jueves, 20 de junio de 2013

La obsesión con la alta velocidad, inmune al recorte del gasto

ALICANTE/MADRID.- Una vía pecuaria de un solo sentido usada por los agricultores es la principal vía de acceso a la magnífica nueva estación de cristal y acero en la pequeña localidad de Villena, en Alicante, una de las paradas de la línea de alta velocidad inaugurada el lunes. Es un impresionante edificio nuevo de 4.500 metros cuadrados en medio de ninguna parte.

El Gobierno central financió la línea ferroviaria entre Madrid y Alicante, en la Costa Blanca. El Ejecutivo regional iba a pagar las obras para conectar con la cercana autovía y con Villena, localidad de 35.000 habitantes. Pero se quedó sin fondos, dejando la estación en la estacada.
 
La situación dice mucho de España y de sus finanzas, sobre el amor hacia grandes proyectos con los que mostrar su modernidad y la incapacidad para pagarlos.

El Gobierno regional prometió finalizar las obras, pero en este momento no está claro cuándo y dónde podrá encontrar los fondos ya que, al igual que el Gobierno central, está teniendo dificultades para recortar el gasto en educación y en sanidad.

Ximo Puig, jefe de la oposición socialista regional, dice que la estación corre el riesgo de convertirse en otro elefante blanco en un país donde docenas de aeropuertos, estaciones ferroviarias, autovías o centros culturales construidos durante los diez años de boom inmobiliario se usan mínimamente o han sido cerradas.

"Se trata de una infraestructura muy útil y necesaria pero ha habido mucha improvisación, una falta completa de planificación y cabe el riesgo que se quede en nada, empezando por Villena", dijo el lunes.

España ha entrado y salido de la recesión desde que su crecimiento, espoleado por el crédito, terminó abruptamente en 2008, alimentando un desempleo masivo y poniendo al país al borde de solicitar un rescate internacional.

De cara a cumplir con las estrictos objetivos de déficit acordados con Europa, ha prometido reformar su administración, su programa público de pensiones, su sistema fiscal y su sector energético, entre una lista de cerca de un centenar de reformas que se comprometió a llevar a cabo antes de 2015.

Una cosa que no se recortará, sin embargo, es el plan para sumar más líneas de AVE en la que es ya la segunda mayor red de alta velocidad en el mundo después de China.

Lejos de reducir los planes del anterior Gobierno socialista, el Ejecutivo conservador de Mariano Rajoy pretende invertir más de 25.000 millones de euros en la próxima década para prácticamente doblar la actual red de 3.100 kilómetros con la idea de llegar a regiones como el País Vasco, Galicia o Murcia.

Rajoy, que hizo el lunes el viaje inaugural de la línea junto con el príncipe de Asturias, dijo en un discurso en Alicante que construir líneas de AVE seguirá siendo prioritario.

"A pesar de las dificultades presupuestarias, uno de los objetivos del Gobierno es impulsar inversiones que realmente sean productivas, para que así contribuyan al gran objetivo que compartimos gobierno y sociedad: la recuperación económica y la creación de empleo", dijo.

Aunque el sistema ferroviario español en su conjunto da pérdidas, la mayor parte de la alta velocidad no tiene pérdidas. Sin embargo, a principios de este mes tuvo que recortar el servicio en 41 rutas, incluyendo algunos trenes AVE, alabados por su comodidad y fiabilidad pero caros de mantener.

El Gobierno está redactando una ley para reformar el sistema ferroviario y hacerlo más sostenible.

En muchas rutas, las ciudades carecen de un tamaño suficiente para que el sistema sea sostenible, explicando en parte por qué compañías participadas por el Estado, como Renfe - que transporta pasajeros - y Adif - que construye las infraestructuras - están perdiendo dinero.

Renfe tiene una deuda de 5.000 millones de euros, mientras que la de Adif, calificada como el bono basura por el servicio inversor Moody's, supera los 11.000 millones de euros.

El Gobierno pretende evitar que se repitan errores anteriores usando trenes de segunda mano y reduciendo el número de rotaciones diarias, la nueva conexión Madrid-Alicante, que ha costado 2.000 millones de euros, puede ser difícilmente rentable.

La localidad de mayor tamaño en la ruta es Albacete, pero con sólo 170.000 habitantes y con un coste de 125 euros el billete de ida y vuelta, será inasumible para la mayoría de los españoles.

Aún así, la capacidad de pasajeros en la ruta se ha incrementado en un 40 por ciento, hasta 2,2 millones de personas al año, dos veces el número de personas que usaron el servicio de tren 50 minutos más lento en 2012.

Los partidarios del AVE dicen que la obsesión de España con la alta velocidad ha ayudado a Adif a conseguir importantes contratos en el extranjero, como la construcción de la línea a la Meca, en Arabia Saudí. Ahora tiene previsto optar a proyectos en Brasil y Rusia.

Pero en el viaje inaugural y con estaciones aún por concluir a lo largo de la ruta, pocos responsables oficiales y españoles de a pie muestran entusiasmo por los beneficios del AVE.

En Alicante, unas 200 personas protestaron contra la nueva infraestructura y no más de 50 personas dieron la bienvenida al tren en la estación de Villena.

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