Toda
la vida me he pasado discurriendo a qué partido votar sin hallar
nunca una respuesta satisfactoria a pesar de haberme calentado la
cabeza hasta la saciedad sobre los pros y los contras de cada partido
político.
La explicación es que la Verdad está fragmentada y dividida
entre las distintas propuestas de los partidos políticos. Si
votas una cosa, estás en contra de la otra, pero no existe un
pensamiento integral y holográfico que permita
comprender la razón de cada uno para recogerla en una síntesis
coherente y ofrecer soluciones integrales.
Lo ideal sería un centro político que recogiera las virtudes de
la derecha y de la izquierda para ofrecerlas en una síntesis
armónica, y ofrecer un modelo perfecto de sensatez y sabiduría,
pero el centro nunca se ha vendido bien en el mercado político
de España porque la opinión pública tiende siempre a la
polarización hacia los extremos según el problema que
defiendan.
La centralidad política hubiera evitado la guerra civil y
tantos extremismos políticos como se han dado en nuestra patria.
Pero cuidado, el centro no puede ser nunca una tibieza de mediocridad
y de indefinición como ha ocurrido a veces, sino un modelo bien
definido de soluciones sensatas.
Cada partido político está aglutinado en torno a unas verdades
fundamentales, pero a veces este núcleo está rodeado de una nube
de contradicciones que “donde dije digo que digo Diego”, y
ahí es donde se estrellan los talentos políticos.
Los que están a favor de la inmigración se olvidan de los
derechos de los ciudadanos españoles sin techo que están
instalados en la pobreza absoluta, duermen en la calle y piden
limosna como mendigos. ¡Todavía no he escuchado a ningún
partido político que quiera solucionar esto! El problema
fundamental es que no se cumple el contenido social de la
Constitución Española, y sin embargo se cumple a rajatabla el
derecho de los bancos a desahuciar a familias pobres.
Los que defienden los derechos de los animales (yo también lo
hago por compasión) se olvidan de los derechos de las personas,
y viceversa. Si amas a tu patria estás obligado a ser de derechas
(¡qué idiotez!) y
si defiendes los derechos de los trabajadores estás
obligado a defender el separatismo.
Otra idiotez, que se olvida que la izquierda nunca ha sido
nacionalista sino internacionalista.
Tampoco se acuerdan que el
nacionalismo separatista es un invento de la burguesía más
adinerada para defender sus
intereses egoístas, y ahora lo han convertido en bandera de la
izquierda. Esto es como mezclar las churras con las
merinas, porque una cosa no
tiene nada que ver con la otra.
A la pregunta clásica de si ¿hay algo más tonto que un obrero
votando a la derecha o que un millonario votando a la izquierda? mi
respuesta es afirmativa: un pobre adorando a un rico a través
de la llamada “prensa rosa”.
Todo está fragmentado y dividido para evitar soluciones
completas y dividir y enfrentar a la gente (divide y vencerás).
Por eso pienso que el sistema de partidos es una conspiración
como la copa de un pino para encerrarnos a todos en una ‘Matrix’
de soluciones parciales e incompletas. La palabra partido
viene de partir, dividir, fragmentar, enfrentar y crear
partidarios, es decir fanáticos sectarios dispuestos a todo.
Lo que mejor saben hacer todos los partidos políticos es defender
sus propios intereses corporativos, aunque sea en contra de los
intereses de su pueblo al que dicen servir, y esto acaba con mucha
facilidad en la corrupción que todos conocemos.
Eso no quiere decir que yo defienda la dictadura, que tampoco. Quiere
decir que tenemos que inventar algo nuevo y armónico que acabe con
esta división y enfrentamiento entre la derecha y la izquierda,
entre azules, rojos, naranjas y morados. ¿Es que no hay imaginación?
Tanto es así que al final la gente acaba votando no lo que más
le gusta sino lo que menos le disgusta, aunque sea tapándose las
narices para no oler la podredumbre de tanta corrupción.
A mi me seduce el ideal platónico del sabio al poder, o la tradición
ancestral existente en todas las culturas de la humanidad de
comunidades autogestionadas y gobernadas por un consejo de ancianos
sabios, santos e iluminados que tome siempre decisiones sensatas para
no cometer los errores de los jóvenes.
¡Feliz Día de la Hispanidad y un abrazo muy fuerte a todos
mis hermanos hispanos!
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