ALICANTE.- Hoy, a las dos de la tarde, se dió la salida oficial de la Vuelta al Mundo con escalas, con la disputa de las dos primeras mangas de la regata «inshore». Ocho equipos de seis países se enfrentaron a lo que puede llamarse una exhibición de playa, antes de acometer las 37.000 millas más difíciles y peligrosas de la historia de la Vuelta al Mundo.
Ambiente de gala en Alicante, que se estrena en la organización de un gran evento a nivel mundial. El listón lo ha puesto muy alto, quizás mucho más que lo puso Vigo en 2005, por lo que mañana domingo se hará público que la salida de la Vuelta al Mundo con escalas de 2011 volverá a ser desde Alicante.
Los ocho equipos dedicaron la jornada de ayer a descansar. Fue difícil ver a los regatistas por el Puerto. Todos aprovecharon para mimar un poco a sus familias ante la inminente salida al mar. En el seno del equipo «Ericsson» había preocupación y rabia. Los tripulantes del «Ericsson 3» no comprenden cómo un fallo de diseño puede dejarles fuera de la lucha por el título. Los «pipiolos» suecos llevan soñando con esta regata más de cuatro años, ya están hechos al barco y han dejado de tener la vitola de «Cenicientas».
Los «Telefonica» están fuertes. Son un equipo compacto. El «Negro», que patroneará Fernando Echávarri, se ha reforzado con Jorge Ondo como grinder, y el «Azul», que comanda Íker Martínez, con Carlo Castellano y Federico Giovanelli, para la misma función.
Estos fichajes, que serán sólo para las regatas «inshore», son fundamentales de cara a un posible triunfo. A los «Telefónica» les faltaba, como dice Carlo Castellano, «masa pensante en el coffe».
Estos fichajes, que serán sólo para las regatas «inshore», son fundamentales de cara a un posible triunfo. A los «Telefónica» les faltaba, como dice Carlo Castellano, «masa pensante en el coffe».
Solucionado ese problema, los equipos españoles estaban deseando salir hoy al agua a dejar que los «bigotes» de sus barcos surcasen la bahía de Alicante. Para ello, habían animado a todos los aficionados a que sacasen sus barcos al mar y les jaleasen en cada una de las balizas.
Rumbo a Rusia
Un reloj en la dársena del puerto de Alicante movía sus agujas hacia la fecha señalada. Con la llegada del mes de octubre la Volvo Ocean Race volvió a acaparar la actualidad del deporte de la vela toda vez que la America’s Cup sigue empantanada en los tribunales neoyorkinos. También la competición de crucero ha echado el cierre tras el circuito MedCup por el litoral ibérico.
Es el turno de los aventureros del mar, de los valientes tripulantes —10 en esta edición— que se subirán a bordo de cada uno de los ocho barcos en competición modelo VO70. Todos ellos darán la vuelta al globo terráqueo con salida en Alicante y llegada unos cuantos meses después a San Petersburgo. En esta edición, la ciudad rusa tendrá el honor de coronar al sucesor del ABN Amro holandés, ganador en 2006.
Pasamos a desgranar a los ocho barcos protagonistas en este caso. De los dos veleros que están apadrinados por Ericsson, uno de ellos cuenta con la presencia en la capitanía del brasileño Torben Grael, una especie de Cristiano Ronaldo de los océanos.
A ellos se añade un barco muy comercial con el logotipo de Puma, otro muy ruso que buscará como ningún otro el regreso a casa (Team Rusia) y el Delta Lloyd, que fue de los últimos en matricularse con pabellón holandés.
Este último también puede presumir de ser el mismo barco que ganó la pasada regata y que ha tenido que ser adaptado para ajustarse a la nueva normativa. El Green Dragon es un ejemplo claro de mestizaje, en este caso chino-irlandés. Cuentan con el olímpico Ian Walker a la caña: para entendernos, si Grael es Ronaldo, Walker bien podría ser Messi.
Por supuesto, la bandera española ondeará en dos embarcaciones, una azul y otra negra, ambas del equipo Telefónica. La firma de telecomunicaciones apunta a su vertiente más cosmopolita e internacional bajo el sabio mandato de Pedro Campos.
Los dos barcos son casi calcados y superaron sin problema técnico alguno la prueba previa impuesta por la organización: ambos debían recorrer 2.000 millas de navegación. Para ello, partieron de Alicante y arribaron a las Azores. No obstante, estuvieron a punto de echar todo el esfuerzo por tierra cuando en las proximidades del Cabo de Gata avistaron unos cayucos con un centenar de inmigrantes subsaharianos rozando la tragedia. Ingredientes hay para todos los gustos.
Los peor parados entonces fueron los tripulantes del Telefónica, que ya doblaron el Cabo de Hornos con problemas y en su asalto de la travesía del Atlántico Norte no tuvieron más remedio que claudicar ante el embravecido océano hundiendo el barco. Toda la tripulación del malogrado
velero tuvo que ser rescatada en alta mar por uno de los dos barcos participantes del ABN.
