La
globalización, la internacionalización, el crecimiento del capital
riesgo y la consolidación de grupos empresariales, han favorecido en las
últimas décadas la fusión, absorción y compra-venta de empresas por
motivos personales, familiares, societarios, competitivos o financieros.
Cualquiera
de estos procesos resulta muy complejo y laborioso y se extienden en la
mayoría de los casos a meses requiriendo, además, preparación técnica
especializada e inteligencia positiva, sin olvidar un acuerdo de
confidencialidad imprescindible, que caso de no llegar a buen fin
mantenga los valores de la empresa reservados.
Para
que el proceso necesario de “valoración, negociación y cierre” concluya
de forma satisfactoria, habrá de establecerse el “valor empresarial” en
función de los balances y cuentas de pérdidas y ganancias reales de los
cinco últimos años, o de los transcurridos desde la fundación si la
vida de la empresa es inferior a cinco. El “precio” en que finalizará la
operación nunca coincidirá con el del “valor empresarial”, por ser
objeto, como en toda operación mercantil, de intereses contrapuestos
entre las partes. Es de la máxima importancia diferenciar los términos
valor y precio.
Para establecer el valor de una empresa en un momento determinado, habrán de seguirse los siguientes pasos: 1.- Memoria descriptiva de su historial, objetivos, valores de su fondo de comercio y diferenciación con la competencia. 2.- Elaboración de la documentación completa, analítica y real de la posición económica-financiera y flujos de caja, y 3.-
Planes de innovación y creatividad previstos realizables. El valor
obtenido puede verse afectado por el de mercado y sobre todo por la
oferta y la demanda en el momento de la operación pretendida.
Los
motivos que han impulsado a las operaciones corporativas de fusiones o
adquisiciones, han sido muy diversos y en la mayoría de los casos
imprescindibles: “Empresas familiares”. Cuatro de cada cinco en la
tercera generación, por falta de adoptar soluciones de continuidad y
pactos de obligado cumplimiento, se ven obligados a venderla o ceder la
gestión con pérdida de la responsabilidad de dirección tradicional.
“Deseo
de continuidad”. Para no perder el esfuerzo creativo y dedicación de
años, que sirvió para conquistar un mercado y crear una importante
plantilla de empleados. “Necesidad de crecer”. Un mercado competitivo
interior y exterior, la necesidad de aumentar la rentabilidad o la
concentración de otras empresas del sector, obligan a consolidar, y para
ello surge la necesidad de más recursos financieros.
“El
deterioro continuado de los márgenes comerciales”. La alta competencia y
la pérdida continuada de valor, obliga a la búsqueda de inversores para
evitar la solicitud del concurso de acreedores, que generalmente
termina en la liquidación y pérdida de todos los valores conseguidos con
esfuerzo y sacrificio durante años.
“La
actual existencia de grupos financieros inversores”. España es uno de
los países elegidos para inversiones del exterior, y en especial en
determinados sectores. Ejemplos los tenemos que terminaron en absorción o
tomando participaciones mayoritarias, cuyo precio superó el valor real
prudente de mercado.
Una
empresa debe elaborar anualmente una documentación contable completa,
expresando: la situación económica y financiera, los nuevos valores
creados, las innovaciones estructurales, los costos comparativos por
artículo y familias, las variaciones de la demanda y las nuevas
tendencias del consumo; cuyo conjunto de datos servirán de base para
establecer objetivos y presupuestos para el nuevo ejercicio.
ANALIZAR E INVERTIR EN CALIDAD
Si
pretendemos definir de una manera amplia la palabra calidad, nos
resultará complicado, porque se aplica a todo acto, objeto, pensamiento o
novedad creativa, pero si la aplicamos a la inversión en valor
empresarial su comprensión será generalmente rápida y aceptada. Una
inversión en calidad supone admitir una gestión excelente, unos
resultados crecientes y una gran capacidad de liquidez que permita una
reinversión también rentable.
Otro
elemento de necesario estudio es que el negocio despliegue su actividad
en un sector adecuado y seguro, con posibilidades de crecimiento futuro
y diversidad de ventajas competitivas, ya que de ser pasajeras las
ventajas positivas (cuestión del ciclo), disminuiría la calidad
empresarial e impediría la investigación y el desarrollo I+D). La
inversión se inclina siempre más por la valoración cualitativa que por
la cuantitativa, junto a las ventajas competitivas.
El
capital circulante necesario para generar ingresos es también objeto de
estudio de todo inversor. Lo constituyen principalmente los activos
aplicados a inventario y a deudas a corto plazo, como los créditos a
clientes pendientes de cobro. El crecimiento de las ventas o servicios
originan aumento del capital circulante, restando flujos a caja como
consecuencia. El crecimiento del circulante exigido por el de ventas
habrá de no anular, aunque en menor cuantía, los flujos de caja.
Sin embargo, un profundo análisis previo a toda inversión debe contemplar “La Generación
del
Futuro” (Next Generation). EL progreso tecnológico está invadiendo de
manera vertiginosa e imparable las materias primas, el sector
industrial, la distribución y el consumo, llegando incluso al cambio de
nuestros estilos de vida mediante el impulso de nuevas necesidades y
costumbres. La digitalización apoyada en la inteligencia artificial
cognitiva y los datos, productos y servicios masivos integrados en la
nube y el aprendizaje automático, hacen que el software a través de la
nube y su inmensa oferta de servicios, sea cada vez más eficaz.
La
creación de riqueza global protagonizada principalmente por los grandes
países emergentes, se manifestará especialmente en la mejora del medio
ambiente transformando el futuro de la energía y como consecuencia del
transporte. Se impondrá la solución a la producción sostenible y de
calidad de los productos para la alimentación, requerido por el
crecimiento de la población global. La ingeniería médico-quirúrgica y la
investigación sobre sustancias que combatan gérmenes antibacterianos y
antifúngicos, transformará la medicina, la producción farmacológica y su
distribución.
Por
último, la electrónica, la robótica, el avance de la infraestructura
móvil y de los servicios adyacentes, junto a la expansión creciente del
comercio digital, influirá en la disminución de los costos y de los
puestos de trabajo; sin olvidar que la “tecnología financiera” frente al
cambio secular de pagos al sistema digital, obligará a la banca a
suprimir sucursales y reducir plantillas.
El
tejido empresarial se enfrenta a un obligado cambio de estructura
continuado, a un establecimiento de objetivos variables, con posible
afección de los agentes externos, a una creatividad original y una
diferenciación en el mercado frente a su competencia, de lo contrario la
supervivencia no será posible.
(*) Economista y empresario
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