miércoles, 23 de febrero de 2011

El TPI eleva a 10.000 el número de fallecidos por las revueltas en Libia


LA HAYA.- Unas 10.000 personas han muerto y 50.000 han resultado heridas desde el inicio de las revueltas opositoras en Libia, según un nuevo balance transmitido a la cadena Al Arabiya por fuentes del Tribunal Penal Internacional (TPI).

   Pese a que el régimen de Muamar Gadafi sólo ha confirmado el fallecimiento de unas 300 personas, otras fuentes como organizaciones humanitarias multiplican estas cifras. La Federación Internacional de Derechos Humanos ha situado en 640 el número de fallecidos desde el pasado 14 de febrero, informa Al Arabiya en su Twitter.
   El ministro italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, ha calificado este miércoles de "verosímil" la estimación de mil muertos durante las manifestaciones contra el líder libio.
   Por su parte, el médico francés Gérard Buffet, que trabaja en la atención a los heridos en la ciudad de Benghazi, ha declarado a 'Le Point' que sólo en esta localidad habrían fallecido "más de 2.000 personas". 
El médico, que considera "imposible" saber el número exacto de víctimas a causa de la represión de las fuerzas militares y de seguridad, ha relatado que lo que se vive estos días en Benghazi es una auténtica "carnicería".
Saif Al Islam, hijo del mandatario libio, Muamar Gadafi, ha asegurado este miércoles que la vida en Libia está transcurriendo con normalidad, con los puertos, aeropuertos y escuelas "abiertos", aunque con "problemas" en las regiones del este del país magrebí. 
   "La vida está normal. Los puertos, escuelas y aeropuertos están abiertos. Los problemas residen en las regiones orientales", ha dicho el hijo del mandatario en declaraciones a la televisión estatal durante una visita a sus instalaciones. "La vida es normal", ha añadido, antes de hacer un llamamiento a los "hermanos" libios para que se unan a "la batalla nacional".
Miles de personas están celebrando, sin embargo, en las calles de Benghazi que la ciudad ya no está sometida al control del régimen que lidera Muamar Gadafi. Los manifestantes han lanzado fuegos artificiales y han expresado su condena al mandatario libio.
   Los rebeldes y sus seguidores han abarrotado las calles de esta ciudad oriental, epicentro de las manifestaciones antigubernamentales, portando banderas de la época anterior a Gadafi y repartiendo zumos y snacks a los vehículos que pasaban por la zona, que han hecho sonar sus bocinas.
   Ante edificios carbonizados por la violencia de los últimos días, un hombre ha exhibido una fotografía de Gadafi con el cuerpo de un cerdo mientras pasaban camiones llenos de entusiasmados detractores del mandatario libio por las calles.
   "Ben Alí, Hosni, Muamar", se puede leer en un grafiti pintado en un cartel de la ciudad de Benghazi, en referencia a los dos presidentes depuestos por las protestas en Túnez y Egipto.
   El director del centro de salud de Benghazi, Hossam Ibrahim Sherif, ha asegurado que, desde el inicio de las protestas que reclaman la renuncia de Gadafi, han muerto unas 320 personas por la represión de las autoridades.
   Los manifestantes anti-Gadafi se han congregado ante el juzgado de la localidad, situado junto a un edificio de seguridad que fue incendiado la semana pasada en este bastión de los detractores del mandatario libio que durante años ha rivalizado con la capital.
   Tras una semana de violencia que ha conseguido acabar con el control gubernamental, este elegante puerto mediterráneo, que tiene una población de unas 700.000 personas, ha comenzado a autogestionarse por medio de comités populares.
   En la prisión de las afueras de la ciudad, incendiada y con las puertas y las ventanas destrozadas, todavía se puede observar un grafiti con el siguiente mensaje: "No a la destrucción, sí a la libertad".
   La ciudad está recibiendo suministros tras varios días de violencia. Varios camiones cargados con mercancías catalogadas como donaciones se dirigen al centro urbano. Los residentes han exhibido fotografías de los familiares que fueron asesinados en la masacre de 1996 en la prisión de Abú Salim, en la que murieron unos 1.000 personas, muchos de ellos de Benghazi. "Todos ellos eran mis hermanos", ha explicado Abdulá Hamed, un ingeniero de 41 años de edad.
   Un abogado de esta ciudad oriental libia ha explicado que un comité de seguridad formado por civiles arrestó el pasado lunes a 36 "mercenarios", procedentes de Chad, Níger y Sudán y contratados por el régimen de Gadafi para combatir en la ciudad.
   Por su parte, la cadena británica de televisión Sky News ha mostrado un vídeo con misiles antiaéreos en lo que parece ser una base abandonada cerca de la ciudad de Tobruk.
   Los libios que habitan en zonas de pastoreo en la carretera al este de la localidad de Al Marj ya han retomado su actividad. Este área apenas se ha visto afectada por la revolución que ha asolado el país y que Gadafi se ha comprometido a suprimir.
   "No ha habido efecto aquí. Ha sido todo en ciudades como Benghazi y Tobruk", ha explicado un trabajador de la estación de servicio en Al Jarouba, una localidad entre Tobruk y Benghazi, próxima a la zona libia del desierto del Sáhara.
   En Benghazi, varios minibuses con trabajadores egipcios y sirios han salido de la ciudad, si bien los operarios han asegurado que no huyen de la violencia sino que regresan a sus hogares porque ahora no hay trabajo. "Benghazi está bien... No hay peligro ahora", ha dicho Farhan Abou Mogthab, un trabajador sirio de 40 años de edad
   En Tobruk, varios militares, que aún visten uniforme aunque ya no son leales a Gadafi, han asegurado que esta localidad ya no está sometida al régimen libio.
Precisamente, un avión de la fuerza aérea libia se ha estrellado cerca de Benghazi, en el este de Libia, después de que su tripulación se negara a obedecer la orden de bombardear la ciudad y decidiera saltar con paracaídas del aparato, según informó el diario local 'Quryna'.  
  Un militar, con rango de coronel, informó al diario desde una base aérea próxima a Benghazi que el capitán Attia Abdel Salem al Abdali y su adjunto, Alí Omar Gaddafi, saltaron en paracaídas desde el aparato, un Sukhoi-22 de fabricación rusa, y consiguieron tomar tierra.

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