ELCHE.- Salvo Joan Lerma estaban todos en la cena-mitín de Elche, en el campus de la Universidad Miguel Hernández, incluidos los cuatro candidatos a la secretaría general del Partido Socialista de la Comunidad Valenciana. En total 1.500 invitados de las tres provincias, de los cuales más de 500 habían venido en autobús, según "La Verdad".
La secretaria de Organización, Leire Pajín, acompañada de su anfitrión y amigo, tal como se encargó de recordar de forma reiterada en su discurso, el alcalde de Elche y secretario local, Alejandro Soler, llegó con media hora de retraso, un tiempo que mucho aprovecharon para hablar y criticar.
Hubo quien definió el acto como «una exaltación fallera» y otros que dejaron claro que el giro al centro de Pajín había caído como un jarro de agua fría en la militancia. Los críticos ilicitanos estaban también al pie del cañón.
Soler fue el encargado de calentar al auditorio que, pese al intenso calor de la noche, estaba algo frío cuando se inició el acto. De hecho, la acogida a Pajín fue discreta. Hizo a la perfección su papel de telonero, o por lo menos la aprovechó muy bien.
El alcalde ilicitano fue rotundo y contundente, y su alocución estuvo más cercana a la de un candidato que la de un siempre secretario local. La pregunta de algunos de los presentes era a qué cargo se estaba postulando. De entrada, no cabe duda de que se trabajó a la perfección su opción a la secretaría provincial, si es que los descontentos le dejan.
Pero, incluso, después de que Pajín no hiciera ningún guiño especial a ninguno de los cuatro candidatos oficiales a la secretaría general del PSCV, hubo quien se preguntó si hay un tapado que se llama Alejandro Soler. Cierto es que la secretaria de organización nombró también a Inmaculada Piñeiro, a la que tiene especial afecto.
Soler insistió hasta la saciedad en la necesidad de que los socialistas valencianos trabajen hacia «la convergencia de todas las ideas progresistas» y centren «sus esfuerzos en la unidad». Insistió en que «hay que recuperar el espíritu del 78». Habló de «recuperar la altura» y de aprovechar «la oportunidad de mirar hacia adelante, con un proyecto sólido y potente, con capacidad, fuerza y energía».
Del próximo congreso regional, en septiembre, debe salir «un equipo sólido, unido, fuerte y capaz de trabajar para la mayoría». Pidió a los presentes y más directamente a los candidatos que «se abandone el yo y se recupere el nosotros». Aprovechó la ocasión para recordar que Elche es el feudo del PSOE en la Comunidad Valenciana y que los valores del socialismo deben ser «tan inquebrantables como el palmeral de Elche».
Pajín aprovechó el momento para intenar zanjar la polémica que se ha desatado por el viraje al centro que ha propugnado. Aseguró sentirse «muy satisfecha por el debate generado» y advirtió: «¡Que nadie nos confunda!».
Dijo: «Ni somos más de izquierda o del centro. Esto no es lo más importante, sino que somos un partido capaz de renovarse». Afirmó que lo más importante es «estar más cerca de los ciudadanos y de la Comunidad Valenciana». Añadió: «Nosotros no renunciamos a lo que somos. Lo nuestro no es el centro, sino la mayoría de los ciudadanos de esta Comunidad».
Pajín, al igual que Soler, pidió a la militancia que se inicie «un debate valiente, con pluralidad y ganas de cambio», de cara al futuro congreso regional. Añadió que «hay que debatir sobre el futuro» para «dar respuestas concretas a los problemas y ofrecer alternativas útiles, exigiendo y mirando al ciudadano», dejando a un lado los intereses partidistas.
La secretaria de Organización del PSOE parafraseó a Soler para invitar a los socialistas a arrimar el hombro y estar «a las duras y a las maduras».
Crónica de sociedad
Empezó el jaleo con la presencia de los cuatro candidatos claros a hacerse con la secretaría general del todavía PSPV: Ximo Puig, Francesc Romeu, Jorge Alarte y José Luis Ábalos, y Ana Noguera, que no se lo perdió. Como era de esperar, y cumpliendo su palabra, Joan Lerma no fue. Carmen Alborch fue la penúltima en llegar, con vestido rojo y con su enorme sonrisa llena de brillo y dientes.
Anduvo Etelvina Andreu muy dicharachera y repartió besos a diestro, pero sobre todo, a siniestro, o sea a la izquierda... ¿O era al centro? Ellos verán.
