jueves, 21 de octubre de 2021

Vuelven el pase covid y la vacuna obligatoria para frenar el grave repunte de la pandemia en Rusia


MOSCÚ.- "Póngase la mascarilla, por favor. ¡Póngase la mascarilla...!", grita hasta tres veces un vigilante en una céntrica estación del metro de Moscú. Pero ni caso; el pasajero pasa sin ni siquiera girar la cabeza en una escena típica de toda la pandemia en Rusia, donde buena parte de la población no usa mascarilla en los lugares públicos o no se la pone como se debe. Las autoridades han aplicado una política de mano más que ancha y, siempre que la situación lo permitía y en pro de la economía, han evitado aplicar fuertes medidas restrictivas para contener la pandemia de coronavirus, según crónica de La Vanguardia.

Pero la situación actual no lo permite. Nunca antes se habían registrado tantos contagios diarios como este mes de octubre, los fallecidos se cuentan por un millar cada día y los hospitales empiezan a estar saturados. A pesar de haber sido el primer país del mundo en registrar una vacuna, Rusia tiene dificultades para contener la covid porque la mayoría de la población no quiere vacunarse.

El primer ministro, Mijaíl Mishustin, y la viceprimera ministra Tatiana Gólikova, responsable del dispositivo anticovid, escuchaban este martes compungidos las peligrosas cifras de la pandemia en el país. El ministro de Sanidad, Mijaíl Murashko, señaló que 1,22 millones de personas se encuentran bajo supervisión médica, 255.000 de ellos hospitalizados. Eso significa que los hospitales están casi al máximo, ya que Rusia cuenta con 274.000 camas para enfermos de coronavirus.

Las medidas adoptadas en varias regiones han sido insuficientes, dijo Anna Popova, jefa de la agencia de Salud Pública Rospotrebnadzor. Este mes de octubre la infección ha comenzado a avanzar a grandes zancadas. La semana pasada hubo un 15,5 % más de casos que una semana antes, señaló Popova.

Desde el pasado fin de semana, cada día se suman más de 30.000 nuevos casos al cómputo global. Igualmente, cada día se ha marcado un nuevo récord en cuanto a fallecidos, y el pasado fin de semana se alcanzó por primera vez la tasa de los mil muertos diarios. Este miércoles 20 de octubre se registraron 1.028.

Rusia es el quinto país del mundo en número de contagios, con más de ocho millones, por detrás de Estados Unidos, India, Brasil y Reino Unido. Más de 226.000 personas han muerto de covid en Rusia, según datos oficiales, la cifra más alta de Europa.

Moscú, que es la región más poblada, sigue siendo la más afectada, con algunos días por encima de los 6.000 infectados y más de 70 fallecidos.

También está sufriendo San Petersburgo, la segunda ciudad del país. En las últimas 24 horas registraron 3.274 nuevos casos y 62 muertes. La semana pasada el Gobierno ruso suspendió el IX Foro Cultural Internacional, que se iba a celebrar en la ciudad en noviembre, "para evitar el riesgo de propagar la infección", precisó la ministra de Cultura, Olga Liubímova.

Los principales motivos por los que Rusia está sufriendo su cuarta ola de covid son los mismos que en la tercera: la resistencia de una mayoría de población a vacunarse y una mayor incidencia de la variante delta. Los ciudadanos rusos no confían en las cuatro vacunas desarrolladas por los laboratorios locales, ni en su estrella, la Spútnik V, el primer inyectable anticovid registrado en el mundo, en agosto de 2020. Hasta este 18 de octubre sólo el 32 % de los rusos estaban completamente vacunados, dijo el lunes la comisión del control de la pandemia.

El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, reconoció parte de responsabilidad del Estado en la campaña de vacunación. "Obviamente, se debía haber hecho más para explicar la falta de alternativa a la vacunación", observó. Pero señaló que la población también tiene que poner de su parte. "Se requiere un posición más responsable de todos los ciudadanos del país", apuntó. "Cada uno de nosotros debe mostrar responsabilidad cívica hacia quienes nos rodean, responsabilidad por sus vidas y vacunarse", incidió.

Para animar a la vacunación, las autoridades han abierto incluso centros de vacunación en centros comerciales y otras instalaciones, además de los centros de salud. También han intentado animar al pinchazo organizando loterías y dando otros incentivos. Pero sólo las amenazas han dado cierto resultado.

