lunes, 4 de noviembre de 2019

La pistola que mató a la viuda del expresidente de la CAM tenía 100 años

ALICANTE.- La pistola usada para matar a María del Carmen Martínez, viuda del expresidente de Caja Mediterráneo (CAM), es un modelo muy antiguo, centenario al datar de principios del siglo XX, de cuyo calibre apenas quedan balas en el mercado. 

Así lo ha expuesto este lunes el jefe del departamento de Balística Operativa Forense de la Comisaría General de Madrid de la Policía Nacional en la decimoquinta sesión del juicio por el crimen de la viuda de Vicente Sala, cometido con dos tiros la noche del 9 de diciembre de 2016 en el concesionario de coches de Alicante que regentaba su yerno y único acusado, Miguel López.

Este experto en balística ha explicado por videoconferencia que examinó las dos vainas de las dos balas disparadas a Martínez y que debido a que tienen un calibre de 20 milímetros, que ahora casi no se encuentran, el tirador recortó la munición de 23 a 20 milímetros para "adaptarlas". Y lo hizo, en palabras de otro especialista que ha testificado después, mediante una manipulación "burda", con la ayuda de una lima.

El jefe de Balística ha continuado que la pistola en cuestión puede corresponder a dos modelos de esa época, una FN 1903 o una Webley and Scott, que en cualquier caso no consta en los archivos policiales por haber estado implicada en ningún delito previo.

Entre otros detalles, ha apuntado que la información extraída de las vainas refleja que el cañón de la pistola estaba desgastado o descalibrado, lo cual es típico de armas antiguas con muchos disparos con el paso de los años.

Aunque en la vivienda de Miguel López se hallaron cinco armas de fuego, este lunes se ha aclarado a las seis mujeres y tres hombres que componen el jurado que ninguna de ellas coincide con el calibre de la utilizada en el crimen ya que son algo más pequeñas, concretamente de 19 milímetros.

María del Carmen Martínez falleció desangrada tras recibir dos disparos en la cabeza cuando fue a recoger un coche de su propiedad en el lavadero del concesionario que dirigía Miguel López, cuya esposa y las dos hermanas de ésta estaban enfrentadas por el control de las empresas familiares con su hermano, primogénito, y la propia víctima.

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