British Airways anunció esta semana que tiene previsto hacer pagar una parte de los servicios que actualmente son gratuitos, como las comidas ofrecidas a bordo.
Sacudidas por la crisis económica, muchas compañías han encontrado modos de ahorrar gastos o de hacer pagar servicios a sus pasajeros que antes estaban incluidos en el pasaje.
Air France, como algunos de sus competidores, pide 50 euros (71 dólares) a los pasajeros de clase económica por reservar un asiento en las salidas de emergencia, donde es posible estirar las piernas. En Northwest Airlines, cuesta 15 dólares reservar un asiento cerca de la ventanilla.
Algunas compañías obligan a los pasajeros a registrarse ellos mismos para ahorrar costes de personal. Desde finales de julio, los pasajeros de clase económica de Swiss Air tienen como único interlocutor los mostradores de registro del aeropuerto de Zurich.
Las compañías sufren en la actualidad las consecuencias de la caída de la clase de negocio y el número de pasajeros que aseguraban su rentabilidad en los vuelos de largo recorrido.
Y han empezado a utilizar las mismas astucias que las compañías de bajo coste, que consisten en hacer pagar por servicios para tener nuevos ingresos, explicó Didier Bréchemier, consultor en Rolanda Berger.
Las compañías de bajo coste son pioneras en el arte de hacer pagar extras a los pasajeros, como la irlandesa Ryanair, que cobra por pagar con tarjeta de crédito, por registrar a los pasajeros y por el número de maletas. Cuesta 20 euros de "gastos relativos a la alimentación" viajar con un bebé.
Acostumbrada a los golpes de efecto mediático, la compañía irlandesa afirmó meses atrás que preveía hacer pagar por usar el baño o inclusive que estudiaba llevar a bordo pasajeros de pie.
Pero las compañías tradicionales que siguen esa vía deberán quizá dar marcha atrás. US Airways, tras haber empezado a hacer pagar las bebidas sin alcohol, las ofrece desde marzo de nuevo gratis.
"Haber sido la única gran compañía que facturaba las bebidas nos puso en una situación desfavorable", reconoció su presidente director general, Doug Parker. Pero los auriculares y las mantas siguen siendo de pago.
Las compañías van "a tientas" para intentar reducir sus costes sin molestar demasiado a los pasajeros, explicó Bruno de la Rochebrochard, analista en Raymond James. "Me sorprendería que el cliente acepte pagar el mismo precio por menos prestaciones", añadió.
Las asociaciones de consumidores denuncian la situación en la que los gastos suplementarios se añaden al precio del billete.
"Eso se volverá en contra de los profesionales, porque a los consumidores les gusta estar en una relación de confianza y hoy tienen la sensación de ser engañados", advirtió Thierry Saniez, delagado general de la asociación CLCV (Consumo, Alquiler y Calidad de Vida).
Otros ahorros de las compañías pasan desapercibidos a ojos de los pasajeros.
Air France se ahorra 36.000 toneladas de carburante cada año después de haber aligerado el peso del equipaje a bordo en sus aviones. El vaso de plástico de la clase económica pesa ahora 3 gramos menos, lo que supone un ahorro de 65 toneladas de keroseno anual.
Las compañías intentan también modos de navegación más baratos. La escandinava SAS está probando un nuevo sistema de asistencia en ruta por satélite, que podría permitirle recortar el consumo de carburante.
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