Y deambularon al trote, de la mano, los alicantinísimos Luis Almarcha y Andrés Cremades hasta lograr asiento y vianda junto a Romeu. Entre ellos, toda la agrupación socialista de Elche, con el alcalde, Alejandro Soler, a la cabeza, que además fue el primero en subir al estrado. Y habló. Y pidió el retorno de los socialistas al espíritu del 78, porque treinta años no es nada, pero no hubo apretón de mano ni abrazo, ni res de res con su mentor, Diego Maciá.
Y, al tomar la palabra, Leire Pajín confesó que se emocionó al entrar y ver tantas caras conocidas, aunque seguro que no fue por el fulgor de los aplausos, que fueron tenues durante todo el trayecto de entrada, para matar minutos después el viaje al centro al reconocer que su viaje es progresista y de izquierdas. La número tres, número uno esa noche, se acordó de Alfred Boix, mientras el padre de Leire, el histórico José María Pajín, transitaba las mesas y las enhorabuenas con discreción y a discreción.
Pero hubo más. Ciprià Ciscar se multiplicaba a sí mismo con alcaldes y concejales. No se perdió la cita el regidor de Bigastro, José Joaquín Moya, que se llevó a su cohorte de concejales, con Raúl Valerio e Inma Martínez como lugartenientes. Desde luego, no faltó Antonio Amorós, político experimentado y experto en colocarse bien y estar en las fotos. Que no parezca un error.
También ronroneó la diputada provincial y concejal oriolana Antonia Moreno o el callosino Paco Torres, y todo mientras el ex alcalde ilicitano Diego Maciá trataba de echarle unas risas al dolor colectivo que ha provocado en Elche una fractura abierta y particular. En esa vorágine, Ángel Franco seguía a lo suyo.
La noche de palmeras y dátiles reunió a los regidores de Alfàs del Pi, Vicente Arques; Altea, Andrés Ripoll; Mutxamel, Asunción Llorens, y Jijona, Ferran Verdú. Y también a destacados miembros de la gestora provisional, como Inmaculada Rodríguez-Piñeiro, Juana Serna, Carmen Ninet o Ángel Luna.
Al final, la intérprete en el lenguaje de los signos acabó echa astillas, pues no tuvo la pobre con traducir sino que bien parecía que hasta interpretaba los mensajes con el ánimo de sembrar la comprensión. Lógico entre tanta confusión.
La joven siempre podrá agradecer a Lerma que en Elche no le hiciera trabajar. A Leire Pajín, en esta tesitura, sólo le faltó decir buenas noches a todos menos a uno. Y remató la secretaria de Organización diciendo que se inicia un nuevo tiempo.
La secretaria de Organización, Leire Pajín, acompañada de su anfitrión y amigo, tal como se encargó de recordar de forma reiterada en su discurso, el alcalde de Elche y secretario local, Alejandro Soler, llegó con media hora de retraso, un tiempo que mucho aprovecharon para hablar y criticar.
Hubo quien definió el acto como «una exaltación fallera» y otros que dejaron claro que el giro al centro de Pajín había caído como un jarro de agua fría en la militancia. Los críticos ilicitanos estaban también al pie del cañón.
Soler fue el encargado de calentar al auditorio que, pese al intenso calor de la noche, estaba algo frío cuando se inició el acto. De hecho, la acogida a Pajín fue discreta. Hizo a la perfección su papel de telonero, o por lo menos la aprovechó muy bien.
El alcalde ilicitano fue rotundo y contundente, y su alocución estuvo más cercana a la de un candidato que la de un siempre secretario local. La pregunta de algunos de los presentes era a qué cargo se estaba postulando. De entrada, no cabe duda de que se trabajó a la perfección su opción a la secretaría provincial, si es que los descontentos le dejan.
Pero, incluso, después de que Pajín no hiciera ningún guiño especial a ninguno de los cuatro candidatos oficiales a la secretaría general del PSCV, hubo quien se preguntó si hay un tapado que se llama Alejandro Soler. Cierto es que la secretaria de organización nombró también a Inmaculada Piñeiro, a la que tiene especial afecto.
Soler insistió hasta la saciedad en la necesidad de que los socialistas valencianos trabajen hacia «la convergencia de todas las ideas progresistas» y centren «sus esfuerzos en la unidad». Insistió en que «hay que recuperar el espíritu del 78». Habló de «recuperar la altura» y de aprovechar «la oportunidad de mirar hacia adelante, con un proyecto sólido y potente, con capacidad, fuerza y energía».
Del próximo congreso regional, en septiembre, debe salir «un equipo sólido, unido, fuerte y capaz de trabajar para la mayoría». Pidió a los presentes y más directamente a los candidatos que «se abandone el yo y se recupere el nosotros». Aprovechó la ocasión para recordar que Elche es el feudo del PSOE en la Comunidad Valenciana y que los valores del socialismo deben ser «tan inquebrantables como el palmeral de Elche».
