domingo, 7 de diciembre de 2008

Caminos paralelos de la CAM y Bancaja

VALENCIA.- Al grito de que ¡viene el lobo! las voces que reclaman las fusiones entre cajas de ahorros se multiplican. El propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dio cobertura a dicha tesis en sede parlamentaria, aunque sus palabras en el Congreso iban dirigidas a satisfacer las pretensiones del PNV respecto a la unidad de las cajas vascas.

La jugada salió torcida. Los guipuzcoanos de la Kutxa han rechazado la fusión con los vizcaínos de la BBK. Juntas habrían podido desbancar a Bancaja y Caja Mediterráneo (CAM) de sus actuales posiciones de privilegio -tercera y cuarta respectivamente- en el ránking del sector por recursos propios.

Aunque el galimatías vasco no resulta extrapolable a la realidad valenciana -allí ha pesado la negativa del PSE a una fusión que dejaba fuera la pata alavesa-, muchos analistas han advertido ciertas similitudes que van más allá del criterio financiero, según "Abc".

Las cajas de ahorros tienen en muchos casos más de 150 años de antigüedad. Su personalidad jurídica les distingue de la empresa privada y son concebidas como algo propio en las sociedades donde tuvieron su origen.

Resultaría, pues, difícilmente digerible para un ciudadano alicantino asumir que «su» caja traslada la sede central nada menos que a Valencia y, presumiblemente, con un presidente valenciano. Ese era, justamente, el esquema de la fusión BBK-Kutxa.

Hace ya más de cinco años, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, zanjó el debate sobre Bancaja y CAM. Apeló entonces a «informes técnicos» -de los que no trascendieron detalles- que desaconsejaban la operación.

El temor a un rechazo de sesgo social pudo más que el proyecto -impulsado por anteriores Gobiernos autonómicos- de contar con un gigante financiero de primer orden.

Ahora, cuando desde la Moncloa y el Banco de España se apela a las fusiones, han resurgido las especulaciones en relación a una hipotética fusión, descartada de plano en la Comunidad Valenciana por diferentes factores, que van más allá del factor sentimental y los recelos territoriales.

A diferencia de lo que sucedía entre BBK y Kutxa, Bancaja y CAM no son entidades complementarias. Ambas han apostado por una fuerte estrategia de implantación en el territorio de origen de su vecino. Las dos, además, han crecido de forma exponencial por toda la geografía española, que han cubierto en su totalidad.

Como elemento añadido de gran trascendencia no resulta baladí el análisis de la estructura de riesgos que, a diferencia de lo que sucede con las cajas vascas, en el caso de Bancaja y la CAM resulta bastante similar.

Ambas apostaron con fuerza por el negocio inmobiliario y las dos recorren ahora la senda del pinchazo del sector, aunque también coinciden en superar con solvencia los avatares de la coyuntura, a pesar de los sucesivos disgustos provocados por las suspensiones de pagos de promotoras, con sus consiguientes provisiones.

No obstante, todo apunta que continuarán resistiendo a través de caminos paralelos, que difícilmente llegarán a converger algún día en punto común llamado fusión.

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