miércoles, 20 de julio de 2011

Greenpeace dice que la "burbuja infraestructural" de Puertos del Estado es la "principal amenaza" del litoral valenciano

MADRID.- Los más de 200 kilómetros que ocupan los Puertos del Estado son, a juicio de Greenpeace, "la principal amenaza" para el litoral español y valenciano, que se enfrenta a una "burbuja infraestructural" ante el exceso de proyectos portuarios sin justificación económica pero con un alto coste medioambiental, según se desprende de las conclusiones de la última edición del informe 'Destrucción a toda costa', que desde hace 11 años elabora la ONG y en el que se constatan las principales amenazas a las que se enfrentan estos ecosistemas.

   Así, el documento revela que los puertos "han tomado el relevo" al ladrillo y detalla que, actualmente, 20 de las 28 autoridades portuarias existentes en España (que dependen de Puertos del Estado y que gestionan los Puertos de Interés General) están ejecutado o tienen proyectos de ampliación de sus instalaciones.
   Por lo que se refiere a la Comunitat Valenciana, el estudio menciona los planes de la Autoridad Portuaria de Valencia para ganar 153 hectáreas al mar y la paralela ampliación del puerto de Sagunto en casi 300 hectáreas.
   Según Greenpeace, el puerto de Valencia, con su ampliación, ocuparía una superficie mayor que el puerto de Hong Kong y, sin embargo, movería un volumen de contenedores diez veces menor. En este sentido, advierte de que esa actuación provocará "un impacto severo en las playas al norte y al sur del puerto y en el humedal protegido de L'Albufera".
   Sobre Sagunto, explica que se va a hormigonar el equivalente a 300 campos de fútbol, "lo que jalonará la costa valenciana con macroinstalaciones".
   "Pero no solo ejercen un efecto negativo sobre el litoral --prosigue--, ya que en Alicante, el crecimiento portuario se ha realizado a expensas de la salud pública y las asociaciones de vecinos denuncian los constantes episodios de contaminación provocados por las partículas de cemento y de carbón del puerto".
   Igualmente, hace notar que "con el coste de la ampliación del dique este en el puerto de Castellón se podrían inyectar los millones pendientes para construir dos hospitales y cuatro centros sanitarios".
   Greenpeace considera que, hasta el momento, el exceso de obras se ha justificado con el argumento de "un posible negocio futuro" sin que se haya tenido en cuenta "ni el descenso de la actividad portuaria ni las lecciones de la explosión de la burbuja inmobiliaria".
   Además, la ONG señala que muchos de estos puertos compiten entre sí, lo que supone que se están gestando "puertos fantasma" que no tendrán barcos en el futuro, y recuerda que cuatro autoridades portuarias --Valencia, bahía de Algeciras, Barcelona y Bilbao-- concentran más del 70% del tráfico de mercancías.
   La ocupación de la primera línea de costa por los puertos estatales está ocasionando un daño irreparable cuya dimensión se aprecia perfectamente al comparar los 2,3 kilómetros del complejo Marina d'Or, símbolo de la desnaturalización del litoral, con los 20 kilómetros que ocupa el puerto de Vigo o los 12 del de Barcelona. La destrucción costera también afecta a las especies de la zona, y elimina la capacidad natural de la costa de amortiguar y adaptarse a los efectos de la subida del nivel del mar por el cambio climático.
   La organización ecologista también critica el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes (PEIT) que, entre 2005 y 2020, va a invertir 22.480 millones de euros en infraestructuras portuarias. Según Greenpeace, el régimen económico de los Puertos del Estado permite que cada puerto pueda ejercer de manera independiente sus actividades y proyectar ampliaciones sobre el litoral "sin tener en cuenta que en muchos de los casos solo les separan una decena de kilómetros".
   A juicio de la ONG, la actividad económica y el empleo que generan las obras "únicamente se sostienen a corto plazo y, sin embargo, los costes de mantenimiento de estas costosas infraestructuras perduran a lo largo de toda la vida útil".
   "No sólo la generosidad europea ha contribuido a la financiación de los proyectos, también la especulación ideada por ayuntamientos y puertos ha contribuido en gran manera a financiar puertos y a destruir el litoral. Lo que no permite la Ley de Costas, sí lo permite la Ley de Puertos", según ha denunciado la responsable de la campaña de Costas de Greenpeace, Pilar Marcos.
   La destrucción costera también afecta a las especies de la zona y elimina la capacidad natural de la costa de amortiguar y adaptarse a los efectos de la subida del nivel del mar por el cambio climático. En palabras de la directora de Greenpeace, Miren Gutiérrez, "es necesario un cambio de la actual política de hormigón en el litoral".
   "Seguimos invirtiendo dinero público en nocivas infraestructuras sin futuro que son pan para hoy y hambre para mañana, como ya pasó con el ladrillo en la costa. No se están analizando las necesidades reales del sistema portuario ni se tienen en cuenta los costes ambientales ni daños a otros sectores claves para España como el turismo o la pesca", ha añadido.
   Por todo ello, Greenpeace ha pedido un cambio de modelo de desarrollo en las políticas portuarias estatales y ha reclamado "urgentemente" una moratoria a las nuevas obras de ampliación, con especial hincapié en los proyectos de Pasaia o El Gorguel: "Aún estamos a tiempo de llegar a buen puerto, por eso es necesario poner fin a este sinsentido portuario", según Marcos.
   Además, entre otras demandas, Greenpeace cree que se debe aprobar la Estrategia de Sostenibilidad de la Costa para armonizar todas las actividades en la franja costera, poner freno a los fondos europeos que financian infraestructuras de gran impacto ambiental, aprobar una Evaluación Ambiental Estratégica del Plan Sectorial de Puertos que evalúe el impacto de las dársenas y sus estructuras asociadas y apuestar por una reforma fiscal verde para que las actividades más dañinas sobre el litoral tengan un coste extra.

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