Desde los comienzos democráticos he seguido, como
profesional, las ruedas de prensa y entrevistas a los que han sido
líderes políticos de la nación. He visto como los periodistas
entrevistaban a los líderes de la UCD. Como algunos trataban, con sus
preguntas, de pillar a Adolfo Suárez. En general con buen talante y
camaradería incluso cómplice. Estuve en la presentación de Alianza
Popular, en el Hotel Mindanao, con los siete magníficos, observando,
también sacando de quicio, a un Fraga arrasador que se atropellaba
echando en cara a los numerosos periodistas presentes que gracias a él
existía el carné de prensa...
Paralelamente
asistí a un sin fin de entrevistas al entonces portavoz del grupo de la
oposición, Felipe González. Siempre se limitaban a tomar nota de las
críticas de 'Isidoro' a la política de Suárez, y apenas alguna pregunta
incómoda al que se vislumbraba como futuro presidente del gobierno, ya
que se conocían las maniobras del Borbón para que Adolfo dejara el
cargo. Cuando el pesoe llegó al poder, lo he publicado mil veces, los
periodistas babeaban. Como volvieron a babear con la llegada de
Rodríguez Zapatero.
La
entrevista que le hicieron a Pablo Iglesias, si, ese Iglesias que puede
dar la sorpresa de sentarse en La Moncloa muy pronto, el viernes por la
noche, en el Canal 24H, víspera del puente de diciembre, será de
antología. Al conductor del programa, Sergio Martín, se le veía serio,
tenso. Dijo haber estado toda la semana estudiando el programa económico
de Podemos. Hizo lo que pudo, parece que aleccionado, para sacar las
contradicciones o puntos dudosos del programa. Se dio de bruces con un
Pablo seguro, que respondió con argumentos muy lógicos y que calaban en
una población maltratada por el paro y la pobreza. Recalcó varias veces
que no era de recibo que el gasto lo soportaran los asalariados mientras
que los ricos apenas contribuían con sus privilegios fiscales...
A
los periodistas Graciano Palomo y Alfonso Rojo se les notaba demasiado
su aversión por el personaje que tenían enfrente y trataron de
magnificar la ideología del entrevistado, que les respondió
adecuadamente con argumentos que dejaban claro que su partido haría lo
posible sin ceñirse a ideologías bolivarianas ya que no tenía sentido
aplicarlas en un país de la órbita europea. Trataron de llevar a lo
personal algunos episodios que al final resultaron bochornosos para los
propios tertulianos.
La
conclusión era muy evidente. Había instrucciones de atacar, machacar a
Pablo Iglesias. Y se notaban los nervios y talante tanto del director
del programa como de algunos de los tertulianos, empeñados en menoscabar
la credibilidad de este joven político que la corrupción, que anega a
pepé y pesoe, le regala miles y miles de votos a diario. La entrevista
se realizó en un ambiente seco, tenso, con caras largas de los
tertulianos a los que habitualmente vemos sonreír todos los viernes...
Vamos, como si todos hubieran sido advertidos previamente... Una pena.
Se les ha visto el plumero. Esta vez ha sido muy evidente.