lunes, 25 de octubre de 2021

Por qué algunos trabajadores de la salud prefieren perder sus trabajos antes que vacunarse


NUEVA YORK.- Carole Funk, una experimentada enfermera, está al día con todas sus vacunas y cada año se inmuniza contra la gripe, pero no se piensa poner la del Covid-19. A pesar de que reconoce que el coronavirus mata, prefirió perder el trabajo que tenía en una clínica de atención de urgencia en Virginia antes de vacunarse.

"Que me despidan no es suficiente para que supere mi temor de que los efectos secundarios o los eventos adversos de estas vacunas no se notifiquen en absoluto", dijo la mujer de 50 años al diario The Wall Street Journal.

Funk enfermera forma parte de un grupo de más de 200 trabajadores del Valley Health System de Virginia, que renunciaron o fueron despedidos luego de que la empresa pusiera como requisito obligatorio que todos los empleados estén vacunados.

Que los trabajadores del sector sanitario no solo ofrezcan resistencia, sino que protagonicen protestas en contra de la obligatoriedad de recibir la vacuna es uno de los principales retos que tiene el sistema de salud para controlar la pandemia, aseguran los epidemiólogos.

En los sistemas sanitarios de todo el mundo es visto como algo completamente normal que los empleadores exijan la vacunación contra enfermedades infecciosas como el sarampión, las paperas, la rubéola o la varicela, pero la vacuna Covid-19 no ha encajado dentro de esta normalidad.

¿Una cuestión de libertades? 

Pero no todos los que se resisten a la vacuna lo hacen por miedo a consecuencias futuras en su salud o porque creen que las autoridades no ofrecen suficiente información sobre los efectos, sino que hay una parte que se rehúsa porque siente que la orden de vacunarse vulnera sus libertades individuales.

"El hecho de que trabajes en el sector sanitario no significa que la ciencia impulse tus valores fundamentales", dijo a The Wall Street Journal Leana Wen, excomisionada de Salud de la ciudad de Baltimore. "Hay otros factores en la vida de las personas, otras creencias y fuentes de información".

La enfermera especializada Katherine Hart, de 32 años, dice que la educación conservadora que recibió en su casa enfatiza los derechos individuales y la autonomía personal, y que los mandatos de vacuna atentan contra esas libertades.

Para ella, los mensajes que promueven la vacunación son propaganda y su principal rechazo a vacunarse es el hecho de sentirse obligada a hacerlo.

"El gobierno no debería decirnos qué hacer", enfatiza.

Hart y su prometida han liderado varias protestas en contra de los mandatos de vacunas y tienen un grupo en Facebook de más de 2.400 trabajadores de la salud que se animan a “mantenerse firmes” en sus posturas.

En diciembre pasado, el 39% de la población adulta de Estados Unidos dijo que quería "esperar y ver" antes de recibir una vacuna contra el Covid-19, mientras que un 15% asegura que "definitivamente no" recibirá la vacuna.

Aunque son controversiales, las órdenes de vacunación han sido eficaces para convencer a muchos trabajadores indecisos ante la perspectiva de perder sus empleos.

Alrededor del 77% de los estadounidenses elegibles han recibido al menos una inyección de una vacuna, dijo a los periodistas la semana pasada el coordinador de respuesta de Covid-19 de la Casa Blanca, Jeff Zients.

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