Xi prometió a su homólogo ruso que la segunda potencia mundial continuaría apoyando a Moscú en materia de "soberanía y seguridad". Xi también lanzó otro guiño a Putin destacando el buen momento por el que pasan las relaciones bilaterales desde principios de año "frente a la agitación y los cambios globales".
Hacía tres meses y medio que los dos mandamases de Pekín y Moscú no cruzaban llamadas. Los dos autócratas más poderosos del mundo tienen visiones distintas sobre cómo extender su influencia. Uno parte por reescribir la regla a golpe de talonario e inversiones para hacer amigos. El otro, apuesta -y ejecuta- una expansión a golpe de tanques, misiles y balas.
Pero ambos juegan a domicilio con un autoritarismo creciente, que concentra el poder en manos de un solo líder de largo recorrido, y como visitantes son fuerzas asertivas que comparten la percepción de que Estados Unidos, su principal rival, amenaza sus intereses.
La última vez que hablaron Xi y Putin fue el 25 de febrero, mientras las tropas rusas avanzaban sobre Kiev después de bombardear el distrito de Obolon, a sólo nueve kilómetros del centro de la capital ucraniana.
No hubo un apoyo tajante del líder chino a la invasión, pero tampoco hizo ningún amago de crítica. Desde entonces, Pekín ha seguido caminando por esa ambigüedad.
En el gigante asiático definen su posición, de cara a la galería exterior, como neutral. Pero de puertas para dentro los medios controlados por el gobernante Partido Comunista Chino (PCCh) siguen la narrativa que marca el Kremlin, dado un respaldo tácito a la propaganda rusa.
La guerra en Ucrania va por su cuarto mes y desde China no han enviado armas a Rusia ni han brindado a Putin ningún tipo de apoyo militar. Pekín tampoco se ha convertido, por ahora, en el salvavidas económico de Moscú, aunque critiquen casi a diario las sanciones de Occidente.
Lo que el régimen chino tampoco ha hecho ha sido ningún movimiento para desempeñar un papel activo en la mediación con vistas a lograr un alto al fuego.
Por más presiones de Occidente para que use su influencia con su aliado Putin y deje de ponerse de perfil en el conflicto, Pekín ha hecho poco más que pedir la paz. Xi ha hablado con casi todos los actores importantes en la guerra: Putin, Biden, Macron, Scholz, Ursula von der Leyen... Pero se resiste a llamar al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
Los líderes chinos elogian a menudo la "resiliencia" de las relaciones bilaterales con Moscú y siguen apostando por la "coordinación estratégica sin límites" que Xi Jinping acordó con Putin el 4 de febrero, en la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. Aquel día, ambos prometieron profundizar la cooperación en varios frentes.
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