Debemos admitir que seguimos en recesión y que ésta se alargará si no se actúa con rapidez, como lo confirman los siguientes datos: los desempleados en 2008 se situaron en 2.300.000 personas, en 2009 en 3.500.000 y en febrero de 2010 supera la cifra de 4.000.000, con tasas del 9,6%, 17,9% y 18,8% sobre población activa, respectivamente, y con tendencia a subir.
El déficit público ha pasado de 0,70% en el 2008 al 11,40% sobre el PIB al cierre del 2009, sin olvidar el endeudamiento exterior que raya el nivel de peligrosidad, y una balanza comercial exageradamente negativa.
Decimos que seguimos en recesión puesto que el número de empresas sigue disminuyendo, aumentan las cifras de desempleo, el déficit público puede ser insostenible y el endeudamiento exterior desproporcionado. Hemos perdido mucho tiempo y de no reaccionar con urgencia las consecuencias serán irreparables.
En otro orden de cosas afirmamos que es imprescindible la unión para converger en una sola dirección y olvidar la eterna polémica sobre autodeterminaciones y nacionalismos. Si somos inteligentes solo debe hablarse de sumar fuerzas.
Tomar medidas de corto alcance, inconexas y en algunos casos disparatadas, despreciando las de hondo calado y largo alcance; la anteposición de los ideales políticos a las necesidades de la economía real y al bienestar general; las luchas personalistas carentes de generosidad y los insultos continuos, solo sirven para ocultar la imperiosa y urgente necesidad de emplear todo el esfuerzo y el talento en adoptar las medidas de estructura interior y la ‘consecución de acuerdos y pactos económicos internacionales’.
Acudamos a la corrección de nuestra maltrecha economía, al establecimiento de una estabilidad duradera, de una confianza y paz social y a un estímulo creativo generalizado.
Se hace imprescindible meditar con rapidez un programa de nueva factura, alcanzable y eficaz que nos permita planificar a corto, medio y largo plazo soluciones de nueva política económica que coloquen a España en el lugar que merece.
Necesitamos líderes carismáticos, inteligentes y de proyección internacional a la vez que poseedores de autoridad firme para implantar las medidas que se demandan. A líderes así todos les seguiremos, aportando nuestro esfuerzo y trabajo a fin de conseguir el sostenimiento de una nueva política económica creíble.
Hacia un cambio de la estructura económica mundial - Tras las grandes crisis generalizadas, se derrumban las reglas y costumbres internacionales, naciendo otras nuevas que corrigen los fracasos, superados por economías emergentes y cambios de comportamiento en las tradicionales.
Esto obliga a recomponer las reglas internas de cada Estado que permitan su integración en el mercado global. Sólo la integración y la convergencia, renunciando a protagonismos personales o de partido, nos llevarán a un nuevo estado de bonanza. No olvidemos que si los líderes y los gobiernos se golpean entre sí, es sin duda porque no tiene talento ni ideas renovadoras.
Nuestros gobernantes deben despertar, abandonando sus actuales posturas, situándose en una atalaya con visión de largo alcance que permita planificar a corto, medio y largo plazo.
Se proponen numerosas medidas y reformas estructurales sin que se concreten ni se establezca un calendario para su desarrollo y aplicación. Sin duda son necesarias, pero perderemos un precioso tiempo sumergidos en discusiones e imprecisiones, pretendiendo aplicarlas en su conjunto para una armonización total.
Grave error, que originará un largo periodo de estancamiento, como le ocurriera a Japón en la década de los noventa por su dañado sector financiero y su desmesurada burbuja inmobiliaria.
Con independencia de fortalecer un mercado libre y competitivo, las líneas maestras urgentes que proponemos para comenzar el relanzamiento de la economía real son las siguientes:
- A.- Reforma del sistema financiero.
B.- Adecuación de la fiscalidad a la actual coyuntura.
C.- Potenciación del departamento comercial de nuestra red de embajadas.
A.- Devolver la confianza en el sistema financiero es básico; la solvencia, la liquidez y la rentabilidad son los avales de su cotización en los mercados bursátiles. Ello y la fluidez de crédito, son paso previo e indispensable hacia la creación de confianza en los depositantes y emprendedores, en la actualidad, éstos últimos únicos creadores de puestos de trabajo.
Por ello, los Estados inyectaron dinero al sistema, y los Bancos Centrales deben trabajar intensivamente como reguladores, estableciendo un plan de reformas legislativas y de control.
En España, se hace aún más necesario, debido al error cometido al canalizar el ahorro interior y los recursos del exterior hacia un solo sector de la economía como es el inmobiliario, aun a sabiendas de que la construcción de viviendas superaba escandalosamente a la demanda, ocasionando así, una inversión poco diversificada y con ello serios problemas de morosidad.
En España la situación es más grave que en el resto de los países de la CE, excepto Grecia, casi sin posibilidades de recuperación sin apoyo externo debido a su pobre economía y su desgobierno reconocido.
Para nosotros ha sido necesaria la absorción de activos inmobiliarios que ya alcanzan los 13.000 millones en bancos, y 35.000 en cajas. Esto requiere una liquidación ordenada de los mismos y un esfuerzo en provisiones, cuestión que puede desequilibrar el mercado del crédito.