Los ánimos en los holandeses no eran los mejores teniendo en cuenta que desde unas cuantas millas atrás llevaban a bordo el cadáver de uno de sus tripulantes, que había sido víctima de un grave accidente durante unas maniobras.
Pero ésta es una carrera con idénticas dosis de deporte y aventura no exenta de riesgos. El conocimiento de las artes marítimas es tan importante como el valor para superar enclaves míticos temidos por otros: el Cabo de Hornos y el de Buena Esperanza. Ambos son puntos geográficos que están cargados de leyenda y en los que siempre ha habido dificultades.
La Volvo Ocean Race es la heredera de la regata Whitebread. De hecho, fue en 2005 la primera vez que la chicharra de salida no sonó en un puerto británico. Lo hizo en Sanxenxo y Vigo gracias al tesón de Pedro Campos.
El cambio de gobierno autonómico en Galicia aparcó el interés por este escaparate internacional. Alicante vio hueco y lo ocupó hasta que este fin de semana las velas flamearon el viento del Mediterráneo en la primera regata costera de la competición. Ésta sirvió para ordenar la primera clasificación.
Y es que el formato se va a repetir también en esta edición: Alicante ha sido un recorrido clásico barlovento-sotavento. La Volvo Ocean Race descansará después de esta regata inicial costera. Será el momento para hacer algo de márketing y entonces arrancará la competición pura y dura con la primera etapa con destino a la ya lejana Ciudad del Cabo. Las tripulaciones harán frente a mes y medio de mar, siempre rumbo hacia el sur y atravesando los Doldrums, zonas de calma absoluta donde se pueden pasar días con calor ecuatorial y flotando como un corcho por culpa del viento.
Y así diez veces más hasta tocar todos los puertos. Cochín en la India. Singapur que paga mucho y bien. Qingdao para que los chinos formen parte del tinglado con la sede de los últimos Juegos Olímpicos.
Desde el lejano Oriente y obviando por primera vez en mucho tiempo a Australia y Nueva Zelanda, territorio de navegantes por excelencia, los barcos llegarán a Río de Janeiro. Con la playa de Copacabana como testigo, se despedirá a la flota que navegará cerca del polo Norte rumbo a Europa (previo paso por Boston) para tocar de forma consecutiva Irlanda (Galway), Suecia (Goteborg y Estocolmo, la casa de los Ericsson) y el punto más soñado de San Petersburgo. Eso será después de recorrer 37.000 millas náuticas.
Solo ganará uno. Pero llegar a Rusia tras nueve meses de navegación será un éxito para todos. España, como hemos visto, estará presente con muchos nombres propios.
Entre las tripulaciones multiculturales se han colado muchos regatistas españoles.
Es una carrera internacional. Ocho barcos con tripulaciones heterogéneas que tanto mezclan a un inglés con un brasileño como a un chino con un regatista australiano.
Pero, indudablemente, los españoles están de moda. El equipo Telefónica ha decidido subir a la cubierta de su barco Negro y de su barco Azul a una importante retahila de marineros patrios que darán mucho que hablar. Desde noveles con preseas olímpicas como Fernando Echavarri, Íker Martínez o Xabier Fernández pasando por ilustres veteranos con más de un aro en la oreja por doblar la América Austral tales como Jaime Arbones o Pepe Ribes.
Lo cierto es que la apuesta del equipo de Pedro Campos es absolutamente ambiciosa. Competir para ganar. Cuenta para ello con dos barcos gemelos, paridos en el mismo molde aunque construidos en diferentes astilleros.
Veteranía, conocimiento, motivación y medios. Una fórmula que debe ser la ideal para superar a los otros seis barcos rivales, a cada cual está más preparado.
Rumbo a Rusia
Un reloj en la dársena del puerto de Alicante movía sus agujas hacia la fecha señalada. Con la llegada del mes de octubre la Volvo Ocean Race volvió a acaparar la actualidad del deporte de la vela toda vez que la America’s Cup sigue empantanada en los tribunales neoyorkinos. También la competición de crucero ha echado el cierre tras el circuito MedCup por el litoral ibérico.
Es el turno de los aventureros del mar, de los valientes tripulantes —10 en esta edición— que se subirán a bordo de cada uno de los ocho barcos en competición modelo VO70. Todos ellos darán la vuelta al globo terráqueo con salida en Alicante y llegada unos cuantos meses después a San Petersburgo. En esta edición, la ciudad rusa tendrá el honor de coronar al sucesor del ABN Amro holandés, ganador en 2006.
Pasamos a desgranar a los ocho barcos protagonistas en este caso. De los dos veleros que están apadrinados por Ericsson, uno de ellos cuenta con la presencia en la capitanía del brasileño Torben Grael, una especie de Cristiano Ronaldo de los océanos.
A ellos se añade un barco muy comercial con el logotipo de Puma, otro muy ruso que buscará como ningún otro el regreso a casa (Team Rusia) y el Delta Lloyd, que fue de los últimos en matricularse con pabellón holandés.
Este último también puede presumir de ser el mismo barco que ganó la pasada regata y que ha tenido que ser adaptado para ajustarse a la nueva normativa. El Green Dragon es un ejemplo claro de mestizaje, en este caso chino-irlandés. Cuentan con el olímpico Ian Walker a la caña: para entendernos, si Grael es Ronaldo, Walker bien podría ser Messi.
