WASHINGTON.- Los grandes financieros del planeta, tomando en cuenta la aguda desaceleración del crecimiento mundial, exhortaron a los bancos a ser transparentes sobre sus pérdidas potenciales y revisaron su posición tradicional sobre el dólar, durante su reunión de este fin de semana en Washington.
Enfrentados a lo que el Fondo Monetario Internacional calificó de la crisis más grave desde el 'crash' de 1929, dijeron que sólo una mayor transparencia podría restablecer el funcionamiento normal de los mercados. En sus reuniones de primavera, los ministros de Economía y los gobernadores de los bancos centrales de los 185 países miembros del FMI y del Banco Mundial sacaron sus conclusiones de un muy esperado informe del Forum de Estabilidad Financiera (FSF).
Sus homólogos del Grupo de los 7 (G-7, países industrializados) los precedieron el viernes, comprometiéndose firmemente a poner en práctica el documento, poniendo un plazo inédito para su ejecución a ciertas recomendaciones: 100 días. Recomendación es en realidad "un término amable" notó el presidente del FSF Mario Draghi.
"De hecho, ciertas recomendaciones son verdaderas decisiones políticas". "Es un primer paso en la respuesta reglamentaria a la crisis", subrayó Draghi, que debe ser acompañada, según él, de una visión macroeconómica y medidas que favorezcan la liquidez de los mercados. La alarma fue desencadenada por el FMI, que al comienzo de la semana afirmó que la economía estadounidense entrará en recesión, frenando el crecimiento mundial.
El Fondo pronosticó además que la crisis originada en Estados Unidos podría costar cerca de 1 billón (millón de millones) de dólares al sistema financiero internacional. Esas previsiones son consideradas excesivamente pesimistas por los países ricos, pero -según el director gerente del FMI Dominique Strauss-Kahn- tienen el mérito de reubicar a la institución en el centro del debate.
En sus comunicados, el G7 Finanzas y el órgano director del FMI no llegaron a retomar el término "recesión". "Los desafíos que debe enfrentar la economía mundial son de naturaleza global, exigen acciones determinadas y una estrecha cooperación entre sus miembros", subrayó simplemente el Comité monetario y financiero internacional (CMFI) del FMI.
Para el G7 y el FMI, es indispensable que los bancos saneen sus balances y si es necesario se recapitalicen, para evitar un condicionamiento del crédito cuyas consecuencias podrían ser incalculables. La toma de conciencia se realizó con inhabitual rapidez. Ocho o nueve meses atrás "no existía el menor acuerdo" sobre la necesidad de tomar medidas para mejorar el sistema financiero, recuerda Draghi. Por primera vez en cuatro años, el G7 Finanzas cambió de discurso sobre las divisas.
En alusión al hundimiento del dólar, se declaró "preocupado" por el posible impacto sobre la economía de "las fuertes fluctuaciones de las principales monedas". Según Andrew Bush, estratega de "cambios" en BMO Capital, esta evolución plantea la pregunta: "habrá una intervención (sobre los mercados de cambios), bajas coordinadas de tasas o un alza de las tasas estadounidenses?".
Las reuniones del fin de semana permitieron concretar la reforma destinada a dar cierta pertinencia a un FMI amenazado de obsolencia. Se trata de una modesta reestructuración en tres ejes: leve reequilibrio de los derechos de voto entre países ricos y pobres, medidas de austeridad y venta de una parte de las reservas de oro del Fondo para obtener nuevos recursos.
El Comité de Desarrollo, instancia política del Banco Mundial, también solicitó el domingo a la dirección de la institución multilateral que considere rápidamente una reforma de su gobernanza, con propuestas de aquí al otoño boreal. El otro gran tema de las asambleas de este fin de semana fue la crisis alimentaria que se agrava, con disturbios en varios países, principalmente Haití.
El presidente del Banco, Robert Zoellick llamó a los gobiernos a intervenir rápidamente para evitar que la crisis empobrezca todavía más a unos 100 millones de personas en el mundo. "Está bien ver la crisis alimentaria como prioridad en la agenda política, pero ello no sustituye a los fondos", criticó la organización humanitaria Oxfam, que advirtió que la pobreza matará "más de un millón de personas de aquí a la próxima (reunión del) G7".
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