miércoles, 20 de marzo de 2019

Un fármaco desarrollado en España podría ser eficaz contra la mayoría de cánceres


BARCELONA.- Un fármaco experimental que bloquea la proteína MYC, clave para la progresión del cáncer, ha tratado con éxito, y sin efectos secundarios, tumores de pulmón en animales de laboratorio. Tras este avance, que se presenta en la revista Science Translational Medicine, el nuevo fármaco se podrá empezar a ensayar en personas. Y podría comercializarse en 2023. 

Los primeros ensayos clínicos están previstos el año próximo en el hospital Vall d’Hebron, donde se ha desarrollado el fármaco, y están orientados a pacientes con cánceres de mama y de pulmón.
Pero las autoras de la investigación tienen la hipótesis de que el fármaco, llamado Omomyc, puede ser útil en el futuro contra prácticamente cualquier tipo de cáncer.
Esta hipótesis se basa en que se trata de un nuevo concepto de fármaco en el arsenal contra el cáncer. No es una mejora de productos ya existentes sino una nueva estrategia farmacológica.
Es la primera terapia molecular que ataca una proteína localizada en el núcleo de las células tumorales, y de la que depende la viabilidad de los tumores.
El avance es fruto de más de veinte años de trabajo de la bióloga Laura Soucek, actualmente investigadora Icrea en el Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), que empezó a estudiar la proteína MYC a los 20 años cuando cursaba la carrera en Roma y no se ha rendido hasta que ha encontrado una manera de desactivarla.
“Todo el mundo decía que inhibir MYC era imposible, pero ningún argumento me pareció definitivo. Allí donde otros veían un problema imposible, yo veía dificultades técnicas que esperaba que se pudieran resolver”. 
Había dos grandes obstáculos que Soucek debía superar y que explicaban el escepticismo de sus colegas.
El primero es que el oncogen MYC se encuentra en el núcleo de las células. Otras terapias moleculares actúan sobre proteínas situadas en la membrana exterior de las células. Pero, para llegar hasta MYC, un fármaco debía cruzar primero esta membrana exterior y después la membrana del núcleo.
Para superar este doble obstáculo ha sido clave la colaboración de Marie-Eve Beaulieu, también investigadora del VHIO y primera autora del artículo científico, que ha desarrollado una molécula capaz de colarse hasta el interior del núcleo.
El segundo gran obstáculo eran los posibles efectos secundarios. MYC, cuya implicación en la proliferación y metabolismo de las células tumorales se conoce desde hace tiempo, se encuentra en todas las células del cuerpo humano y regula el funcionamiento del 25% de nuestros genes. De esta proteína depende la multiplicación de las células, que es esencial para el crecimiento del organismo y para la renovación de los tejidos.
Esto hacía temer que bloquear MYC pudiera causar daños extensos. Pero las investigaciones realizadas por Soucek en estos veinte años indican que, por lo menos en tejidos adultos, MYC facilita el ciclo de multiplicación de las células sin ser imprescindible.
“Cuando no está MYC, el ciclo celular va más lento, pero no se para”, explica Soucek.
Las únicas células cuya viabilidad depende de MYC parecen ser las cancerosas, que “desarrollan una adicción a esta proteína -señala la investigadora-. Cuando apagamos MYC en una célula cancerosa, muere”. Además, cuanto más alterada está la actividad de MYC, más agresivo suele ser un tumor.
A raíz de estas observaciones, Soucek se convenció aún más de que atacar la proteína MYC podía ser una buena estrategia para tratar el cáncer, “aunque mis colegas seguían siendo escépticos”.
En la nueva investigación, Soucek y Beaulieu han ensayado primero el fármaco experimental Omomyc en cultivos de células cancerosas. Contrariamente a lo que esperaban, Omomyc penetró en el interior de las células, llegó al interior del núcleo y bloqueó la actividad de MYC. Además, observaron que se reducía la actividad de genes que dependen de MYC y que se asocian a cánceres de mal pronóstico, lo cual era un resultado esperanzador.
Superaron así el primer gran obstáculo para desarrollar un fármaco eficaz contra MYC que pudiera ser útil para los pacientes.
“Hicimos los experimentos con las células in vitro para ver cómo teníamos que modificar la molécula para que llegara al interior del núcleo, pero nos encontramos con que no hacía falta modificar nada. Fue una agradable sorpresa”, recuerda la investigadora.
Seguidamente, administraron Omomyc por vía nasal a ratones con cánceres de pulmón. El fármaco llegó hasta las células tumorales y frenó la progresión del cáncer sin ningún efecto secundario perjudicial.
Después de cuatro semanas de tratamiento, aproximadamente la mitad de los animales estaban libres de células cancerosas, lo que sugiere que Omomyc no sólo impide que la enfermedad progrese sino que es capaz de revertirla.
En experimentos adicionales, también con ratones, las investigadoras compararon Omomyc con paclitaxel –un fármaco aprobado contra este tipo de tumor- administrados por vía endovenosa. Los resultados mostraron que Omomyc es más eficaz que paclitaxel y que la combinación de los dos es aún mejor, sin que se registraran efectos secundarios significativos.
“El próximo paso será ensayar el tratamiento en pacientes”, explica Soucek. Está previsto iniciar los ensayos de fase 1, que están orientados a estudiar la seguridad de un fármaco en una veintena de pacientes, a principios del 2020 en Vall d’Hebron. Si los resultados son positivos como esperan las investigadoras, se pasará a los ensayos de fase 2 para valorar la eficacia del Omomyc
Dado que la fase 2 requiere un número mayor de pacientes, está previsto que participen otros hospitales tanto de España como del resto de Europa “para avanzar más rápido”, señala Soucek.
“Esperamos poder iniciar la fase 2 antes del final del 2020. Para empezar, evaluaremos la eficacia del Omomyc en cáncer de mama y en cáncer de pulmón de célula no pequeña. Más adelante, esperamos ampliar los ensayos a más tipos de cáncer”.
Para poder desarrollar el fármaco y conseguir que los frutos de sus veinte años de trabajo mejoren el tratamiento de los pacientes, Soucek ha fundado junto a Marie-Eve Beaulieu la compañía Peptomyc. Ha conseguido hasta ahora más de cinco millones de euros de financiación, aportados mayoritariamente por el fondo Alta Life Sciences
Pero Soucek y Beaulieu son conscientes de que no tienen los recursos para financiar ensayos de fase 3 con cientos o miles de pacientes, que son un paso previo imprescindible para que un fármaco sea aprobado. “Llegará un momento en que tendremos que licenciar Omomyc a una multinacional”, reconoce Soucek.
“Hemos tenido conversaciones con varias compañías. Tenemos claro que no elegiremos por el dinero que nos puedan ofrecer sino por el compromiso de desarrollar el fármaco. Marie-Eve y yo hemos dedicado una parte importante de nuestra vida a conseguir un tratamiento contra MYC. Nuestra prioridad es que este tratamiento llegue al mayor número de pacientes posible”.


