VALENCIA.- Un largo silencio, una respiración profunda y una confesión: «Me
pones en un compromiso». La reacción no varía mucho entre la veintena de
personalidades de la vida pública valenciana, empresarios y miembros
relevantes de la sociedad civil habituales del entorno de Eduardo Zaplana
que descolgaban el teléfono a Las Provincias y escuchaban el motivo de
la llamada: Usted que tuvo relación con él, ¿cree que puede haber
recibido comisiones ilegales? ¿Intuyó algo en aquel momento? ¿Qué piensa
ahora del mandato del expresidente y de su figura?
Tras
arrebatar la Generalitat a los socialistas y cosechar en la Comunitat
Valenciana victoria tras victoria para el Partido Popular desde mediados
de los años 90 y hasta su salto a Madrid como ministro de Trabajo en 2002,
Zaplana llegó a formar a su alrededor una auténtica corte que se
deshacía en aplausos, besos y apretones de manos. Este fenómeno era algo
inédito hasta entonces entorno al poder autonómico y contaba entre sus
filas con personajes conocidos de la sociedad valenciana del momento, responsables de empresas e instituciones privada, además de profesionales de los ámbitos más diversos.
Aunque
el cambio de vientos que se genera con la entrada de un nuevo Molt
Honorable mueve a los más veletas, lo cierto es que algunos de los que
más buscaron la cercanía con el ahora detenido mantuvieron encendida una
llama que llegó a alumbrar su última gran aparición pública, el pasado
mes de abril en el Ateneo Mercantil de Valencia.
Allí se dieron cita buena parte de los
supervivientes de aquella corte que hoy enfría sus ánimos y, en el mejor
de los casos, encomienda sus afectos a la evolución de los
acontecimientos. Se trata de mujeres y hombres, en mayor número estos
últimos, que mantuvieron una estrecha relación con el expresidente del Consell y exministro de Trabajo, incluso hasta fechas muy próximas a la entrada en escena de los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.
La
mayoría de aquellos que buscaban dejarse ver junto al político venido
del Ayuntamiento de Benidorm prefieren ahora no figurar. Las excusas son
en algunos casos escuetas y revestidas de pragmática sinceridad: «ahora
no me conviene», «compréndelo, para mí también es un momento difícil»,
«prefiero que pase de mí este cáliz», termina la conversación uno de
ellos recurriendo a las Sagradas Escrituras.
Por
contra, tampoco faltan los que optan por asegurar una poco conocida
enemistad o razonamientos de lo más peregrinos para eludir la
conversación, como la estancia temporal en un país europeo (sin
restricciones conocidas para la conversación telefónica) o la asistencia
a unas aparentemente interminables reuniones privadas o actos públicos.
Los
que sí aceptan hablar lo hacen casi todos con el compromiso explícito
de conservar su anonimato y después de una larga insistencia por parte
de quien pregunta y una profunda meditación del que responde. Comparten
en muchos casos su sorpresa por la detención, aunque son pocos los que apuestan firmemente por la inocencia de Zaplana, con lo que se conoce de las investigadores que han llevado a la operación Erial.
«No
me consta que recibiera ninguna comisión ilegal», asegura un
responsable jurídico, que también reitera con educada vehemencia que no
le llegó «ningún testimonio» en las décadas que han pasado desde la
primera vez que coincidió con él.
En otros casos se alega que sus
contactos fueron estrictamente profesionales o institucionales, que
realmente sólo se sentaron tres o cuatro veces con él, que si ellos eran
uno más... a pesar de haber hecho gala durante años de mucha mayor
proximidad, especialmente cuando mandaba y tras el reciente reverdecer
de su liderazgo, ya fuera de los órganos del partido popular.
«¡Cómo
podía saber si había comisiones!», clama una habitual del entorno de
Zaplana, «quiero pensar que nadie mantiene comportamientos ilegales».
En
todo caso, algunos optan por nadar y guardar la ropa. «Yo no hago
juicios paralelos. Son los jueces los que tienen las herramientas. Si el
juez y la policía han tomado estas medidas, ellos son los que tienen
los instrumentos».
Aunque otros, a medida que avanza la conversación
prefieren que, pase lo que pase, se pase pronto: «espero que se resuelva
cuanto antes. No puede ser que la justicia vaya tan lenta».
Es
cierto que los que menos pueden negar que estuvieron cerca, son los que
más cuestionan las acusaciones que se van conociendo. «Tengo mis dudas
de que haya cobrado comisiones. El juez y la policía lo tendrán que
demostrar realmente», apunta alguien muy próximo. «Soy muy amigo suyo
y estoy sorprendido por todo lo que está pasando y por lo que se dice.
Esperemos que salga adelante», comenta otro de los empresarios que dan
su opinión ante lo sucedido.
La
valoración de su persona y la
huella de su paso por el poder valenciano sigue siendo, por contra,
positiva para todos ellos con mayor o menor efusividad. «Fue un súper
presidente, una bellísima persona y correctísima en todo», asegura el
más entregado entre los consultados.
«Fue un fenómeno. Hizo despegar a Valencia,
porque, hasta que no llegó él, no se hizo la carretera a Madrid»,
apunta otro patrono que encuentra en un responsable social la nómina de
éxitos: «fue quien acabó la A-3 e impulsó la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
La Comunitat durante su mandato experimentó un crecimiento
significativo, pero entre 1997 y 2007 vivimos un periodo muy bueno,
fuera el presidente quien fuera», desliza. «Estuvimos a la cabeza de
España».
Sobre su escalada al poder, uno de los todavía leales
reconoce que le llamó la atención que «ascendió rapidísimamente. Tuvo
mucha suerte. Fue muy buen político».
Sin embargo, no falta quien hace
un balance más duro de su valencianía. «Como presidente fue una figura
políticamente relevante para la sociedad valenciana, pero cuando se fue a
Madrid, se distanció. Quemó sus naves con Valencia y tuvo una actitud muy distante con todo lo valenciano que me sorprendió».
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