BARCELONA.- Los extraordinarios bancos de medusas que han teñido de azul buena parte del litoral catalán durante estas últimas semanas podrían advertir de un verano complicado. La climatología, las condiciones ambientales y la falta de depredadores podría contribuir a que esta próxima temporada de baño venga acompañada de una gran cantidad de medusas en nuestras playas, según especula hoy La Vanguardia.
Entre los animales marinos que aparecerán, si no hay novedad y como
ya viene sucediendo en buena parte de la costa andaluza y levantina,
encontraremos una especie que genera cierta alarma social y que inquieta
a la comunidad científica.
Se trata de la
Physalia physalis, más conocida como la carabela portuguesa o falsa medusa, una especie potencialmente peligrosa para
los bañistas por el potente veneno que posee en sus tentáculos; que
puede ocasionar temblores, diarrea, vómitos y convulsiones a parte de
las habituales lesiones en la zona que ha contactado con el animal.
Esta especie de aguas cálidas propia de los principales océanos
llegan al Mediterráneo, a través del estrecho de Gibraltar, arrastradas
por corrientes y vientos. Su particular forma, que recuerda al de una
carabela (de ahí su nombre), flota en la superficie gracias a un gas que
genera y del que penden los temidos tentáculos que pueden alcanzar los
20 metros de longitud y con las que cazan sus pequeñas presas para
alimentarse.
Pero en esta ocasión, la presencia de esta especie podría llegar a playas inéditas como la costa catalana.
“Estamos en alerta porque,
aunque es muy difícil que la carabela portuguesa llegue a Catalunya, si
se cumplen las previsiones de abundancia de medusas podría alcanzar
alguna playa catalana”, advierte remitiéndose a la estadística Josep
Maria Gili, profesor investigador del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC).
Hasta la fecha Catalunya había quedado exenta de la presencia de este
hidrozoo por causas geográficas, ya que el archipiélago balear hace de
barrera natural y evita que las corrientes marinas atlánticas que
proceden del sur puedan traspasar las Pitiusas.
Motivo por el que Ibiza y
Formentera son dos puntos en los que se ha divisado en alguna ocasión
algún ejemplar de esta especie, explican desde el Institut de Ciències
del Mar de Barcelona (ICM). De ahí, las corrientes derivan la
trayectoria de estos seres hacia la isla de la Cerdeña, viaje que puede
llegar a durar entre uno y dos meses.
Este tipo de organismos viven durante todo el año en alta mar, pero
se acercan a las costas desde el inicio de la primavera hasta finales de
verano, momento en que adoptan su mayor tamaño.
En las costas onubenses la carabela portuguesa ya es una vieja
conocida. Este pasado mes de marzo ya recibieron las primeros ejemplares
de la temporada, lo que produjo que las autoridades locales previnieran
a la población de los peligros de la especie y de cómo actuar en caso
de roce.
El 10 de marzo se llegaron a contabilizar hasta 200 ejemplares
de la Physalia physalis en las aguas del término municipal de
Lepe. Más recientemente, en la localidad murciana de Águilas, diferentes
pescadores divisaron varios ejemplares en varios puntos de las playas
de la demarcación.
Mención aparte hay que darle a la provincia de Alicante donde a
finales del mes de abril las playas de San Juan, El Postiguet o la de
Benidorm sufrieron una plaga de carabelas portuguesas. Algunas de estas
localidades llegaron incluso a izar la bandera roja y a prohibir el baño
después de detectarlas en la misma orilla de la playa.
A principios de abril, en las costas gallegas ya se recibían los
primeros ejemplares de la temporada. Así lo advertía vía twitter el
servicio de emergencias de Sanxenxo, donde recomendaba no tocarlas y
avisaba de que la brigada de limpieza de la localidad intensificaría la
limpieza y la retirada de cualquier resto.
En el Cantábrico también es habitual la presencia de estas falsas
medusas, nombre con el que también se las conoce. En la misma playa de
la Concha, en San Sebastián, se han divisado en numerosas ocasiones,
obligando a tomar precauciones entre los bañistas.
Canarias, en pleno océano Atlántico, no se podía escapar de la visita
de las carabelas portuguesas. A finales de marzo, la policía local de
las Palmas de Gran Canaria comunicaba a través de las redes sociales la
aparición de diferentes ejemplares en la playa de Las Canteras.
El experto en medusas del CSIC advierte que si que se detectan en la
zona de baño conviene abandonar la actividad programada en la playa, ya
que el contacto con este organismo es peligroso incluso cuando aparecen
muertas en la arena.
En este sentido, el grupo popular de Cartagena ha
solicitado al gobierno municipal que realice las acciones necesarias
para que los socorristas sepan cómo actuar y cómo afrontar la situación
ante las picaduras de la carabela portuguesa; atendiendo que la
presencia de esta especie en la costa murciana es bastante significativa
y permanente.
Desde el ICM-CSIC advierten que en caso de entrar en contacto con
este organismo es muy importante no aplicar agua dulce, vinagre,
vendajes a presión ni alcohol y que en caso de shock o dificultad
respiratoria es preciso buscar atención médica inmediatamente llamando
al teléfono de emergencias 112.
El primer paso a efectuar es lavar cuidadosamente con agua de mar la
zona afectada y nunca frotar. Para retirar los restos de los tentáculos
adheridos a la piel es necesario hacerlo utilizando unas pinzas, guantes
o una tarjeta plástica. Seguidamente se recomienda aplicar calor o
sumergir la zona en agua caliente (entre 40 y 45 grados) durante 10 o 20
minutos. Si el dolor persiste, volver a aplicar calor y dirigirse al
médico.
Aunque la carabela portuguesa se asemeje mucho a una medusa,
oficialmente este organismo no lo es. La comunidad científica la define
como una colonia de hidroides que se asocian para sobrevivir, cada uno
especializado en una actividad necesaria: defensa, reproducción,
digestión…
Así, el hidroide superior es el “armazón” con el que flota
sobre la superficie y con el que se desplaza por el mar arrastrado por
las corrientes y brisas marinas. Los tentáculos largos y delgados que
penden (dactilozoides) son los utilizados para pescar las pequeñas
criaturas con las que se alimenta (gastrozoides) y así con el resto de
partes y elementos que componen este multiorganismo.
Las carabelas portuguesas suelen denominarse como medusas debido a la
complejidad de su definición. De hecho, el propio Instituto de Ciencias
del Mar (ICM-CSIC) contempla a la physalia physalis en la sección “medusas” de su página web, lugar donde aparecen los 17 tipos de medusas más habituales del Mediterráneo.
En el caso de la velella velella, las “medusas” que tiñeron de
azul la costa catalana, sucede lo mismo. No son medusas, sino una
colonia de pólipos que se estructura como la carabela portuguesa.
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