Poco después del lanzamiento de las vacunas contra el SARS-CoV-2, comenzaron a surgir historias de mujeres que experimentaban cambios en sus ciclos menstruales después de recibir la inmunización.
Durante mucho tiempo, esto no atrajo demasiada atención en los medios, y muchos expertos médicos continuaron asegurando al público que las vacunas contra el coronavirus no causaban estos efectos secundarios. Tales historias permanecieron confinadas a conversaciones, foros de internet y las redes sociales.
Recibí mi primera dosis de la vacuna de BioNTech/Pfizer en verano de 2021. Aunque algunas personas me habían contado lo mal que se sintieron después de recibirla, me sentí aliviada de tener solo efectos secundarios moderados. Un mes después, recibí mi segunda dosis, y luego nos fuimos de vacaciones familiares.
Calculaba tener mi período justo al comienzo del viaje. Tuve un día de sangrado abundante, pero nada en absoluto al día siguiente. Luego, sangré por más de una semana, casi toda la duración de las vacaciones. El sangrado era muy abundante y también sentía más dolor de lo habitual. Para mí, esto no era normal.
Me asusté. Había leído sobre un efecto secundario extremadamente raro relacionado con la sangre causado por las vacunas de ARNm, la trombocitopenia inmunitaria (falta de plaquetas) y me preocupaba que esto me pudiera estar pasando a mí, con un sangrado vaginal excesivo como posible síntoma.
Me sentí ansiosa e hice algunas consultas con “Dr. Google”. Eventualmente, el sangrado cesó y el megaperíodo finalmente terminó. Y, aunque me sentía sola en mi miedo y ansiedad, ciertamente no lo estaba.
Ahora, un primer estudio de este tipo, dirigido por mujeres y revisado por pares, confirma la experiencia: las vacunas contra el coronavirus pueden afectar a los períodos.
Con un conjunto de datos de casi 4.000 mujeres, tanto vacunadas como no vacunadas, y con el uso de una aplicación de seguimiento del ciclo menstrual, los investigadores encontraron un cambio clínicamente significativo en los ciclos de las mujeres recién vacunadas, con una duración promedio de casi un día más.
Por lo general, los ciclos volvieron a la normalidad en uno o dos meses, como también fue mi caso. Esta investigación nos hizo exhalar un suspiro de alivio a mujeres como yo: lo que experimenté fue anormal, pero habitual tras la vacunación. Aun así, me quedan muchas preguntas. La más importante es: ¿por qué no se nos informó de este posible efecto secundario antes de recibir la vacuna?
Resulta que la información menstrual no se rastrea en los estudios clínicos de las vacunas contra el coronavirus. Sin mencionar que los efectos secundarios menstruales no se rastrean en la Vaers, la base de datos con sede en Estados Unidos que permite a las vacunadas ingresar los posibles efectos secundarios ellas mismas. Esto es frustrante: las mujeres merecemos ser escuchadas y todos estar informados.
La menstruación es uno de los puntos de referencia básicos en la salud de las mujeres en edad reproductiva. Sin embargo, hablar de la menstruación sigue siendo un tabú.
Una y otra vez, se ha quitado importancia o no se han escuchado los reportes que informaban sobre alteraciones en el ciclo menstrual después de recibir las vacunas. Sobre todo los defensores bien intencionados de la vacunación, que intentan contrarrestar las afirmaciones infundadas de que las vacunas podrían dañar la fertilidad.
Incluso después de que se publicara el estudio sobre la menstruación, leí titulares que restaban importancia a sus conclusiones. Por supuesto, algunas mujeres no han experimentado cambios en sus ciclos menstruales, o ninguno que hayan notado. Pero la falta de información podría tener un fuerte efecto psicológico en las mujeres que sí experimentan cambios significativos sin saber por qué.
Tal vez estaban tratando quedar embarazadas. O tal vez esperaban evitar el embarazo. Tal vez, como yo, sintieron ansiedad o miedo de no ser “regulares”. Las críticas a las vacunas se descartan por se consideradas irracionales o delirios de los teóricos de la conspiración. Sin embargo, debería ser posible discutir cualquier tema legítimo sin vergüenza ni castigo.
Sobre el trasfondo de las guerras culturales en torno a las vacunas, yo soy lo más provacunas posible. Pero mi experiencia personal me hizo replantearme mi posición. No siento que la ciencia haya fallado aquí. Siento que la gente ha fallado. En su afán por demostrar que las vacunas son seguras, los defensores de las inmunizaciones ignoraron las experiencias reales.
Como resultado de que los expertos médicos no escuchen las preocupaciones válidas, es posible que algunas mujeres hayan perdido la fe en la vacunación. Tenemos que eliminar los tabúes a la hora de hablar sobre el período menstrual. Necesitamos hacer que la salud reproductiva femenina sea más central en la educación y la atención de la salud. La sociedad y la ciencia necesitan escuchar a las mujeres.
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