ALICANTE.- El capitán del barco Stanbrook,
Archibald Dickson, anotó en su diario las terribles escenas de la
evacuación de los republicanos atrapados en el puerto de Alicante al
final de la Guerra Civil. "Es prácticamente imposible dar una
descripción adecuada del aspecto que mi barco presentaba cuando todos
los refugiados estuvieron a bordo, y lo más aproximado que puedo decir
es que parecía uno de esos vapores turísticos del río Támesis en un día
festivo, sólo que mucho peor", escribe el heroico capitán desde Orán a principios de abril de 1939.
Sus recuerdos, junto a una treintena de testimonios directos, figuran en el estupendo libro La guerra ha terminado. Alicante, 1939 encargado por la Generalitat Valenciana a la editorial Media Vaca. La publicación, presentada esta semana por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se enmarca en la celebración de Alicante 2019, capital de la memoria
organizada por el gobierno autonómico para rememorar los terribles
sucesos de marzo y abril de 1939 que precedieron la posguerra
franquista.
Begoña Lobo, coeditora de Media Vaca, señala en la casa y
sede de la editorial que comparte con Vicente Ferrer en Valencia la
frondosa biblioteca de donde han salido gran parte de los testimonios
que componen el libro, con una cuidada edición (marca de la casa).
"Una
cosa es el trabajo de los historiadores y otra la voz de los
protagonistas, que es un interés nuestro de hace muchos años", cuenta la
editora en una entrevista con eldiario.es. "El trabajo de leer libros y de investigar es fundamental", dice Ferrer a su lado.
La
obra incluye los más notables testimonios de la aciaga e inútil huida
de miles de republicanos acechados por la inminente entrada en la ciudad
de las tropas franquistas.
"Pasando de un
nombre a otro, y de un libro a otro, hemos reunido una treintena de
testimonios de informantes situados en el lado de los vencidos (es
decir, en el de los que no escriben
la historia) que son testigos directos de unos sucesos que cuentan en
primera persona, bien para denunciarlos, bien para mantenerlos vivos o
para expulsarlos definitivamente de sus recuerdos", escriben los
editores en un prólogo.
El
libro de gran formato cuenta las vivencias de los dirigentes
republicanos que partieron al exilio desde Alicante (los militares
Ignacio Hidalgo de Cisneros y Antonio Cordón, el camarada italiano
Palmiro Togliatti, La Pasionaria Dolores
Ibárruri e Irene Falcón o el ministro Julio Álvarez del Vayo, entre
otros), además de textos de periodistas como Eduardo de Guzmán y Víctor
Alba, del escritor Jorge Campos o del historiador Manuel Tuñón de Lara,
entre muchos otros.
"Resulta sorprendente comprobar cuánta gente
escribió o contó sus vivencias en Alicante en esos días de marzo y abril
de 1939", dicen los editores de La guerra ha terminado.
Afortunadamente, otros testimonios menos conocidos pero
igualmente relevantes figuran en el libro. Algunos de ellos, como el de
la joven socialista Angelita Rodríguez (Almagro, Ciudad Real, 1916 -
Alicante, 1999), resultan evocativos de ese ambiente maxaubiano de la derrota.
La mujer, junto a miles de republicanos desesperados y aterrorizados,
presenció la entrada de los fascistas italianos y de los falangistas
españoles en la ciudad. Mientras recibían los insultos de los recién
llegados, "ocurrió algo (...), se hizo un silencio sepulcral".
"Tan solo
se escuchaban los insultos... Y el silencio. Creo que el corazón de
aquellas veinticinco mil personas se paralizó", escribe.
Las fotografías del divulgador José María Azkárraga retratan los principales lugares —el puerto de Alicante, el campo de los Almendros y el de Albatera o el cuartel de Benalúa— que
presenciaron el aciago destino de los republicanos que quedaron
atrapados y que fueron conducidos a los campos de concentración, a las
cárceles o al pelotón de fusilamiento ("Estos que ves, españoles rotos,
derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados
todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo", dice uno
de los personajes de Max Aub en su novela Campo de los almendros).
Media Vaca, una muy singular editorial independiente
especializada en ilustración que ha obtenido los más importantes premios
(como el Bologna Ragazzi Award de la Feria del Libro
para Niños de la ciudad italiana, que han recibido en cuatro ocasiones
o, en España, el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial), ya había
publicado libros ilustrados de Manuel Azaña o los Crímenes ejemplares de
Max Aub.
"Rescatar lo oculto es parte del trabajo de cualquier editor,
es nuestra responsabilidad", afirma Vicente Ferrer ante una taza de té.
Los
libros de la editorial Media Vaca, un proyecto sin parangón nacido hace
más de dos décadas, conllevan una media de siete años de preparación.
En el caso de La guerra ha terminado, un encargo de
la Generalitat Valenciana, Vicente Ferrer y Begoña Lobo han recuperado
los libros sobre la Guerra Civil y el terror franquista de posguerra que
pueblan su excelente biblioteca y han contado con la ayuda de amigos y
especialistas para completar la lista.
"El trabajo de documentación es fundamental para
nosotros", apunta Ferrer. "Cuando te metes a hacer libros intervienes
desde el presente en algo que sucedió hace mucho tiempo y todos esos
libros van a estar al lado de otros que estuvieron antes. Se trata de
hacer sobrevivir los libros que valen la pena, tenemos esa
responsabilidad: dar a conocer lo mejor", apostilla el editor.
La guerra ha terminado, el último tesoro de Media Vaca, es una buena muestra de ello.
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