lunes, 6 de septiembre de 2021

"Hasta hoy se han demostrado cero casos de contagio de COVID-19 por superficie", dice en especialista español


MADRID.- El español José Luis Jiménez Palacios, doctor en Ingeniería por el MIT y catedrático en Química y Ciencias Medioambientales en la Universidad de Colorado de Estados Unidos, es uno de los investigadores más reconocidos del mundo en el campo de estudio de los aerosoles. Forma parte del grupo de expertos que escribieron a la OMS sobre la importancia de la transmisión aérea del coronavirus, una organización que al principio de la pandemia apostó por medidas relacionadas con la transmisión del SARS-CoV-2 a través de superficies. 

Ahora, él y sus compañeros de investigación han demostrado que el virus se transmite principalmente por el aire, a través de los aerosoles: "Hasta el día de hoy se han demostrado cero casos de contagio de COVID-19 por superficie", señala el experto a eldiario.es. Este tipo de propagación sucedería no solo con este patógeno, sino también con otros virus respiratorios.

¿Cuáles son las principales conclusiones de su investigación sobre la transmisión de la COVID-19 y otro tipo de virus respiratorios similares?

Estos virus respiratorios están presentes en la saliva y en el fluido respiratorio. Tienen que salir de una persona infectada y llegar hasta la otra. O bien por las mucosas, por la nariz, boca y ojos o por el sistema respiratorio, al ser inhalados. Esto puede pasar, sobre todo, de una de estas tres maneras. La primera, a través de superficies infectadas, también llamado por fómites, se da por ejemplo cuando una persona toca la mano de alguien que se ha tocado la nariz, el ojo o la boca. Luego, por otras dos maneras: gotas y aerosoles.

Las dos son pequeñas pelotas de saliva y fluidos respiratorios que salen de nosotros. Los aerosoles pueden salir al respirar, hablar, cantar, gritar, toser o estornudar. Por otro lado, las gotas son más grandes y suelen salir más bien al gritar, toser o estornudar, en exhalaciones más fuertes. Se diferencian en el comportamiento por su tamaño: las gotas son grandes, como un proyectil que es visible, vuelan por el aire e infectan si te dan dentro del ojo, la nariz o la boca. Pero si no dan a nadie, caen al suelo o a las superficies.

Lo que nos dijo la OMS al principio de la pandemia era que las gotas gruesas y las superficies eran las que estaban contagiando. Y que el contagio por aerosoles no pasaba y era desinformación. Los aerosoles son pelotas más pequeñas de saliva, con lo que ya no se comportan como proyectil y caen al suelo, sino que son como el humo del tabaco. Sale flotando en la respiración, sigue las corrientes del aire, pero luego se frena con la fricción de este. Los aerosoles infectan al respirarlos, por inhalación, sobre todo.

¿Por qué se ha subestimado este tipo de transmisión?

Por un gran prejuicio histórico. En 1910 había un investigador muy importante norteamericano, Charles Chapin, que decía que la transmisión por el aire era casi imposible, y que las enfermedades respiratorias se transmitían por gotas. Este señor tuvo demasiado éxito y lo que decía se convirtió en un dogma, todos los expertos de la OMS eran chapinistas.

Nos ha costado muchísimo porque éramos gente de fuera de ese campo y nos trataban de ignorantes y no escuchaban a los detalles ni a la investigación. Ha habido una resistencia histórica y sociológica, porque los que lo decíamos no éramos de los de dentro, de los que tenían la sartén por el mango. 

Y esto ha pasado como una cosa mundial, en la OMS, en el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC) y en los ministerios de sanidad del mundo entero, prácticamente. Se han acumulado las pruebas, ya en marzo del año pasado había suficientes pruebas, pero ha habido un año de resistencia y todavía no lo dicen claramente y no recomiendan las medidas que tendrían que recomendar. Por ejemplo, no explican claramente lo de las mascarillas, ni dicen llevar mascarillas de suficiente calidad, ni explican claramente la transmisión. 

Pero ya entrados en esta pandemia llevamos tiempo hablando de la importancia de la transmisión por aerosoles. ¿Por qué aún así se ha infravalorado?

La OMS nos decía en un inicio que [la transmisión por] los aerosoles solo pasaba en unas situaciones muy especiales, en hospitales de procedimientos de generación de aerosoles. Lo que se ha visto con la investigación es que esto es completamente erróneo, que lo importante es la transmisión por aerosoles, por el aire. Es la forma principal y, en mi opinión, la única importante según la evidencia actual, de transmisión.

¿Debemos olvidarnos de los otros tipos, de las superficies y las gotas?

Las gotas gruesas solo son importantes si alguien te tose o te estornuda en la cara, y las superficies no son importantes, hasta el día de hoy se han demostrado cero casos. Si esto fuera lo que está propagando la pandemia, no sería tan difícil de demostrar. Es posible que haya contagio de este tipo [por superficies], pero no es muy probable y no es lo que está propagando la pandemia. Tenemos que centrarnos en los aerosoles. La evidencia que tenemos es que es el importante. 