Los vigilantes del metro no son policías. Cuando este mes llaman la atención a los pasajeros que no llevan mascarilla, la mayoría pasa de largo como si oyera llover. Aunque en teoría se arriesgan a una multa (5.000 rublos, 60 euros), confían en la experiencia, que dice que las autoridades no están por la labor de castigar a la población y que únicamente se han puesto serios cuando la situación ha sido insostenible.

El Kremlin, además, descarta aplicar un confinamiento como el de la primavera de 2020, que supuso un duro golpe a la economía del país.

La alternativa ha sido aplicar restricciones y blandir amenazas de sanciones. A finales de septiembre, cuando los casos comenzaron a aumentar, el jefe del departamento de Comercio y Servicios de Moscú, Alexéi Nemeriuk, anunció que se iban a aumentar los controles sobre el uso de mascarilla y distancia de seguridad en restauración y tiendas, así como a los centros comerciales.

Los centros comerciales cuyos clientes vayan sin tapabocas pueden ser sancionados con un millón de rublos (12.100 euros) y cierre de tres meses. Para evitar pérdidas millonarias han optado por repartir mascarillas gratis a todos sus clientes, señalizar y separar los accesos y salidas para evitar aglomeraciones y colocar cámaras para disuadir a los más reacios.

Sin resultado hasta ahora. Como en la anterior ola, en junio, sólo las medidas extremas y las amenazas de sanciones lograrán un cambio de actitud. Los moscovitas comenzaron a vacunarse como nunca antes cuando las autoridades exigieron a las empresas tener al 30 % de sus empleados inmunizados, y aquellas amenazaron con despedir a quienes no lo hicieran. 

También se introdujo el pase covid, sin el cual era imposible acceder a restaurantes y gimnasios. Por arte de magia, los centros de vacunación, vacíos por regla general, se llenaron de voluntarios-obligados dispuestos, ahora sí, a someterse al pinchazo.

Ahora vuelven a aplicarse medidas similares. Gólikova propuso el martes pedir al presidente de Rusia, Vladímir Putin, que declare una semana de vacaciones para todo el país entre el 30 de octubre y el 7 de noviembre. Aprovechando que hay un puente largo esa semana por el Día de la Unidad Popular, el 4 de noviembre, esta medida va en la línea de la política rusa contra la covid de dañar lo menos posible la economía.

El alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, ha ordenado a las empresas que pongan al 30 % de sus plantillas a trabajar desde casa durante los próximos cuatro meses. Los mayores de 60 años no vacunados y enfermos crónicos quedarán confinados en sus domicilios desde el 25 de octubre, y sólo podrán salir a hacer ejercicio. Las empresas de servicios tendrán que aplicar obligatoriamente la primera dosis de la vacuna al 80 % de su plantilla antes del 1 de diciembre.

"Soy consciente de lo tedioso e incómodo que son las actuales restricciones, pero simplemente no hay otra manera de protegerles de una enfermedad grave", explica el alcalde en su página web. Y pide: "Por favor, vacúnense. Es así como ustedes protegerán su salud y podrán mantener su habitual estilo de vida".

Las nuevas medidas anticovid de la capital se toman después de que las mayoría de las 85 regiones rusas hayan aplicado en las últimas semanas la vacunación obligatoria para quienes trabajen de cara al público y un pase covid con código QR para acceder a eventos públicos.

Además de Moscú, donde se concentra más del 20 % de los casos, también está sufriendo el repunte de la pandemia San Petersburgo. La capital del norte aplicará pase covid para eventos culturales de más de 40 personas desde el 1 de noviembre, y desde el día 15 esta medida se aplicará también a piscinas, gimnasios, teatros, cines, museos y circos. Las tiendas y restaurantes se añadirán a partir del 1 de diciembre.

Las autoridades rusas han decidido también aplicar la amenaza de las multas por no cumplir con las normas de prevención. Y han prometido sancionar a quienes no lleven puesta la mascarilla en el transporte público.

"La mascarilla protege cuando se lleva bien puesta: tapando completamente nariz y boca. Hoy en el metro casi todos los pasajeros llevan mascarilla. Pero podemos observar que, tras pasar los torniquetes, en el vagón hay quienes se la bajan a la barbilla o se la quitan", dijo Vladislav Sultánov, responsable de la organización y control del tráfico de pasajeros en Moscú.

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