Al PP le fastidiaban tanto los ‘embajadores políticos’ que, en su toma de posesión al frente de Exteriores, el ministro García-Margallo anunció que se había acabado lo de mandar a los amigos al extranjero a conocer gente a gastos pagados, y que desde ese mismo momento las legaciones españolas serían ocupadas por miembros de la carrera diplomática, que eso sí que es un cuerpo y no el de bomberos. Sólo se harían excepciones, según dijo, en caso de “personas extraordinarias en circunstancias extraordinarias”. Y aquí es donde Federico Trillo, nuevo embajador en Estados Unidos, entra en acción.
De Trillo no se sabe que es más extraordinario, si la persona o las circunstancias. Desde luego, es del todo extraordinario que Trillo haya seguido políticamente vivo después de un caso como el del Yak 42, aunque más excepcional todavía fuera el razonamiento que le permitió no ocultarse de por vida bajo las piedras: las actuaciones de un Gobierno saliente no son revisables porque al perder las elecciones se sustancian sus responsabilidades políticas. Tan extraordinaria como esa justificación de la impunidad ha sido su habilidad para convertirse en el gran confesor del PP, un hombre tan entregado a la defensa de los implicados en la trama Gürtel que, a simple vista, no se distinguía al portavoz de Justicia del asesor que facturaba al partido por esos mismos conceptos.
Luego están las circunstancias. Es extraordinario que el embajador en EEUU haya tenido que refrescar su inglés a toda prisa con un curso en Londres. La inmersión ha sido muy oportuna para tener a punto el idioma, no vaya a ser que ahora que nos van a devolver el tesoro del Odyssey no nos enteremos de dónde tenemos que ir a recogerlo. No se podía haber elegido a alguien más adecuado para mejorar las relaciones con Estados Unidos. Quien fue capaz de convencer a Camps para que dimitiera no tendrá problemas en persuadir a Obama de que España es un gran país, la consigna nacional.
Las reformas estructurales van despacio, pero ya se ha conseguido el gran objetivo de darle a Trillo su merecido. Lo siguiente, colocar a González Pons.
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