MADRID.-
El Gobierno de España destina al control de los
extranjeros que carecen de documentación y a las expulsiones más del 40%
del dinero que recibe de la Unión Europea (UE) cada año para las
políticas de asilo, migración e integración. El llamado Fondo de Asilo,
Migración e Integración (FAMI) es el instrumento del que se ha dotado la
UE con el objetivo de promover la “eficacia de los flujos migratorios”,
un eufemismo para describir las expulsiones y el control de las
personas sin documentación, y el “fortalecimiento de una política común
en materia de asilo e inmigración”, a juicio de Público.
Así,
este fondo financia tres políticas, por un lado, las de asilo, por
otro, las de integración, y, por último, lo que en el lenguaje oficial
se ha dado en llamar el retorno.
Esta última es la que se lleva el grueso del capital total, que
asciende a 269 millones de euros en el período 2014-2020, según se puede
consultar en la documentación que hace pública el ministerio de Empleo
en la página web llamada el portal de inmigración.
La previsión del Ejecutivo, según se recoge en el documento oficial del
programa FAMI, es gastarse 69 millones provenientes de Europa en las
políticas de asilo, otros 84 millones en las de integración y otros 116
millones de euros, más del 40% del total, en las de retorno hasta el año
2020.
De
momento, el Gobierno ha hecho públicos los datos de los años
2015 y 2016, en los que se han gastado ya 32,5 millones de euros en las
dos primeras políticas y otros 26 millones en las expulsiones y el
control de extranjeros sin documentación. En estas cuentas no se
incluyen los fondos de la UE para los refugiados de la guerra de Siria,
también incluidos en el programa FAMI, pero que llevan su tramitación
específica.
El Programa FAMI “se realiza a través de un proceso de
diálogo político entre el Gobierno de España y la Comisión Europea
centrado en los resultados globales que se pretenden alcanzar”. El
reparto presupuestario refleja el histórico ejecutado, las tendencias
observadas y las prioridades del fondo, según se explica en el propio documento.
Esos 116 millones no serán todo lo que España se gaste
hasta el año 2020 en “la eficacia de los flujos migratorios”, sino que
la cifra podría ser hasta dos veces mayor, si se atiende al balance del
plan anterior al FAMI: “Parte de los costes del retorno forzoso son
cofinanciados por la UE [fletes de avión y dietas e indemnizaciones a
funcionarios policiales encargados de su ejecución]. El esfuerzo total
de España en la realización de los retornos forzosos gestionados de 2008 a 2014 ha supuesto un gasto total de 158,47 millones
[gastos de transporte, indemnizaciones del personal funcionario, gastos
de bolsillo al inmigrante, gastos asistenciales y manutención en
Centros de Internamiento de Extranjeros, que el Gobierno estima en 18
euros por día]. De esta cantidad, hasta el año 2013, la Unión Europea ha
financiado con cargo al Fondo de Retorno [al que ha sustituido el FAMI]
un total de 53,6 millones”.
“La
estrategia nacional se basa en desarrollar
programas de retorno voluntario y de reintegración en los países de
origen. También el retorno forzoso es fundamental para la ejecución de
una política eficaz en materia de prevención y lucha contra la
inmigración ilegal,
que cumpla con los requisitos de la Directiva sobre Retorno y del
acervo Schengen y respete los derechos de estas personas”, dice el
documento del Gobierno.
Hasta
2020, con la ayuda de esos 116 millones, se busca alcanzar los
siguientes resultados: “incrementar en 2 ó 3 el número de Centros de
Internamiento de Extranjeros (CIE)
mejorando la calidad de las plazas disponibles; la atención adecuada y
la mejora de instalaciones en Centros de Estancia Temporal de
Inmigrantes (CETI); la asistencia social integral, el asesoramiento y la
atención a personas vulnerables; la cooperación con terceros países;
[llevar a cabo] 14 jornadas de intercambio de buenas prácticas en
materia de retorno; en retorno voluntario retornar a 30.000 personas y
en retorno forzoso, 53.000, [y establecer un] protocolo para el retorno
de menores no acompañados”.
Las prioridades que fija el Gobierno para el gasto de los 69 millones adjudicados a las políticas de asilo son
“el mantenimiento y la mejora de las condiciones de recepción y de
acogida de los solicitantes de asilo, incluso ante llegadas masivas; la
detección y la atención a grupos vulnerables; la calidad y rapidez en la
toma de decisiones de asilo; la capacitación del personal, y el
incremento de los recursos humanos, materiales y servicios de acogida”.
España recibió el año pasado 31.120 peticiones de asilo, de las que solo
resolvió un tercio, 13.350.
Los 84 millones para la integración se ejecutan en su mayoría a través de lo que el Gobierno llama “la sociedad civil”,
fundamentalmente sindicatos y ONG. Los extranjeros en España, en su
mayoría provenientes de Marruecos, Ecuador, China, Colombia, y Bolivia,
son el 9,59% de la población, según el INE.
Dice el Gobierno: “La integración social de los
inmigrantes es uno de los principios de la política española de
inmigración. La crisis ha afectado de forma importante a los extranjeros
cuya tasa de desempleo en 2014 era del 33,19% (diez puntos por encima
de la media del país). El nivel de conflictividad es bajo, pero es necesario consolidar esta buena convivencia".
Así, continúa exponiendo que "la estrategia se basa en apoyar programas específicos por áreas:
acogida, educación, empleo, salud, participación social, convivencia,
juventud y familias, género, infancia y promoción de igualdad de trato y
lucha contra la discriminación, desarrollados por la sociedad civil”.
A continuación, concreta: “En función de las
necesidades detectadas se ha intervenido en: la prevención de la
inmigración irregular de menores, la mejora de la atención y de la
capacidad para la protección y asistencia de los menores no acompañados,
en la gestión flexible y eficaz del sistema de acogida, en la mejora de
la empleabilidad, en la prevención de actitudes xenófobas, en programas
dirigidos al apoyo educativo, la atención a determinados colectivos
como menores y jóvenes recién llegados y mujeres, la formación de
profesionales, y en implantar programas integrales de convivencia en
barrios”.
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