Una experiencia espectacular fue lanzada el 9 de marzo en los suburbios de Seúl. Un pequeño tren verde, digno de un parque de diversiones, realiza un trayecto circular de 2,2 km alrededor de un zoológico.
La particularidad de la formación, bautizada OLEV (por Online Electric Vehicle) son unas fajas con carga eléctrica de 400 metros de largo, enterradas a cinco centímetros del pavimento, que crean una fuerza magnética. Esta fuerza es enviada sin cables y transformada en electricidad, lo que hace funcionar el motor. La energía es almacenada en baterías a bordo del vehículo, lo que permite limitar la "ruta eléctrica" en un 20%.
El campo magnético generado por el sistema no presenta ningún riesgo para la salud, afirma el Instituto de Ciencia y Tecnología Avanzada de Corea (Kaist), que desarrolló el prototipo OLEV.
"De todos los vehículos eléctricos del mundo, es el más económico" gracias a sus costos de explotación muy reducidos, estimó el presidente de Kaist, Suh Nam-Pyo, que considera "sin límites" para el transporte público "el potencial de aplicaciones" de esta tecnología.
OLEV debe transportar a los delegados de la cumbre del G20 que se llevará a cabo en noviembre en Seúl. La capital surcoreana planea luego adoptar el sistema para hacer funcionar autobuses verdaderos.
En Francia, investigadores del polo de competitividad Lyon Urban Truck&Bus estudia la misma problemática. Se interesó en particular en el "biberonaje", un procedimiento que permitiría a un trolebús sin cables alimentarse en energía durante su trayecto.
"Trabajamos en estrategias de captación discontinua. Pero no obligatoriamente por el suelo, que no es la forma más pertinente por razones de rendimiento y de seguridad", comenta Valérie Cervantes, del constructor Irisbus, controlado por el italiano Iveco.
"Alimentamos (el vehículo) de tanto en tanto, y continuamos", explica. Y para poder continuar hay que desarrollar baterías que almacenen cargas suficientes pero que no sean muy pesadas. Esto manteniendo un costo de explotación cercano al de los vehículos diesel.
"Los trolebuses no se imponen hoy día únicamente por la polución visual", juzga Cervantes.
El mismo problema se plantea para los tranvías: sus líneas aéreas, aunque más discretas que las de los trolebuses, son el principal objeto de críticas en las encuestas públicas.
El francés Alstom desarrolló una técnica de alimentación por el suelo (APS) experimentada desde 2003 en Burdeos (suroeste). La corriente llega al vehículo a través de un tercer riel que es alimentado a medida que el tranvía se desplaza.
A pesar de las dificultades iniciales del proyecto y de un sobrecosto, el sistema ya fue vendido a las ciudades de Angers (oeste), Orleans (centro), Reims (noreste), así como a Dubai y Brasilia.
Alstom también se interesa en las baterías -utilizadas para atravesar dos plazas históricas en Niza- mientras que el canadiense Bombardier desarrolla, en Alemania, un sistema similar al del OLEV surcoreano.
Por su parte, el grupo francés Lohr propone para su tranvía sobre neumáticos desplazar las líneas aéreas sobre el techo y pasar la corriente con brazos de captación instalados en los postes de alumbrado público.
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