MADRID.- Es el indicador más certero de una recesión. Y aunque viene lanzando
señales de alerta, parece que la próxima crisis tendrá que esperar. La
llamada curva de tipos es la representación gráfica de unir el
rendimiento de los bonos con menor plazo de vencimiento con los de largo
plazo. Por lo general la línea que dibuja este cruce suele tener una
pendiente positiva (como en la imagen inferior).
Parece lógico: los
inversores exigen más rentabilidad cuanto más largo es el plazo. No es
lo mismo prestar dinero a alguien durante tres meses o un año que
hacerlo con una promesa de devolución a diez o veinte años, con la
incertidumbre que ello conlleva. Nadie sabe lo que puede ocurrir en el
futuro, se escribe en elEconomista.
Aunque suele dibujar una pendiente positiva, en los últimos años esta
curva de tipos en los países desarrollados (sobre todo EEUU y Reino
Unido) se ha estado aplanando, y si la tendencia continúa podría
terminar invirtiéndose, lo que sería síntoma casi inequívoco de que la próxima recesión está a la vuelta de la esquina (13
meses de media). Lo que ocurre es que en contra de lo que se creía hace
unos meses, el aplanamiento total de la curva podría tardar más,
retrasando también la inversión de la misma. La próxima recesión parece
que tendrá que esperar.
Según los analistas de Axa Investment, el
aplanamiento "podría estabilizarse temporalmente". Si la inversión de
la curva tarda más en llegar (suponiendo que este indicador anticipa a
la perfección las recesiones) EEUU y el resto de economías podrían
alargar el ciclo expansivo más de lo previsto. Según el consenso de los
economistas, la pendiente de la curva de rendimientos es el mejor
vaticinador de recesiones.
¿Cómo funciona la curva?
De una forma más sencilla, el
aplanamiento de la curva de tipos quiere decir que el rendimiento de los
bonos con vencimiento a corto plazo (letras o bonos a uno o dos años)
se está acercando al rendimiento del bono de 10 años, mientras que la
inversión de la curva se produce cuando los tipos de interés a corto
plazo son más elevados que los de largo. Este rasgo es poco habitual y
se ha producido en momentos contados a lo largo de las últimas décadas.
En condiciones normales, la curva de tipos tiene una pendiente
positiva. La explicación es lógica: grosso modo, no es lo mismo prestar
dinero a alguien durante tres meses o un año que hacerlo con una promesa
de devolución a diez o veinte años. La deuda o los bonos con
vencimientos más largos suelen ofrecer un interés superior (prima a
plazo), porque un mayor espacio de tiempo es sinónimo de incertidumbre.
En diez o veinte años pueden pasar muchas cosas, como un shock
inflacionario que erosione el valor real del dinero prestado, que la
empresa, estado o persona a la que se le ha prestado el dinero
desaparezca o que los tipos se disparen. Mientras que en tres meses o un
año, la incertidumbre es inferior. Por todo ello, la curva de tipos
comienza en la parte baja con las letras o pagares y va escalando hasta
los bonos de mayor plazo. El riesgo y la incertidumbre se pagan con un
mayor interés.
Un descanso de la curva
La pendiente de
la curva se ha ido aplanando con velocidad desde finales de 2015, lo
que ha hecho saltar las alarmas entre los economistas de diferentes
bancos centrales: "Desde marzo de este 2018, los tipos a largo plazo se
han mantenido prácticamente sin cambios. La curva se ha aplanado
fuertemente en los mercados de bonos centrales, especialmente en los
países donde el ciclo de los tipos de interés cambios hace tiempo (EEUU y
Reino Unido".
Sin embargo, teniendo en cuenta las expectativas de subidas de tipos
de la Reserva Federal y los fundamentales de la economía, se puede decir
que "son consistentes con una curva más plana, pero no con una curva
invertida".
Además, los analistas de Axa creen que el estímulo fiscal en EEUU
tras la reforma que ha recortado los impuestos a las empresas y a las
personas podría incrementar los tipos de interés tanto de los bonos a
corto plazo como los de los bonos a mayor plazo. Se espera que el déficit público se incremente en los próximos años, generando cierta incertidumbre en la deuda con un vencimiento superior a uno y dos años.
Por otro lado, "el aplanamiento brusco de la curva de rendimiento ha
limitado las oportunidades en el corto plazo. Deberíamos ver una
estabilización temporal, principalmente en las curvas de la Eurozona,
donde los rendimientos a corto plazo permanecen anclados por la guía del
Banco Central Europeo".
En Europa aún hay camino
Hasta
que el BCE no inicie con claridad la reversión de sus medidas de
expansión monetaria y comience a subir tipos, no se producirá un mayor
aplanamiento de la curva, a medida que los tipos a corto (controlados
por el banco central) suban más rápido que los tipos a largo plazo,
reduciendo la prima entre ambos vencimientos.
A día de hoy, la prima entre los bonos del Tesoro de EEUU a dos años y
los de a diez años es de 50 puntos básicos, mientras que el caso del
Reino Unido son 53 puntos básicos. En la Eurozona, los bonos alemanes
muestran una prima de alrededor de 100 puntos básicos, mientras que en
el caso de España, por ejemplo, esta prima va más allá de los 150 puntos
básicos. La diferente madurez del ciclo monetario (y de la
recuperación) entre ambas regiones puede explicar esta diferencia entre
EEUU y Reino Unido con la Eurozona.
De modo que siempre que se tome la curva de tipos como el mejor
indicador para anticipar una recesión, los datos aportados por los
analistas de Axa dejan entrever que la próxima recesión podría estar más
lejos de lo esperado. Desde 1960 se han producido ocho recesiones en
EEUU y todas ellas han venido precedidas por una inversión de la curva
de rendimientos. Sólo en una ocasión, a finales de 1966, se produjo una
señal falsa, es decir, una valor negativo de la pendiente que no fue
seguido por la entrada de la economía en recesión.
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