Pajín aprovechó el momento para intenar zanjar la polémica que se ha desatado por el viraje al centro que ha propugnado. Aseguró sentirse «muy satisfecha por el debate generado» y advirtió: «¡Que nadie nos confunda!».
Dijo: «Ni somos más de izquierda o del centro. Esto no es lo más importante, sino que somos un partido capaz de renovarse». Afirmó que lo más importante es «estar más cerca de los ciudadanos y de la Comunidad Valenciana». Añadió: «Nosotros no renunciamos a lo que somos. Lo nuestro no es el centro, sino la mayoría de los ciudadanos de esta Comunidad».
Pajín, al igual que Soler, pidió a la militancia que se inicie «un debate valiente, con pluralidad y ganas de cambio», de cara al futuro congreso regional. Añadió que «hay que debatir sobre el futuro» para «dar respuestas concretas a los problemas y ofrecer alternativas útiles, exigiendo y mirando al ciudadano», dejando a un lado los intereses partidistas.
La secretaria de Organización del PSOE parafraseó a Soler para invitar a los socialistas a arrimar el hombro y estar «a las duras y a las maduras».
Crónica de sociedad
Empezó el jaleo con la presencia de los cuatro candidatos claros a hacerse con la secretaría general del todavía PSPV: Ximo Puig, Francesc Romeu, Jorge Alarte y José Luis Ábalos, y Ana Noguera, que no se lo perdió. Como era de esperar, y cumpliendo su palabra, Joan Lerma no fue. Carmen Alborch fue la penúltima en llegar, con vestido rojo y con su enorme sonrisa llena de brillo y dientes.
Anduvo Etelvina Andreu muy dicharachera y repartió besos a diestro, pero sobre todo, a siniestro, o sea a la izquierda... ¿O era al centro? Ellos verán.
Y deambularon al trote, de la mano, los alicantinísimos Luis Almarcha y Andrés Cremades hasta lograr asiento y vianda junto a Romeu. Entre ellos, toda la agrupación socialista de Elche, con el alcalde, Alejandro Soler, a la cabeza, que además fue el primero en subir al estrado. Y habló. Y pidió el retorno de los socialistas al espíritu del 78, porque treinta años no es nada, pero no hubo apretón de mano ni abrazo, ni res de res con su mentor, Diego Maciá.
Y, al tomar la palabra, Leire Pajín confesó que se emocionó al entrar y ver tantas caras conocidas, aunque seguro que no fue por el fulgor de los aplausos, que fueron tenues durante todo el trayecto de entrada, para matar minutos después el viaje al centro al reconocer que su viaje es progresista y de izquierdas. La número tres, número uno esa noche, se acordó de Alfred Boix, mientras el padre de Leire, el histórico José María Pajín, transitaba las mesas y las enhorabuenas con discreción y a discreción.
Pero hubo más. Ciprià Ciscar se multiplicaba a sí mismo con alcaldes y concejales. No se perdió la cita el regidor de Bigastro, José Joaquín Moya, que se llevó a su cohorte de concejales, con Raúl Valerio e Inma Martínez como lugartenientes. Desde luego, no faltó Antonio Amorós, político experimentado y experto en colocarse bien y estar en las fotos. Que no parezca un error.
También ronroneó la diputada provincial y concejal oriolana Antonia Moreno o el callosino Paco Torres, y todo mientras el ex alcalde ilicitano Diego Maciá trataba de echarle unas risas al dolor colectivo que ha provocado en Elche una fractura abierta y particular. En esa vorágine, Ángel Franco seguía a lo suyo.
La noche de palmeras y dátiles reunió a los regidores de Alfàs del Pi, Vicente Arques; Altea, Andrés Ripoll; Mutxamel, Asunción Llorens, y Jijona, Ferran Verdú. Y también a destacados miembros de la gestora provisional, como Inmaculada Rodríguez-Piñeiro, Juana Serna, Carmen Ninet o Ángel Luna.
Al final, la intérprete en el lenguaje de los signos acabó echa astillas, pues no tuvo la pobre con traducir sino que bien parecía que hasta interpretaba los mensajes con el ánimo de sembrar la comprensión. Lógico entre tanta confusión.
La joven siempre podrá agradecer a Lerma que en Elche no le hiciera trabajar. A Leire Pajín, en esta tesitura, sólo le faltó decir buenas noches a todos menos a uno. Y remató la secretaria de Organización diciendo que se inicia un nuevo tiempo.
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