Por supuesto, no quieres que nadie te tosa en la cara, es buena idea la distancia, pero no es lo que está propagando la pandemia. Respecto al contagio por superficies hay un debate sobre si realmente no pasa en absoluto o si pasa poco pero es difícil de detectar. Hay que usar el principio de precaución, asumir que es posible y seguir lavándonos las manos, pero andar desinfectándolo todo es un desperdicio y una contaminación.

No es muy partidario de la desinfección química, de la que tanto se habló los primeros meses.

El virus está hecho de proteínas, lípidos y ácidos nucleicos, igual que nosotros. Entonces lo que le hace daño al virus, nos hace daño a nosotros. Estos compuestos químicos se transforman a partir de los contaminantes que hay en el aire interior, llamados compuestos orgánicos volátiles, que salen de nosotros, de los materiales y de los productos de limpieza. Así, se convierten en compuestos más oxidados y aerosoles químicos más tóxicos. Entonces, cosas como iones, plasmas, fotocatálisis, hidroxilos, ozono o sprays de ácido hipocloroso, dióxido de cloro, que son lejías, alcohol y todo esto, me parece que no se debería usar, y muchos de ellos me parecen una barbaridad. 

¿Cuáles son las medidas clave para mejorar la situación pandémica?

Las vacunas son muy eficaces, por lo menos con las variantes que tenemos ahora, pero hace seis meses no sabíamos de la variante delta y ahora nos está fastidiando, pues quién sabe dentro de seis meses de qué variante estaremos hablando y si habrá alguna que se salte las vacunas. La clave para que no aparezcan variantes es bajar la transmisión, porque las variantes aparecen cuando el virus se reproduce dentro de la gente, y alguna mutación tiene suerte y le confiere ventajas al virus.

Como ahora hay parte de la gente que está vacunada y parte que no, la presión de selección es para que salgan variantes que se saltan las vacunas. Igual que cuando se usan muchos herbicidas, las malas hierbas se hacen resistentes a estos productos, o las bacterias a los antibióticos. Nadie sabe si va a pasar, los virólogos lo están debatiendo mucho, pero nadie está seguro de que no, es factible. Entonces habría que reducir la transmisión lo antes posible para reducir las consecuencias sobre la salud de la gente que se infecta y para reducir la posibilidad de mutaciones.

¿Cree que este tipo de enfermedades y epidemias de virus respiratorios son puntuales o serán más frecuentes en los próximos años?

Por lo que he hablado con otros científicos, en los últimos años han aparecido virus como el SARS o el MERS. Esta es la cuarta [epidemia] y es la que se ha disparado porque las otras se pudieron controlar. Los virus nuevos van apareciendo y van pasando de los animales a los humanos, entonces esto seguirá pasando, y si la humanidad reacciona tan mal como esta vez puede que tengamos más pandemias.

Desde luego están las [enfermedades] tradicionales, la gripe es una mini pandemia de los inviernos a la que nos hemos acostumbrado, aquí en Estados Unidos se mueren decenas de miles de personas al año, y sin embargo es mucho más prevenible. Se ha visto que las medidas de la COVID-19 prevenían la gripe. Tampoco vamos a confinarnos en los inviernos, pero sí se pueden llevar mascarillas de manera selectiva en gente mayor o de riesgo, en transporte público u hospitales. Esto podría relajar mucho la transmisión. 

Ya que menciona las mascarillas, ¿cuál es su opinión sobre cómo se ha gestionado el asunto? ¿Son tan importantes como nos han dicho?

Es una medida eficaz, pero no se explica bien ni se dan buenas mascarillas. Con los costes económicos tremendos que han tenido los gobiernos con la pandemia, podrían haber regalado buenas mascarillas que filtren y sellen bien, y haber atajado la pandemia con un coste muy bajo comparado con otros costes que se han tenido. Pero se sigue sin hacer y sin explicar, aún se hace de forma confusa. También yo creo porque algunos de los responsables todavía no terminan de creer lo de los aerosoles. Siguen atascados con las gotas, entonces para un proyectil cualquier mascarilla sirve y no lo acaban de entender.

¿La mascarilla ha venido para quedarse, también después de la COVID-19?

Ha venido para quedarse como en China o en Japón: no es que la lleven siempre puesta, pero si en invierno se meten al transporte público o están contaminados, se la ponen. Un uso selectivo de la mascarilla puede ser útil en determinadas situaciones y para la gente de más riesgo. Antes la gente tenía un catarro e iba a trabajar, ahora si no hay más remedio se puede poner una mascarilla. Hay una parte de la población que no se va a querer poner la mascarilla de ninguna manera, y otra que será más racional y se la pondrá en estas situaciones. 

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