MADRID.- El recién ungido por José Luis Rodríguez Zapatero como vicepresidente primero, ministro del Interior y portavoz del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, también acumulará el poder del control político efectivo sobre el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Fuentes de la lucha antiterrorista trasladan a La Gaceta su inquietud por el poder que acumula el también ex portavoz del Ejecutivo de Felipe González, dados los precedentes en la materia.
“Está cantado, Zapatero apuesta por el final de ETA como última baza de la legislatura y delega en Rubalcaba, cediéndole hasta el control político de los servicios secretos y la potestad de marcar las líneas maestras de su actuación”, alertan las mismas fuentes.
Efectivamente, tal y como establece la Ley 11/2002, de seis de mayo, reguladora del Centro Nacional de Inteligencia (la norma que sustituyó el antiguo Cesid por el actual CNI regulando con rango de ley los servicios de información), la principal misión de la casa no es otra que la de “proporcionar al Gobierno la información e inteligencia necesarias para prevenir y evitar cualquier riesgo o amenaza que afecte a la independencia e integridad de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones.
Para ello, pese a lamentables episodios de un pasado no tan lejano, el centro se adscribe al Ministerio de Defensa con unos “objetivos definidos por el Gobierno” que se aprueban anualmente “por el Consejo de Ministros y se plasmarán en la Directiva de Inteligencia”.
El espionaje español se coordina con el resto de servicios de información de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que ya controlaba Rubalcaba mediante “la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia, presidida por el vicepresidente del Gobierno que designe su presidente, e integrada por el ministro de Asuntos Exteriores, el ministro de Defensa, el ministro del Interior, el ministro de Economía, el secretario general de la Presidencia, el secretario de Estado de Seguridad y el secretario de Estado, director del Centro Nacional de Inteligencia” .
De acuerdo con la ley, la citada comisión es la que propone al presidente “los objetivos anuales” del CNI. Esto es, Rubalcaba asume el control político de las directrices que deben guiar la actuación del espionaje español. También debe “realizar el seguimiento y evaluación del desarrollo de los objetivos” del CNI y velar por la coordinación de éste con los FyCSE y “los órganos de la Administración civil y militar”.
La Comisión de Rubalcaba se reúne con una periodicidad mensual, aproximadamente, y el vicepresidente primero, ministro del Interior y portavoz del Gobierno deberá presentar la Directiva Anual de Inteligencia, secreta, antes de que concluya 2010.
Con la dirección político y gubernamental del Centro Nacional de Inteligencia, Rubalcaba acumula toda la información sensible recabada por y para el Estado y ordena sus líneas maestras. Cierra el círculo y se asegura un particular desquite con los servicios secretos, organismo con el que ha mantenido roces más o menos soterrados como los de 2008 (entonces dirigía la Casa Alberto Sáiz, hombre de confianza del multipropietario presidente del Congreso, José Bono).
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