Hay gente que se muere cuando
se jubila porque se queda tan descolocada que pierde su propósito de
vida, y cuando uno no sabe qué hacer en este mundo simplemente se
marcha, abandona su cuerpo físico.
La
revista ‘Forbes’ informó que la gente más longeva del mundo
son los japoneses que habitan al sur de la isla de Okinawa porque
practican un método ancestral llamado ‘ikigai’ que consiste en
indagar constantemente cuál es el propósito de cada persona en
cada momento de su vida, y seguirlo. Esto los vuelve muy felices
y saludables, porque cada uno sabe lo que tiene que hacer
realmente, desde lo más profundo de su alma.
La
cosa no es tan sencilla como parece porque a veces hay que
conciliar el propósito de vida con el mercado laboral para
ganarse el sustento, y no siempre se logra conciliar bien. Pero
cuando te jubilas, la ventaja que tienes, es que puedes hacer lo que
te dé la gana teóricamente, porque a veces hay obligaciones
familiares como atender a los padres mayores con salud delicada o a
los jóvenes de la familia que sufren la crisis económica.
Pero
aún así puede quedar tiempo libre para dedicarlo a hacer realmente
lo que deseas, a cultivar tu pasión si logras encontrarla. La
curiosidad insaciable, el interés por aprender, el deseo de realizar
alguna obra, nos da fuerza para vivir una vida divertida e
interesante. Algunos no lo consiguen y se quedan amuermados como
vegetales sentados en un sofá y viendo telebasura. Pero este estilo
de vida conduce directamente al cementerio.
Para
encontrar sabor a la vida hay que buscar su sentido. No basta con
leer un libro de autoayuda que te dé soluciones prefabricadas. Hay
que sentirlo desde lo más profundo del ser, como se siente el amor o
el odio. Baste con saber que cada ser humano ha venido a este
mundo con un propósito distinto y con unos dones o
habilidades diferentes. Por eso no podemos copiarnos unos de otros,
porque cada uno es único y original en el universo.
Nos
hemos pasado la vida haciendo lo que nos decían otras
personas: la famila, los profesores, los curas, los jefes, los
políticos, la televisión... (yo los llamo “la mafia del alma”)
pero raras veces hemos tenido la oportunidad de hacer lo que
deseábamos realmente. Ahora que estamos jubilados tenemos la
oportunidad de hacer lo que queremos, y mandar a la porra a todos los
que nos han manipulado.
La
cuestión es descubrirse a uno mismo y aprender a ser uno mismo
para ser lo más libre que se pueda. Es todo un trabajo que requiere
empeño y amor para obtener resultados. El premio es la felicidad,
la paz y la armonía con la naturaleza.
A
veces olvidamos que el ser humano fue creado originalmente para
cuidar de los animales y de la naturaleza, y honrar a su Creador y a
sus semejantes. Pero nos perdemos cuando maltratamos a personas,
animales y naturaleza y nos olvidamos de nuestro Padre Creador. Esto
debería ser algo común a todos nosotros, aunque cada uno tenga una
vocación diferente.
Yo
sólo puedo decir que me siento de maravilla cuando hago lo
correcto y que me siento mal cuando me equivoco, pero trato de
tomarlo como una lección valiosa en lugar de atormentarme. Es muy
común que nos atormentemos por los errores cometidos en el pasado,
pero hay que aprender a perdonarse uno mismo y agradecer a la vida la
oportunidad que nos ha dado de aprender de nuestros errores y
volvernos más sabios. Unas veces acertamos y otras veces
aprendemos, pero nunca es tiempo perdido.
Lo
más difícil es perdonar a nuestros enemigos y agradecer todo lo que
nos han enseñado, porque un enemigo enseña más que un amigo.
Si nos damos cuenta del daño que también hemos podido hacer a otros
seres seríamos menos severos con los que nos han dañado. Pero todo
eso ha pasado y ya no existe. Por lo tanto lo importante es
aprender a vivir el presente lo mejor posible.
Este
decreto de Saint Germain me enseñó a borrar el pasado: “Yo soy
la magna llama violeta consumidora que ahora y para siempre disuelve
todo error pasado, su causa, su núcleo, y toda creación
innecesaria de la cual sea responsable mi ser externo.”
(*) Periodista
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