EL CAIRO.- Mubarak no renuncia al cargo y promete reformas tras la jornada de protestas, en la que al menos 95 personas han fallecido y 2.000 han resultado heridas. La tensión se ha intensificado en Egipto después de los violentos disturbios de ayer, que obligaron al presidente Hosni Mubarak a decretar el toque de queda. El Ejército se ha unido a los manifestantes para pedir la dimisión del jefe de Estado que se aferra al cargo.
Medios locales publican que 95 personas han fallecido en las revueltas contra el Gobierno de Mubarak, mientras que Reuters cifra en 2.000 los heridos.
El presidente egipcio pidió ayer al Gobierno su dimisión y anunció que hoy mismo nombraría un nuevo Ejecutivo, pero no ha sido suficiente y las manifestaciones han continuado. Los manifestantes apoyados por los soldados tienen el centro de El Cairo sitiado.
Además, ha afirmado que "la soberanía será devuelta al pueblo" y ha recalcado que las "metas no pueden ser alcanzadas con la violencia" sino con "diálogo nacional". Tras reconocer que está "preocupado" por las movilizaciones de los últimos cuatro días, ha dicho que él "siempre" ha estado "al lado de la gente".
"Y seguiré haciéndolo", ha añadido.
Mubarak se ha comprometido a reducir el desempleo y a mejorar la educación y el sistema sanitario, además de tomar "todas las medidas para mantener la seguridad y la libertad" en el país.
A pesar de que las protestas se han centrado en las últimas horas en pedir la renuncia de Mubarak, en el poder desde 1981, el gobernante egipcio no ha expresado ninguna intención de renunciar al poder.
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