Si miras a tu alrededor durante un par
de minutos, es más que probable que la mayoría de los dispositivos
electrónicos que tengas cerca estén fabricados en China, o tengan
componentes que provienen de este país.
Esta fuerte presencia en todo lo que te rodea no ha sido por
casualidad, sino el fruto de más de dos décadas de políticas orientadas a
la producir grandes cantidades de productos de todo tipo, para
exportarlos a cualquier rincón del mundo.
Este músculo industrial es el que ha llevado a China a convertirse en una de las grandes superpotencias económicas mundiales y, por tanto, en el enemigo a batir por muchos y un modelo insostenible para la propia masa laboral china. Por ello, pronto el “Made in China” podría tener menos presencia en los productos que nos rodean. Te contamos todas las claves.
Lenta y progresiva fuga de inversiones: China pierde fuelle
De un tiempo a esta parte, de forma progresiva y sigilosa, las
principales marcas de tecnología han ido reduciendo la productividad en
China, para llevarse la producción y sus inversiones a otros países más
ventajosos para sus intereses.
Economías pujantes, como la India o Vietnam han acaparado gran parte de la producción que antes recaía sobre China.
Algunos ejemplos de esta migración en las inversiones para crear nuevas
plantas de producción en otros países del sudeste asiático son los
movimientos de Apple con la producción de algunos modelos de sus iPhone,
que han pasado de fabricarse en el sur de China para repartirla entre
nuevas factorías en el sur de India y Vietnam.
Idénticos movimientos hemos ido viendo durante los últimos años, en
los que Samsung ha ido reduciendo progresivamente la carga de trabajo de
su factoría en la ciudad sureña de Huizhou hasta hacerla irrelevante.
Hace solo unos días, Samsung anunciaba su cierre definitivo.
El gigante surcoreano, mayor fabricante mundial de smartphones,
ha puesto tierra de por medio invirtiendo en una de las mayores
factorías dedicadas a la producción de smartphones del mundo ubicada en
las proximidades de Nueva Delhi y en otras factorías menores en Vietnam,
sellando así su salida definitiva del territorio chino.
Los países del sudeste asiático son los que tienen más papeletas para acoger las nuevas factorías que
los principales proveedores de componentes para smartphones y
dispositivos electrónicos, como Foxcomm o Pegatron, están inaugurando a
un ritmo frenético para sacar la producción de China, pero también
suenan con fuerza países en centroamérica como México.
Esta migración de inversiones hacia latinoamérica no solo interesa a
los fabricantes a nivel económico, sino que también lo hace a nivel
logístico. De ese modo se agilizaría la distribución de mercancías por
el continente americano y Europa en menor tiempo y coste, que si esos
productos deben traerse desde Asia.
China ya no es tan rentable como solía serlo
¿Por qué los principales fabricantes de
tecnología están abandonando China? Pues la respuesta corta sería porque
fabricar en China ya no supone un ahorro tan significativo como lo era
hace más de una década.
El gobierno chino lleva algunos años dando un golpe de timón para que
la economía del país cambie su rumbo y pase de ser una fábrica a un
laboratorio, cambiando el “Fabricado en China” por el “Desarrollado en
China”.
Este cambio de rumbo en la política economía que el gobierno aplica a
las grandes empresas que fabrican sus productos está relacionado con la
mejora de las condiciones laborales y económicas de sus empleados. Es
decir, que la mano de obra china ya no es tan barata, y se tienen más
obligaciones fiscales, por lo que los costes de producción ya no son tan
ventajosos.
La petición de mejoras en las
condiciones laborales de los trabajadores chinos
no es en vano. Durante años las universidades chinas han formado a la
generación de empleados mejor formados que ha dado el país, por lo que
actualmente cuentan con el capital humano y la suficiente inversión en
I+D como para aportar su propio valor añadido y posicionarse como
vanguardia con productos de desarrollo propio.
Xiaomi presenta sus nuevos auriculares
inalámbricos Xiaomi Redmi AirDots, la respuesta a los AirPods de Apple, a
un precio mucho más barato. Con Bluetooth 5.0, un peso de solo 4
gramos, y hasta 12 horas de autonomía.
Uno de los mejores ejemplos sobre este desarrollo lo encontramos en las redes 5G y Huawei,
que se ha convertido en un fabricante clave para el despliegue de las
redes 5G en todo el mundo, por mucho que le pese a Estados Unidos.
Competencia por el mercado interno chino
Con un potencial de 1.300 millones de
clientes, el mercado interno chino es uno de los principales argumentos
para que los fabricantes globales elijan China
como centro de producción. Al fin y al cabo, nada sale más barato que
fabricar a bajo coste en un país que además compra gran parte de esa
producción.
Esto, que sobre el papel pinta muy bien,
en la realidad no es tan bonito ya que estas compañías deben
enfrentarse a la feroz competencia de las propias marcas chinas, como
Huawei, Xiaomi o Oppo, que en este caso “juegan en casa” y con un
gobierno de su lado famoso por su proteccionismo.
Con unas ventas en los mercados locales por los suelos, y con la
amenaza de tormenta económica entre Estados Unidos y China en el
horizonte, a los grandes fabricantes de smartphones y otros dispositivos electrónicos
no les está quedando otra que hacer el petate y poner los pies en
polvorosa para que las represalias económicas entre ambos países no les
coja con el paso cambiado.
La larga sombra de la guerra comercial planea sobre China
La inestabilidad y las inversiones nunca han sido grandes amigas, y
la batalla entre dos titanes de la talla de Estados Unidos y China no
augura un futuro prometedor para los intereses comerciales de
fabricantes de terceros países.
El bloqueo comercial que la
administración Trump no ha hecho más que acelerar una fuga masiva de
inversiones en China por parte de las principales marcas globales, como
LG, Samsung o Apple entre muchas otras.
Uno de los principales motivos son las represalias, en forma de
aranceles especiales, que tomaría el gobierno americano con los
productos de aquellas empresas que comercian o importan componentes
procedentes del gigante asiático.
Por ello, China se ha convertido en una especie de patata caliente
que, si bien a las marcas de tecnología le apetecería seguir sosteniendo
un cierto tiempo más, hacerlo puede ser contraproducente para sus
balances dado que mantener la producción en ese país puede conllevar una
penalización en sus costes de exportación.
La llegada
del 5G no carece de polémica. Para muchos es uno de los principales
motivos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China,
pero su mejora respecto a las conexiones actuales es grande. Como
siempre, que esto sea positivo o negativo, polémico o razonable,
dependerá de cada uno.
Si bien es cierto que ambas partes han hecho gestos para suavizar la relación entre ambos países, el daño ya está hecho.
Los fabricantes, que ya no estaban muy conformes con la nueva hoja de
ruta económica del gobierno chino, han visto el riesgo que implica para
sus intereses mantener su producción en el gigante asiático, por lo que
esta guerra comercial entre Estados Unidos y China le ha puesto el último clavo al “Made in China”, que tiene los días contados.
(*) Periodista
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