo del PP nacional y del Gobierno. La entidad gallega, por voluntad del presidente de esa autonomía, Alberto Núñez Feijóo, se descolgó para al final unirse a Caixanova.

En noviembre del año pasado, parecía inminente un SIP (Sistema Institucional de Protección, también denominado fusión virtual porque se suman los balances pero se mantienen la marca, los órganos de gobierno y la naturaleza jurídica de los socios) entre las cajas alicantina y madrileña.

Fue entonces cuando el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, llamó a capítulo a los máximos responsables de la CAM, Modesto Crespo, y Bancaja, José Luis Olivas, para decirles que no permitiría la pérdida de una sede financiera y para pedirles que encargaran un informe a una consultora independiente que evaluara la viabilidad de una fusión entre las dos grandes entidades valencianas.

Fue el último intento. El documento confirmó que los costes de la operación serían tan elevados que ni vendiendo Bancaja sus participadas, como el 38% del Banco de Valencia o el 6% de Iberdrola, sería viable. Con esos números y el rechazo alicantino, sólo una decisión política podía relanzar el proyecto, pero la debilidad del Consell por el caso Gürtel era una losa descomunal, como se ha visto.

Aún así se hizo un último y de nuevo fallido intento hace dos semanas, cuando una desesperada CAM fracasó en sus negociaciones con Cajamurcia. Es conocido que todas las cajas -tal vez con la excepción de La Caixa- llevan meses hablando con todas las demás y en especial aquéllas que fueron señaladas por el Banco de España. Como la CAM. De ahí que Bancaja, con vía libre para seguir sola, apueste por esperar a la segunda oleada de fusiones, que prevé para dentro de dos años.

Negociaciones

La entidad alicantina ha cometido el grave error de estar, como quien dice, negociando en la plaza pública, lo que la ha puesto en una situación de extrema debilidad ante posibles socios. Todos aquellos a los que se ha acercado porque tenían unos mejores números, han sido muy exigentes, pese a tener un tamaño en ocasiones tres veces inferior.

Como apuntan fuentes financieras, parece lógico que piensen que si son ellos los que han de solucionarle los problemas también han de ser quienes tengan la sartén por el mango. Sucedió con Cajamurcia, que logró grandes ventajas y con la que rompió cuando su presidente, Carlos Egea, exigió ser el ejecutivo principal durante cinco años. Inaceptable.

Con la vizcaína BBK, que ayer dio por rotas las negociaciones, ha sucedido algo parecido en los últimos días. Exigió la mayoría en el banco que crearían con su SIP. También inaceptable.

Con Cajastur, que está en proceso de digestión de la intervenida Caja Castilla-La Mancha, sí ha habido acuerdo, pero también ventajoso para la entidad del norte. El ultimátum del Banco de España a la CAM concluía hoy, aunque también es cierto que en este caso han entrado otras dos cajas (Cantabria y Extemadura), lo que permitirá alianzas en la toma de decisiones.

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