domingo, 9 de octubre de 2011

Dolores Amorós, temida y ambiciosa / Carlos Arcaya

María Dolores Amorós entró a trabajar en una pequeña sucursal de la caja en la localidad de San Vicente del Raspeig a los veinte años. Fue entonces cuando comenzó su formación universitaria y su ascenso hasta las oficinas centrales de Caja Mediterráneo.

En febrero de 2001, el anterior director general, Roberto López Abad, la convirtió en su mano derecha y la nombró directora general adjunta. Fuentes sindicales aseguran que durante estos últimos diez años ha sido ella quien ha controlado el día a día de la caja; llevaba la estrategia empresarial y fijaba los organigramas directivos.

Temida para muchos; temperamental y ambiciosa para otros; incapaz y rodeada de personas afines, según otros a los que no les extraña que la Fiscalía Anticorrupción le haya abierto una investigación.

Durante toda esta última década la CAM llevo a cabo una ambiciosa expansión, con arriesgadas inversiones inmobiliarias que hicieron de la entidad la cuarta del país pero que a la postre, la han llevado a la situación de extrema debilidad en la que se encuentra en la actualidad.

Antes de finalizar 2010, mientras Caja Mediterráneo fraguaba una fusión fría con Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura se convirtió en directora general de la CAM ya que su inmediato superior, Roberto López, pasó a ser director del banco resultante de la fusión.
Esta operación se frustro en marzo de este año. 

Las otras tres cajas, compañeras de viaje de la CAM, dejaron a la entidad alicantina en la estacada y rompieron el acuerdo. Este hecho supuso que López Abad, de 55 años, se acogiera a un ERE y se prejubilara. El exdirector general de la CAM cobró casi 6 millones de euros.

Finalmente, la CAM fue intervenida por el Banco de España el pasado 22 de julio y María Dolores Amorós fue suspendida de empleo -que no de sueldo- el 10 de agosto. Sin embargo, no fue hasta el pasado 28 de septiembre cuando fue despedida por los administradores del FROB.

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