MADRID.- Si alguien conoce como la palma de su mano el suelo, el terreno, los solares de las provincias de Alicante y Murcia, ese hombre es Juan Enrique Serrano, abogado urbanista. De los mejores. De éxito. Por sus manos han pasado los planos de miles de millones de metros cuadrados del sureste español que han sido sometidos a algún tipo de actuación urbanística. Y también algunas otras superficies bastante alejadas del Mediterráneo, pero no por ello menos polémicas, opina hoy 'El Confidencial'.
Muchísima gente lo conoce, pero es difícil cazarlo en un acto público. Tiene muchos detractores, algo que él achaca al provincianismo. Y su afabilidad no se altera cuando asegura que desconocía su apodo, Mister Samsonite, que le impusieron durante su etapa de mayor actividad en la Vega Baja del Segura.
Tiene abierto doble despacho urbanista en Alicante y Murcia desde poco después de abandonar su primer puesto de verdadera relevancia en 1987. Hasta ese día había ejercido durante cuatro años como concejal de Urbanismo y teniente de Alcalde del ayuntamiento, entonces socialista, de la capital murciana. Escrupuloso, él mismo cuenta que mantuvo durante dos años un alejamiento profesional absoluto de ese municipio, en estricta aplicación de la ley de incompatibilidades.
Trasladó su actividad privada a Alicante, de cuya provincia es originario: nació en Novelda en 1957 pero se licenció en Derecho en Murcia, donde sigue viviendo. Cerca de su tierra, en la Vega Baja del Segura más concretamente, su nombre y su actividad profesional empezaron a dar que hablar. Aunque sólo fuera porque comenzó a hacer trabajos profesionales como urbanista en asuntos relacionados con el Ayuntamiento de Orihuela que, tras una moción de censura que derrotó al PSOE, quedó en 1987 en manos del Partido Popular, con el controvertido y procesadísimo alcalde Luis Fernando Cartagena a la cabeza.
La conquista de Alicante
Su actuación profesional primigenia en Orihuela ha marcado su trayectoria. Para bien y para mal. No en vano, los tribunales han mirado con lupa la gestión de Luis Fernando Cartagena de 1987 a 1997, como alcalde, y de 1995 a 1999 como consejero de Obras Públicas de la Generalitat valenciana, presidida por Eduardo Zaplana. Lo cierto es que en aquella época se urbanizó gran parte de la costa sur de Alicante, desde Pilar de la Horadada hasta más al norte de Torrevieja. En esta ciudad, que pasa de 20.000 habitantes en invierno a 300.000 en verano, la actuación profesional del despacho urbanístico Serrano y Asociados fue determinante para su expansión. La última actuación urbanística para que la costa sur de Alicante quede totalmente colmatada por construcciones, en la Playa de la Mosca, también ha sido asesorada por Serrano y Asociados para la inmobiliaria madrileña Gomendio.
Serrano no oculta su orgullo profesional por su actividad: “Fuimos los que más programas [urbanísticos] hicimos en la Comunidad Valenciana del 94 en adelante”, asegura. Niega, por otro lado, que se haya hecho de oro: “Mis números son los de un abogado, no los de un empresario”.
El éxito en Alicante le colocó en el ojo del huracán, aunque no era ni es un personaje público, de los que tan frecuentemente salen en las fotos de los diarios locales. No se sabe tampoco que jugara al fútbol, ni que tenga afición, desmedida o no, al llamado “deporte rey”, aunque sí se conoce que cultiva los safaris africanos de caza mayor. No obstante, en los últimos lustros su despacho ha trabajado mucho -y se supone que bien, pues repite encargos- para constructores dueños de equipos notables de sus dos provincias de principal actividad: Hércules de Alicante, Real Murcia y Cartagena Club de Fútbol.
Samper y el polémico plan de Murcia
Tras su asentamiento en Alicante, Serrano volvió a Murcia. Lo hizo por la puerta grande, asesorando el plan urbanístico al norte de la ciudad, controvertido y polémico, con nuevo estadio de fútbol incluido, que llevó a cabo el empresario Jesús Samper, quien compró el Real Murcia en 1994, y desde entonces se ha convertido en una especie de piedra clave del urbanismo murciano.
Sigue con Samper, cuya empresa Santa Mónica Sports posee los derechos de marketing de la Selección Española. Serrano y Asociados trabaja actualmente en el planeamiento urbanístico que debe alumbrar el parque temático de la Paramount Pictures, cuyo parto ha sido “encomendado” por la Comunidad Autónoma de Murcia, gobernada por el PP, a Samper, como captador tentativo de los 1.000 millones de inversión necesarios.
Serrano ha hecho probablemente muchas cosas bien, incluyendo dos libros para especialistas en los que analiza la legislación urbanística valenciana y murciana, y la primera crítica profesional que se hizo a los Programas de Actuaciones Integradas (PAI) valencianos, en 1999, publicada en la Revista española de Derecho Administrativo. Pero también -¿cosas del destino?- ha participado como asesor urbanístico en asuntos tremendamente controvertidos y que han acabado o siguen en los tribunales.
Ladrillos y fútbol
El que más repercusión nacional tuvo fue la fallida urbanización en Las Navas del Marqués (Ávila), en la que el promotor era otro hombre de la construcción metido al fútbol, Francisco Gómez, dueño del club cartagenero. Aquello terminó en los tribunales y paralizado, aunque Serrano asegura, entre otras cosas, que “la masa forestal que se iba a talar era menor que la saca de madera anual” para la conservación del pinar. Su debilidad por el fútbol le llevó a trabajar también con Valentín Botella, constructor de Orihuela que devino presidente del Hércules y lo subió a Liga BBVA en la temporada 2009-2010, aunque esta temporada juega de nuevo en la Liga Adelante.
Como todo profesional liberal al uso en la abogacía, Serrano no atranca. Así, no tuvo inconveniente para acudir, en la primera década de este siglo, al llamado del que era alcalde socialista de Jumilla, Francisco Abellán, para trazar más de veinte planes urbanísticos y construir unas 25.000 nuevas viviendas… en un municipio de 20.000 habitantes.
Aquello quedó en agua de borrajas, con solo cuatro planes aprobados, en parte por el estallido de la burbuja inmobiliaria, en parte porque un pastor no tragó con que le reclasificaran su tierra (ver el libro Los señores del ladrillo, de N. Cardero) y quizá también porque, como Serrano asegura satisfecho, “el documento de transformación del suelo que se hizo es el más duro de toda la Región de Murcia”. Aunque en esto último las interpretaciones no concuerdan.
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