Legislemos nuevas normas para el sector financiero; contrólese su cumplimiento para que la banca comercial dirija el crédito al colectivo empresarial de forma diversificada y a los sectores potencialmente más rentables.
Debe recordarse que la agricultura y el turismo son los que más nos pueden ayudar a salir de la crisis de forma más rápida y están completamente olvidados, pero esto es tema para otro espacio.
Aun más vigilancia debe establecerse sobre el control de la banca de inversiones, que tanto influye en la creación de burbujas peligrosas si la dejamos en manos de gurús especuladores, de falsa sabiduría técnica y faltos de experiencia.
Cumplido con rapidez lo anterior, habremos iniciado la confianza de empresarios y consumidores.
Dejémonos de ideologías políticas y trabajemos para una economía orientada al desarrollo disciplinado y a la implicación en los esfuerzos comunitarios: ha de tenerse muy en cuenta que nuestra economía más que duplica la influencia de la de Grecia, Portugal e Irlanda y es un peligro para la Eurozona. Si no somos rápidos, no nos lo van a permitir y nos encontraremos metidos en un verdadero avispero. Las instituciones financieras deben acometer con la máxima urgencia su reestructuración interna.
B.- El segundo pilar de sostenimiento para evitar una larga fase de estancamiento, es la reforma de la fiscalidad, cuyo detalle sería motivo para otro estudio. Pero lo cierto es que urge una disminución de la presión tributaria en determinados impuestos, aunque su implantación sea temporal y selectiva.
El producto interior bruto no subirá sin esta medida, ni se contribuirá a la capitalización empresarial, al lanzamiento de los innovadores, creativos e investigadores capaces de aportar viabilidad, competitividad y rentabilidad.
El Congreso aprobó unos presupuestos que suprimieron los estímulos fiscales y se reguló la subida de impuestos. Unos presupuestos no equilibrados cuya diferencia entre ingresos y gastos se saldaba con la insólita partida “a emisión de deuda”.
Resulta sorprendente que de forma bastante generalizada algunos políticos basen su justificación del incremento fiscal apoyándose en la necesidad de superar la disminución de los ingresos y mejorar el endeudamiento público. Craso error. Japón nos ofreció en 1997 una demostración evidente de que la subida de impuestos ahogó la recuperación durante muchos años.
Los empresarios no necesitan dinero a fondo perdido: hay que ofrecerles reducción de impuestos y solidez del sistema bancario para financiación al crecimiento de sus resultados y, como consecuencia, del PIB. Con ello disminuirá el paro y la carga estatal que ello supone, los beneficios crecientes nutrirán el impuesto sobre los mismos, y la recaudación de los impuestos indirectos crecerá también. Más impuestos, menos consumo, incremento de los precios, cierre de empresas y más paro. ¿Es tan difícil comprenderlo?
Sólo hace falta convencimiento, decisión y valentía, sin olvidar una drástica e impopular disminución del gasto público.
C. De que el cambio de la estructura mundial está comenzando, no hay la menor duda. Los hechos apuntan a que en breves años quedarán definidos 3 bloques económicos de gran potencia que cambiará el ranking mundial.
Un bloque seguirá siendo América del Norte; otro la Europa Comunitaria y un tercero, que tal vez se convierta en la locomotora y marcará nuevas directrices y mercados, lo compondrán China, Corea del Sur, India, Nueva Zelanda y Australia. Ellos y los componentes de la Asociación de Estados del Sureste Asiático (ASEAN) han mantenido conversaciones hacia una unión económica, que no política, impulsada por el primer ministro nipón Yuio Hotoyama, lo cual reducirá la dependencia de EEUU.
Esta imponente agrupación económica abarca más del 50% de la población del globo, el mayor caudal monetario y un PIB que tal vez supere el 40% mundial, y prescindirán de sus controversias políticas en aras de un pacto económico gigantesco. Ellos aseguran que su crecimiento superará el 2% anual. Sin duda el mayor número de grandes empresas del globo estarán en el bloque.
Si todo esto se ha iniciado y concluirá en breves años ¿qué hace España perdiendo el tiempo y el dinero con quien nada puede darnos o correspondernos? ¿por qué no lanzar el trabajo de nuestras embajadas hacia los componentes del nuevo bloque asiático?
Nuestras embajadas, apoyándonos en sus relaciones diplomáticas y potenciando a sus agregados comerciales, son las indicadas como apoyo a la expansión exterior. Prestarían un servicio excelente a los empresarios con vocación internacional previo análisis de su viabilidad por los propios agregados comerciales, auxiliándose de asesores especializados. Son aquellas, “España en el mundo de forma continuada y permanente”, ventajas que no pueden ofrecer los departamentos y corporaciones actuales, faltos de experiencia en cada país y de la capacidad necesaria.
Nuestra situación geográfica entre continentes es excelente y debe ser aprovechada para los intercambios intercontinentales.
(*) Economista y empresario
No hay comentarios:
Publicar un comentario