jueves, 13 de marzo de 2008

El tercer tropiezo de Bono / Pablo Sebastián

Resulta tan apasionante y divertido lo de la crisis del PP, la cual dista mucho de estar cerrada, que, por un momento, nos hemos olvidado de la victoria del PSOE. Ésta, como todo, tiene su lado oscuro porque, como ya es de todos conocido, Zapatero, como el caballo de Atila, no deja crecer la hierba por donde pasa. Ahí está la crisis de sus socios de ERC con Puigcercós y Carod-Rovira a bastonazos y poniendo en peligro la coalición de la Generalitat. Y por ahí deambula como un fantasma —harto de razón— Josu Jon Imaz, o el muerto vivo de Pasqual Maragall, y qué podemos decir del pobre de Gaspar Llamazares y de la crisis de IU. O del confuso Montilla, que ya no sabe qué hacer con ERC, CiU y el PSC, desde donde se lanzan avisos en contra de la presencia de José Bono en la presidencia del Congreso de los Diputados, al tiempo que el ministro Rubalcaba va dejando caer, como un lamento, que está cansado de la política, o más bien decepcionado porque, a pesar de sus méritos en la legislatura, Zapatero no le ofreció la vicepresidencia primera del Gobierno, que permanece en manos de María Teresa F. de la Vega, por más que la señora no cosechó, en Valencia, el resultado que ella esperaba.

De momento, Pedro Solbes ha comenzado a levantarle las faldas a la crisis de la economía, que viene mucho más peluda de lo que se decía y que, antes de lo que el Gobierno se imagina, será objeto del primer enfrentamiento en el Parlamento y a cara de perro con la oposición. Rajoy y Pizarro ya están afilando los argumentos y, a nada que salten nuevos datos del paro y de la inflación, vamos a ver una sesión de investidura de Zapatero mucho más caliente de los que algunos imaginaban.

Sobre todo si el baile de las parejas, o los pactos de investidura, del PSOE con los nacionalistas entra en colisión con cuestiones tan candentes como son los cantos al nuevo Kosovo que en los últimos días partieron del PNV y ERC, partidos donde se mantiene el referéndum ilegal de Ibarretxe, y el anhelado de Carod. Aunque, dicho sea de paso, no están ninguna de estas dos formaciones políticas para echar cohetes por su resultado electoral, y menos aún para mantener sus reivindicaciones más radicales, que están en el origen de sus respectivos fracasos electorales, por mucho que sigan, sin reconocerlo, Urkullu o Puigcercós.

Donde sí se van a encontrar todos, por las buenas o por las malas y a la vez, será en torno a la promesa que Zapatero le hizo a Bono de presentar su candidatura a la presidencia del Congreso de los Diputados. Una cuestión que ya ha cosechado la negativa de CiU, PNV, ERC y, sobre todo, del PSC, lo que puede que le haya parecido maravilloso a Zapatero para no cumplir su palabra dada al político manchego con el argumento de “lo siento, como ves, hice lo que pude y no puede ser”. Que es más o menos el mismo truco que Zapatero utilizó con Artur Mas en la Moncloa cuando, tras la reforma del Estatuto catalán pactado con CiU, Montilla se cerró en banda y se negó a entregar —previo pacto secreto con Zapatero, se entiende— a Artur Mas la presidencia de la Generalitat.

Cabe imaginar que Pepe Bono habrá contactado con su amigo Zaplana y con el diario El Mundo para solicitar el apoyo del PP en la votación, lo que sería muy difícil de entender por las bases de este partido y, en especial, por las de La Mancha de la señora Cospedal. Además, Rajoy necesita salir haciendo oposición y no componendas, porque Aguirre da la impresión de que se ha retirado de la lucha por el poder del PP, pero volverá a la primera ocasión. Además, ¿no ha dicho Rajoy que él es independiente de las intrigas de los medios afines de comunicación?

O sea, que vemos al bueno de Pepe Bono batido o engañado por tercera vez por Zapatero. Primero fue en el Congreso del PSOE, luego en el Gobierno, de donde salió cuando más le convino al presidente y no cuando quiso él, y ahora, finalmente, veremos qué ocurrirá en el Congreso de los Diputados, donde, justo es decirlo, seguro que Bono haría un buen papel y le ofrecería a la Cámara, con su proverbial discurso fluido y coloquial, días de vino y rosas, que harían las delicias de los diputados y medios de comunicación. Pero, ya se sabe, que aunque primero se vote la presidencia y la mesa del Congreso —donde se va a visualizar todo lo demás—, lo primero de verdad será la investidura de Zapatero. Y lo de Bono está muy bien, pero Dios dirá. Los nacionalistas mandan, por más que estén de capa caída. ¡Qué le vamos a hacer! Otra vez será, le dirá el ángel exterminador al manchego que, en ese caso, ya veremos dónde se ubica o a dónde va.

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