Algunas personas
creen que jubilarse es casi una sentencia capital o una condena al
olvido, la marginación, el ostracismo, la decadencia y la muerte. De
hecho, hay quien se muere después de jubilarse porque se queda
desorientado y no sabe vivir en libertad.
Jubilación proviene del latín ‘jubilare’, que significa gritar
de alegría. Pero cabe preguntarse si el jubilado "grita de
alegría" cuando deja de trabajar en todos los casos. Depende de
cada persona.
No todos los jubilados sienten júbilo al abandonar definitivamente
sus ocupaciones laborales, pero la palabra ‘trabajo’ viene de la
voz latina ‘tripalium’ que designaba cierto instrumento de
tortura. Liberarse del tormento es motivo más que suficiente para
ponerse a cantar, pues eso significa el verbo ‘iubilare’:
lanzar gritos de alegría o ‘iubili’.
Confiesa Clara Llompart que: “Cuando llegas a casa no cabes en sí
de gozo, pero a la mañana siguiente, te levantas, no tienes donde
ir, el día se te hace eterno, está vacío... ¿qué hago con tantas
horas?... y es ahí dónde te das cuenta que estás jubilada y no ves
el júbilo por ninguna parte.”
Lo siento por su vacío doña Clara, pero yo creo que la jubilación
es todo lo contrario: la oportunidad de ser uno mismo y desarrollar
al máximo su potencial humano con la ayuda de la sabiduría y la
experiencia adquirida.
La mejor manera de no aburrirse es cultivar la curiosidad, el
entusiasmo y la pasión por determinados temas. El que no
se cultiva acaba convertido en un vegetal sobre un sofá, viendo la
basura que ofrecen las cadenas de televisión. Eso sí que es
aburrido.
Una persona se jubila cuando cesa en el servicio activo de su
profesión o actividad, por haber llegado a la edad fijada y obtiene
una pensión que le permite cubrir sus necesidades básicas, al menos
en teoría.
Obviamente, es un gran júbilo cuando el trabajador se retira de un
trabajo que lo oprime, pero es todo lo contrario cuando es un trabajo
que lo enriquece. El problema es que hay pocos trabajos
enriquecedores, como no sea el de los ricachones que
hacen fortuna.
Pasamos la vida esclavizados por responsabilidades laborales y
familiares con escasos momentos de libertad y con muchas
limitaciones para expresar nuestra verdadera identidad sin que nos
perjudique en el trabajo.
Cuando te jubilas, no te liberas del todo, porque siempre queda
alguna obligación familiar, y además tenemos que cuidar el propio
cuerpo físico, pero sí lo suficiente para empezar a vivir una
vida más plena y empezar a respirar con mayor libertad.
Aunque a la mayoría de los jubilados no nos sobra el dinero,
descubrimos que hay algo más valioso e importante que es el tener
tiempo libre para lo que nos dé la gana de hacer, incluido el
dormir buenas siestas, el leer un libro o el ver una película.
Sí, hay algo más importante que el dinero, una vez que se cubren
las necesidades básicas, que es el tiempo libre y la calidad de
vida, algo que no nos puede vender ningún fabricante.
Por eso la jubilación es sinónimo de júbilo, es decir de alegría,
y de jubileo. El jubileo era una fiesta pública que celebraban los
hebreos cada cincuenta años, en la cual se devolvían las heredades
a sus antiguos dueños y los esclavos recobraban la libertad.
En la cultura judía el Jubileo tenía un carácter sabático, no se
trabajaba la tierra y se restituían posesiones. La cultura cristina
heredó el Jubileo y también es aquí un año santo (un año de
indulgencias principalmente) que se celebra cada 25 años y fue
institucionalizado en Roma desde el siglo XIV.
Pero la jubilación actual es un derecho ganado por nuestra
cotización a la Seguridad Social y por las protestas obreras a
finales de siglo XIX y principios de siglo XX en Inglaterra y
Alemania. La clase trabajadora resultante de la revolución
industrial llegaba muy maltrecha en salud, después de años de
trabajo. Por lo cual los sindicatos y defensores de la clase obrera
reclamaron en Europa un subsidio económico para hacer frente a las
necesidades de la vida cotidiana.
En cualquier caso los trabajos actuales no dañan tanto la salud como
los antiguos, nos dan la oportunidad de comenzar una nueva vida que
será fea o bonita dependiendo de lo que seamos capaces de crear,
porque no olvidemos que cada uno crea su propia realidad, su cielo
o su infierno, o su limbo de aburrimiento.
(*) Periodista
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