Por supuesto, la bandera española ondeará en dos embarcaciones, una azul y otra negra, ambas del equipo Telefónica. La firma de telecomunicaciones apunta a su vertiente más cosmopolita e internacional bajo el sabio mandato de Pedro Campos.
Los dos barcos son casi calcados y superaron sin problema técnico alguno la prueba previa impuesta por la organización: ambos debían recorrer 2.000 millas de navegación. Para ello, partieron de Alicante y arribaron a las Azores. No obstante, estuvieron a punto de echar todo el esfuerzo por tierra cuando en las proximidades del Cabo de Gata avistaron unos cayucos con un centenar de inmigrantes subsaharianos rozando la tragedia. Ingredientes hay para todos los gustos.
Baste con echar un vistazo a la edición 2005-2006 para entender un poco de qué tipo de regata estamos hablando. En aquella ocasión, el sistema de quillas pivotantes izo estragos entre los diseños.
Los peor parados entonces fueron los tripulantes del Telefónica, que ya doblaron el Cabo de Hornos con problemas y en su asalto de la travesía del Atlántico Norte no tuvieron más remedio que claudicar ante el embravecido océano hundiendo el barco. Toda la tripulación del malogrado
velero tuvo que ser rescatada en alta mar por uno de los dos barcos participantes del ABN.
Los ánimos en los holandeses no eran los mejores teniendo en cuenta que desde unas cuantas millas atrás llevaban a bordo el cadáver de uno de sus tripulantes, que había sido víctima de un grave accidente durante unas maniobras.
Pero ésta es una carrera con idénticas dosis de deporte y aventura no exenta de riesgos. El conocimiento de las artes marítimas es tan importante como el valor para superar enclaves míticos temidos por otros: el Cabo de Hornos y el de Buena Esperanza. Ambos son puntos geográficos que están cargados de leyenda y en los que siempre ha habido dificultades.
La Volvo Ocean Race es la heredera de la regata Whitebread. De hecho, fue en 2005 la primera vez que la chicharra de salida no sonó en un puerto británico. Lo hizo en Sanxenxo y Vigo gracias al tesón de Pedro Campos.
El cambio de gobierno autonómico en Galicia aparcó el interés por este escaparate internacional. Alicante vio hueco y lo ocupó hasta que este fin de semana las velas flamearon el viento del Mediterráneo en la primera regata costera de la competición. Ésta sirvió para ordenar la primera clasificación.
Y es que el formato se va a repetir también en esta edición: Alicante ha sido un recorrido clásico barlovento-sotavento. La Volvo Ocean Race descansará después de esta regata inicial costera. Será el momento para hacer algo de márketing y entonces arrancará la competición pura y dura con la primera etapa con destino a la ya lejana Ciudad del Cabo. Las tripulaciones harán frente a mes y medio de mar, siempre rumbo hacia el sur y atravesando los Doldrums, zonas de calma absoluta donde se pueden pasar días con calor ecuatorial y flotando como un corcho por culpa del viento.
Y así diez veces más hasta tocar todos los puertos. Cochín en la India. Singapur que paga mucho y bien. Qingdao para que los chinos formen parte del tinglado con la sede de los últimos Juegos Olímpicos.
Desde el lejano Oriente y obviando por primera vez en mucho tiempo a Australia y Nueva Zelanda, territorio de navegantes por excelencia, los barcos llegarán a Río de Janeiro. Con la playa de Copacabana como testigo, se despedirá a la flota que navegará cerca del polo Norte rumbo a Europa (previo paso por Boston) para tocar de forma consecutiva Irlanda (Galway), Suecia (Goteborg y Estocolmo, la casa de los Ericsson) y el punto más soñado de San Petersburgo. Eso será después de recorrer 37.000 millas náuticas.
Solo ganará uno. Pero llegar a Rusia tras nueve meses de navegación será un éxito para todos. España, como hemos visto, estará presente con muchos nombres propios.
Entre las tripulaciones multiculturales se han colado muchos regatistas españoles.
Es una carrera internacional. Ocho barcos con tripulaciones heterogéneas que tanto mezclan a un inglés con un brasileño como a un chino con un regatista australiano.
Pero, indudablemente, los españoles están de moda. El equipo Telefónica ha decidido subir a la cubierta de su barco Negro y de su barco Azul a una importante retahila de marineros patrios que darán mucho que hablar. Desde noveles con preseas olímpicas como Fernando Echavarri, Íker Martínez o Xabier Fernández pasando por ilustres veteranos con más de un aro en la oreja por doblar la América Austral tales como Jaime Arbones o Pepe Ribes.
Lo cierto es que la apuesta del equipo de Pedro Campos es absolutamente ambiciosa. Competir para ganar. Cuenta para ello con dos barcos gemelos, paridos en el mismo molde aunque construidos en diferentes astilleros.
Veteranía, conocimiento, motivación y medios. Una fórmula que debe ser la ideal para superar a los otros seis barcos rivales, a cada cual está más preparado.
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