Cuando escribí mi artículo sobre “Periodistas
del misterio” me dejé en el tintero algunos casos de compañeros
presionados que merecen reconocimiento público. La oscuridad gana
poder cuando nos acojonamos, y lo pierde cuando publicamos sus
secretos.
El caso más reciente es el
del director de “La Tribuna de Cartagena”, Josele Sánchez, al
que le han ofrecido mucho dinero para que deje de investigar el
posible asesinato de Emilio Botín, presidente del Banco de
Santander.
Josele prepara más capítulos,
centrados en la trama colombiana, del narcotraficante Jesús
Samper, de la familia del que fue presidente colombiano. Por otro
lado denuncia una campaña de acoso y amenazas hacia su persona
por parte de individuos y colectivos.
Si lo hubiera aceptado, no nos
hubiéramos enterado de nada, porque también hay periodistas
sobornados, como en toda familia hay un garbanzo negro. Se les
distingue porque son muy aburridos: tratan temas anodinos que no
molesten el poder, y a veces se les ve mucho el plumero cuando hacen
la pelota.
El caso más dramático es el
del periodista y abogado Juan Ignacio Blanco, compañero de mi
promoción, a quien le arruinaron la vida, la carrera, y
hasta le provocaron un cáncer, por tratar de
investigar el crimen de las niñas de Alcácer, igual que
hicieron con el padre de Miriam por el mismo motivo. En su momento me
solidaricé con él a través de un artículo de opinión.
También fue amenazado el
famoso periodista y escritor Juan José Benítez (cuyos libros
me encantan, y están prohibidos por el Opus Dei) para que no
investigara determinadas conspiraciones, pero él no quiso arriesgar
la seguridad de su familia. No se lo reprocho, porque la familia es
lo primero.
Una secta amenazó también
al periodista Pepe Rodríguez, especializado en sectas, pero él
se defendió depositando ante notario una información comprometedora
sobre dicha secta, con la orden de hacerla pública en el caso de que
le ocurriera algo malo. Desde entonces no han vuelto a molestarle.
A Javier Sardá le cerraron
sus “Crónicas marcianas” porque quiso invitar a Alberto Canosa a
su programa, el personaje más censurado en todos los medios de
comunicación. Canosa es abogado e investigador de enigmas y
misterios, pero nadie quiere que hable de la Cueva de Hércules en
Toledo o de los cuerpos de gigantes enterrados en rocas.
El propio Iker Jiménez
engañó a Alberto Canosa cuando le sacó información sobre la Cueva
de Hércules, para publicarla en su programa, sin mencionar para
nada a su autor y descubridor, porque está absolutamente prohibido
por los de arriba.
Canosa tuvo que
autoexiliarse en Alemania porque le mataron a su
abogado y fue engañado por Antena-3 cuando firmó un contrato
ante notario que nunca cumplió, porque la cadena fue amenazada de
cierre también por “los de arriba”.
Precisamente el infarto
súbito del doctor Jiménez del Oso llegó justo en el momento el que
quiso entrevistar a Alberto Canosa. A él no lo han podido
asesinarle porque está muy protegido.
Por tocar estos temas, el
periodista Santi Prados recibió una amenaza de muerte por teléfono,
cuya grabación escuché. En cambio a la investigadora Virtu
Pontes le quemaron el ordenador y hasta intentaron volverla loca
por el mismo motivo.
A mi no me han amenazado
nunca, pero me han ‘aconsejado’ paternalmente que no toque
algunos temas “por mi propio bien”.
¿Libertad de expresión?
¡Ja! Estamos dominados por mafias de poder como en la edad
media, y al que se sale del rebaño van a por él.
Son malos tiempos para la
ética, pero todavía quedan muchos héroes anónimos y conocidos
que son ejemplo de integridad y que merecen todo honor y respeto por
la gente de bien.
Los casos deben ser
infinitos, pero yo sólo conozco unos pocos, y he querido dar
testimonio de ellos para iluminar la oscuridad con el conocimiento
público. Joaquín Abad me llamó “paranoico retorcido” pero
la triste realidad de este oficio de tinieblas me da la razón.
Cuando dije que la
investigación de enigmas y misterios es el trabajo más apasionante
que conozco, olvidé añadir que puede ser tan adictivo como una
droga y tan peligroso como un trapecio. Por eso nos aconsejaban “no
te metas en estos temas que te vas a volver chalado”.
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