NUEVA YORK.- Atrás quedan los años en los que los estadounidenses miraban a su bolsillo y con el dólar fuerte veían una oportunidad de oro para comprar una vivienda en la Toscana italiana, la Provenza francesa o en el litoral levantino español. Ahora son los europeos los que tienen las gangas al alcance de la mano para lanzarse a la compra de ladrillo en Estados Unidos gracias a la debilidad del billete verde y al impacto de la crisis inmobiliaria en el precio de las propiedades residenciales. Y a los actores del sector les gusta todo esto, y esperan que sirva para dar un impulso y sacarles de la crisis, según "El País".
A los alemanes y británicos con dinero les encanta Florida y California. Aunque como señala Susan Wachter, profesora de la escuela de negocios de Wharton, en la Universidad de Pensilvania, lo que en realidad están buscando es "el precio justo". "La combinación de una caída del dólar y del precio de la vivienda les está ayudando a comprar a precios de saldo", añade. No hay datos oficiales aún sobre cómo la debilidad del dólar, o la fortaleza del euro, está afectando al débil sector de la vivienda en Estados Unidos. Pero lo que está claro es que un comprador europeo necesita en torno a 34.000 euros para abonar la entrada de 50.000 dólares.
Lo que parece claro, a partir de lo que comentan los analistas de esta industria y los agentes inmobiliarios, es que muchos europeos y asiáticos están viendo Estados Unidos como un lugar para invertir en una segunda vivienda. "Es gente que quiere una casa para pasar las vacaciones o porque ya tienen negocios en Estados Unidos", explica la profesora, que dice que el momento es ideal para saltar el charco. "Suelen ser inversores con muchos recursos, que compran casas caras en Miami o apartamentos lujosos en grandes ciudades como Nueva York, San Francisco o Los Ángeles", añade.
Como explica Mark Vitner, del banco Wachovia, hay muchos compradores extranjeros esperando a invertir en Estados Unidos. Y a los vendedores les gustan más las viviendas que los locales comerciales, porque pagan en contante y sonante, y no deben pasar por el escrutinio que aplican los bancos a la hora de verificar su crédito. Aunque algunos intermediarios hipotecarios también están detectando ya movimientos de compradores potenciales desde el extranjero, interesados en meterse en el mercado de los créditos hipotecarios, más clarificado ahora después que reventaran las hipotecas basura.
Vitner no cree, sin embargo, que esto sea la panacea y que sean suficientes como para salvar el mercado inmobiliario estadounidense de la profunda crisis por la que atraviesa desde el verano de 2006. "Lo que está pasando es que muchos propietarios extranjeros vendieron ya un año antes, para sacar tajada a sus inversiones antes del colapso. Y ahora están volviendo otra vez, sobre todo a zonas como Florida", señala. El precio medio de la vivienda en Estados Unidos ha venido cayendo durante todos los meses de este año.
Wall Street no ve al dólar recuperándose en el corto plazo. "Los precios bajan, y sus monedas suben. Es el momento ideal", remacha Vitner. Jeffrey Schwartz, de Prologyc, dice que no habrá consecuencias positivas más allá de las residencias para vacaciones, aunque habla de "un interés renovado en el exterior por hacerse con activos en Estados Unidos" gracias a la debilidad del dólar. Ambos explican, además, que hay mucho dinero esperando a ser invertido cuando los precios hayan tocado fondo y aprovechar el tirón del repunte.
Éste podría ser el caso de Nueva York. La ciudad de los rascacielos es un oasis en medio de la crisis que azota al resto del país. Los últimos datos del Real State Board of New York revelan que el precio medio de una residencia es ya de 782.000 dólares, lo que representa un incremento del 20% respecto a 2006. En la isla de Manhattan esa cifra sube hasta los 1,3 millones, equivalente a pagar 1.176 dólares por pie cuadrado (unos 12.580 dólares el metro cuadrado).
El motivo principal es que este mercado no se ve sometido a la presión de las hipotecas subprime, como está sucediendo en Los Ángeles, San Francisco, Chicago o Detroit. Las comunidades de vecinos no aceptan este tipo de préstamos. El otro factor, según explican los agentes inmobiliarios, es la debilidad del dólar. A lo que se le suma por último la vuelta de muchas familias a la ciudad, por los servicios, la mejora de la seguridad y la superación del impacto psicológico de los eventos del 11-S.
Pero hay un factor de preocupación entre los actores del negocio del ladrillo. Las recientes turbulencias en el mercado de crédito pueden pasar factura a los empleados de la banca de inversión, que este año podrían no recibir sus bonos de gratificación a final de año. Y es que muchas decisiones de compra de vivienda en Nueva York se apoyan en este premio, que nutre a la economía de la ciudad. Por no hablar de lo que podría suceder en caso de que esos bancos procedan a acometer despidos. "Entonces, los precios podrían dar un vuelco", como anticipa Gregory Heym, de Halstead.- (PRISA)
(Condominio en Miami)
No hay comentarios:
Publicar un comentario