Diana clave contra el cáncer

El cáncer utiliza distintas herramientas para sobrevivir, desarrollarse y continuar su expansión por el organismo. Entre todas ellas, una de las más importantes es el oncogen MYC, cuya implicación en la proliferación y metabolismo de las células tumorales se conoce desde hace tiempo.
Conseguir bloquear la acción de este agente es, por tanto, el objetivo de muchos grupos de investigadores en todo el mundo. Sin embargo, hasta ahora, las distintas estrategias diseñadas con tal fin no habían tenido mucho éxito.
Omomyc es capaz de bloquear la actividad de MYC con eficacia y sin efectos secundarios graves.
Según detallan en la citada revista científica, los investigadores han probado su utilidad en líneas celulares, modelos de la enfermedad en ratón, y animales a los que se les han trasplantado muestras de pacientes de cáncer de pulmón.
La efectividad del fármaco, anotan los investigadores en la revista médica, es aún mayor en combinación con un tipo de quimioterapia, paclitaxel (que se utiliza habitualmente en cáncer de pulmón). La combinación consiguió un bloqueo más notable del crecimiento del tumor y duplicó la supervivencia de los ratones tratados.
Si la estrategia funciona, podría ampliarse a otros tumores distintos al de pulmón. De hecho, se sabe que MYC es un oncogen clave en el desarrollo de la mayoría de tumores y, en muchos de ellos, su actividad se asocia a la agresividad de la enfermedad.
«Los resultados son espectaculares y el hecho de que en algunos de los animales utilizados se haya inyectado un tumor humano nos da más probabilidades de éxito cuando arranquen los ensayos clínicos», precisa la científica Soucek. 
Destaca, asimismo, el logro que supone este paso definitivo hacia el ensayo en humanos. «Habíamos probado con terapia génica la efectividad de inhibir la proteína MYC en la mayoría de cánceres. Ahora hemos trasladado lo que hallamos en terapia génica en un fármaco que, además, se administra vía intravenosa, lo que implica que llega a todas las partes de nuestro cuerpo, algo decisivo cuando hablamos de un cáncer con altas probabilidades de metástasis», matiza Laura Soucek.
Este mismo equipo fue el que en 2008, en una investigación publicada en la revista «Nature», abrió la veda a esta proteína al demostrar en ratones que inhibirla no implicaba apenas efectos secundarios y «tenía efectos extraordinarios.
En el estudio publicado ayer en la revista «Science Translational Medicine» los investigadores del VHIO demuestra en ratones que Omomyc puede usarse con eficacia y sin apenas efectos secundarios en casos avanzados de un tipo de tumor muy maligno.  
«En modelos animales ha demostrado que es capaz de curar a la mitad de los afectados y benignizar la enfermedad en la mitad restante. Ahora falta demostrar que ese éxito se traslada a humanos y por eso debemos tener por ahora prudencia», concluye la investigadora Soucek. 
Si demuestra ser efectivo en los ensayos clínicos, el fármaco Omomyc ya podría comercializarse en 2023. 

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