ALICANTE.- Si yo tuviera un bar de copas en el centro de Alicante ya estaría
pensando a dónde mudarme si el local no fuese mío y quisiese seguir
manteniendo la actividad; a quién verdérselo si el local fuese de mi
propiedad para poder plantearme el primer supuesto; o incluso si debería
dedicarme a otra cosa, se escribe hoy en El Mundo.
La sentencia que obliga al Ayuntamiento a
imponer medidas de una ZAS (Zona Acústica Saturada) en el Centro
Tradicional de Alicante no es una broma. Y se podrá recurrir para
aplazar lo inaplazable, pero al final estoy convencido de que se tendrá
que aplicar para proteger el derecho al descanso de los vecinos.
De no
hacerlo, lo actuales gobernantes de la ciudad (el PP de Luis Barcala y Cs de Mari Carmen Sánchez)
se pueden llegar a enfrentar a denuncia por prevaricación o por
desobediencia. Y no creo que estén dispuestos a llegar a ese punto para
salvar el negocio de los propietarios de los bares de copas.
De todos modos, el final de una zona de copas no es drama. Ocurre
cada cierto tiempo y sólo hay que prever dónde se abrirá la próxima
zona. Tener una alternativa que es lo que ha fallado en Alicante.
Las
zonas de copas parecen seres vivos: nacen, crecen, se reproducen y
mueren. Es así, no sé si desde el inicio de los tiempos o simplemente
desde que yo empecé a salir de copas con 15 años. En aquel entonces, en
verano, salíamos por los bajos del Club del Mar de la playa de San Juan.
Con el tiempo fuimos bajando hacia la zona de la playa, desde el Victor's o El Pazo, a medio camino, a La Escollera, el Tate Guate.
Aquello sí que era una zona acústicamente saturada, nada que ver con la
actual Castaños. A mediados de agosto era toda una hazaña circular a
pie entre bar y bar, y eso que estaban pegados.
Después, si el cuerpo
aguantaba todavía podías cerrar esos bares y terminar en el Voy-Voy, el Va Bene o Copyti,
sin viviendas alrededor. Durante el resto del año dos zonas en la
ciudad estaban igual de saturadas: el Barrio y la Zona (plaza Balmis),
por no hablar del mítico botellón del parque de Canalejas.
Aquellas
zonas, sobre todo las de San Juan -el Barrio en cambio es el más
longevo- murieron a finales de los noventa cuando se puso en marcha el
Puerto, en el muelle de Levante. Entonces corría el rumor de que se
había logrado cerrar la zona de la playa poniendo controles de
alcoholemia en la Cantera y en la avenida de Dénia para que la gente no
fuese a San Juan. Si no hubiese sido por una cosa habría sido por otra.
Las zonas de copas pasan de moda y existía alternativa.
La zona de
copas de Castaños (Centro Tradicional, al que afecta la sentencia)
surgió a mediados de la década pasada junto al fenómeno del tardeo y
ha sufrido una evolución lógica o decadencia, según se mire. Los
propietarios de los bares han hecho negocio mientras los vecinos se
quejaban.
Y los gobernantes del PP y del PSOE se han desentendido del
problema. Ahora los vecinos han ganado en los juzgados una causa por
derechos fundamentales. De nada sirven los lamentos de los propietarios
de los pubs. El tiempo corre en su contra. Que hubiesen actuado antes
buscando alternativas o que las busquen ahora.
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