lunes, 3 de marzo de 2008

Los internautas reaccionan copiándolas al cierre de webs

WASHINGTON.- Una lista de clientes del banco suizo Julius Baer, con sede en las Islas Caimán, llega a medios de comunicación y agencias tributarias de EE UU y Alemania. El banco investiga a uno de sus antiguos empleados y, a la vez, lleva a juicio por difamación a un sitio de Internet que acumula datos de, al menos, una decena de clientes. Al final, un juez federal de EE UU ordena el cierre del sitio web. Miles de internautas se indignan. Grupos de derechos civiles claman que se trata de una violación de la libertad de expresión, según publica "El País".

El banco Julius Baer ha investigado a un antiguo empleado de las Islas Caimán, el ex jefe de operaciones Rudolf Elmer, creyendo que ha podido filtrar la información a Wikileaks, al fisco y a diversos medios de comunicación. Esta información lleva en la Red desde 2005. Hasta ahora, ninguna de las múltiples investigaciones ha dado resultados.

Hasta que el juez federal Jeffrey White, de San Francisco, ordenó el pasado viernes el cierre de la página wikileaks.org. Al juez se le acusa ahora de no conocer realmente la naturaleza de Internet, porque segundos después de que ordenara el cierre de wikileaks.org aparecieron en la Red cientos de sitios con el mismo contenido, entre ellos un wikileaks.es, bajo dominio español.

Ésta es una demostración perfecta de lo que los internautas han bautizado como el efecto Streisand, que ocurre cuando un intento de censurar contenidos en Internet acaba teniendo consecuencias no esperadas.

Wikileaks ofrece a cualquier usuario que lo desee la posibilidad de alojar documentos confidenciales sin la necesidad de aportar datos personales. Se define como un grupo "cuyo interés principal es destapar regímenes opresivos en Asia, el antiguo bloque soviético, el África subsahariana y Oriente Próximo".

Por ahora cuenta con más de un millón de documentos, entre ellos un manual militar sobre el funcionamiento de la base de Guantánamo, en Cuba, y normas de actuación de las tropas estadounidenses en Irak.

El ex empleado Elmer, que ha llegado a ser sometido a un detector de mentiras, nunca ha admitido ser el autor de las filtraciones.

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