martes, 24 de agosto de 2010

Una constructora española pone en peligro un paraíso mexicano

MÉXICO.- México, Golfo de California, municipio de Los Cabos. En la tierra, dunas y playas desiertas, recorridas únicamente por las tortugas que las usan durante determinados meses al año para desovar. En el mar, el arrecife de coral más antiguo del Pacífico mexicano con todos los colores de ese refugio vivo bajo el agua. El paraíso se llama Cabo Pulmo y su guardián es una pequeña población costera. Su enemigo: la empresa española Hansa Urbana, que castigada por la crisis del ladrillo en España ha decidido construir un segundo Cancún a las puertas del edén mexicano, según publica 'El Mundo'.

Cabo Cortés es el nombre del proyecto, orientado a turistas de alto poder adquisitivo, y que ocupará "una extensión superior a 3.800 hectáreas, contará con un puerto deportivo, dos campos de golf, capacidad para 30.000 habitaciones y 5.000 viviendas para los trabajadores, es decir, una capacidad habitacional casi igual a la de Cancún", según denuncia Greenpeace en su informe presentado este lunes en México DF 'Cabo Cortés: destruyendo el paraíso'.

El conflicto surgido con este nuevo Cancún estriba en que limitará al norte con Cabo Pulmo, Área Natural Protegida por el Gobierno mexicano desde 1995 y considerado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO desde 2005. Organizaciones locales e internacionales y científicos no se han cansado de denunciar el impacto que tendrá este proyecto desde que en 2008 la empresa Hansa Urbana obtuviera de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México (SEMARNAT) la autorización para iniciar la construcción.

"Cabo Cortés puede tener un impacto totalmente destructivo sobre el arrecife de coral y todo el ecosistema. Su estudio de impacto ambiental presenta numerosas deficiencias que no han sido corregidas; se basa en información falsa o errónea; no analiza a fondo algunos de los impactos potenciales más graves; y no tiene en cuenta los problemas sociales que puede generar la llegada masiva de trabajadores a una región poco poblada y escasa de servicios", denuncia Fay Crevoshay portavoz de la organización Wilcoast.

Y son muchos factores los que afectarán a este hogar de mantas gigantes, tiburones, tortugas marinas, a este paso obligado de ballenas jorobadas y refugio de especies protegidas por ser consideradas raras o amenazadas. Sólo el puerto deportivo ya es motivo de denuncia: contará con 490 amarres y se construirá en una zona de dunas, lo que afectaría al flujo de las mareas y pondría en peligro el delicado ecosistema.

Los habitantes de Cabo Pulmo

Otro de los problemas a los que se enfrenta el paraíso mexicano es al uso de una desaladora que abastecerá a la nueva ciudad del 65% del agua potable que necesitará. Greenpeace explica que "la planta desalinizadora proveerá una cantidad de 750 litros por segundo y devolverá 500 litros de amargos y salmueras al mar". El resto del agua potable que usará Cabo Cortés será extraída de pozos, lo que significa que "monopolizará el agua del único acuífero significativo en uno de los ecosistemas más desérticos del país", afirma Greenpeace en su informe, preocupada por el control privado del agua de la comunidad.

Los habitantes de Cabo Pulmo, unas 120 personas, se han tomado muy serio la protección de su edén. Estos últimos años han apostado por la conservación del entorno y un modelo turístico sostenible. El número de visitantes está controlado, pero los afortunados que entran pueden disfrutar de la naturaleza del lugar observando a los animales en tierra o buceando. Ahora, están preocupados por la posible llegada masiva de turistas y no se olvidan de lo que supondrá el control del agua.

"El proyecto Cabo Cortés pone en riesgo nuestro sustento de vida. Y es injusto que se le otorgue la concesión de 4,5 millones de metros cúbicos anuales de agua en una zona desértica cuando a nosotros nos hace falta y que se descarguen salmueras que vayan a dar al arrecife", subraya Mario Castro, habitante de la comunidad.

Greenpeace considera que el hecho de que se otorgara inicialmente la autorización a la constructora española y ahora se pretenda modificar debido a irregularidades pone en evidencia la falta de rigurosidad a la hora de aprobar proyectos que ponen en riesgo el medio ambiente.

"Es increíble que autorice un proyecto depredador como Cabo Cortés con un solo trámite y dos años después, sólo por la presión de la sociedad y recursos legales, se decida modificar la autorización. No queremos que se modifique la autorización, queremos que se cancele pues hay argumentos que van más allá de los recursos legales, que ponen en riesgo a Cabo Pulmo", reclama Alejandro Olivera, portavoz de Greenpeace México.

Las irregularidades de Hansa Urbana

La empresa española Hansa Urbana ya acumula en España una serie de investigaciones por irregularidades en el proceso de aprobación de un proyecto en Cartagena conocido como Novo Carthago, especialmente en lo que se refiere a la tramitación urbanística y el proceso de recalificación de los terrenos.

La Fiscalía de Murcia lo ha investigado después de conocer que el campo de golf va a construirse en un paraje protegido por la Unión Europea. De momento, la construcción está parada, y no sólo por temas judiciales, también por la propia crisis económica.

La organización ecologista también ha sacado otros trapos sucios de la constructora. En mayo de 2010, Rafael Gálea, director general de Hansa Urbana fue llamado a declarar por un juez como imputado por la existencia de "indicios racionales" de participación en delitos contra la Hacienda Pública y falsificación de documentos. La cuantía de los delitos superaría los seis millones de euros.

Greenpeace considera "inaceptable que las empresas inmobiliarias y turísticas españolas, actores clave en el desarrollo insostenible llevado a cabo en España durante los últimos años, y que ahora se demuestra agotado, pretendan reproducir en otros países el desastre que ya han causado aquí".

"Su modelo de negocio a corto plazo deja de lado los peligrosos impactos sociales, medioambientales y laborales de sus proyectos e hipoteca el bienestar de las generaciones futuras a cambio de beneficios rápidos para unos pocos", afirma contundente Mabel Bustelo de Greenpeace España.

A todas las denuncias se suma una realidad del país americano: en zonas cercanas de Baja California Sur ya hay otros complejos turísticos y hoteleros que no alcanzan ni remotamente los grados de ocupación previstos. En 2009, Los Cabos estuvo ocupado al 22% de su capacidad y en 2010 llegará, en el mejor de los casos, al 60%”. Entonces, ¿es recomendable en términos económicos Cabo Cortés?

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