Pero si el reparto de escaños prima al más votado en el Congreso, en el Senado esta circunstancia es muchísimo mayor. Más de 31 millones de votos –que no personas, porque cada votante elige a tres candidatos– se han quedado en estas elecciones sin representación en la Cámara Alta, razona elDiario.es.
El sistema de elección en el Senado tiene su propia particularidad y beneficia al partido que recibe más apoyo en cada circunscripción y, en menor medida, al segundo. En total, en unas elecciones generales, se eligen a 208 senadores.
A cada provincia le corresponden cuatro, a excepción de las provincias insulares (Gran Canaria, Mallorca y Tenerife a los que le corresponden tres a cada una e Ibiza, Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma a las que le corresponden uno a cada una). En el caso de Ceuta y Melilla eligen cada una de ellas dos senadores.
Con esto, el partido más votado en una provincia se lleva tres senadores y el segundo más votado consigue uno (salvo en situaciones de empate donde puede haber 2-2). El PP fue la formación más votada en la mayoría de los territorios y este sistema de reparto explica la mayoría absoluta que obtuvo este 23J con 120 senadores de los 208 que se elegían este domingo.
Al conjunto de escaños obtenidos hay que sumar otros 57 senadores por designación autonómica que eligen los parlamentos regionales, de los que 23 pertenecen al PP.
Con esta forma de elección que prima al partido más votado en el Senado que se lleva directamente tres senadores de la provincia frente a uno del segundo y ninguno del resto, el PSOE es el partido que ha cosechado más votos improductivos en el Senado en esta ocasión: 9,97 millones.
Tres veces más de los votos perdidos del PP (3,6 millones), que ha logrado la mayoría absoluta de la cámara alta con 120 senadores y ha perdido solo el 15,7% de los apoyos que recibió.
Pero esta cuenta es engañosa. El PSOE al menos ha conseguido 72 senadores y de todos los votos que obtuvo, se quedan sin representación el 46,3%. Los partidos más castigados por el sistema electoral español tampoco han sido los nacionalistas vascos y catalanes, que sí tendrán representación en el Senado y apenas tienen votos improductivos.
Quienes peor lo pasan en el Senado con el sistema electoral español son el segundo y el tercero: Vox y Sumar, que pierden el 100% de los votos que recibieron para el Senado el 23J. La extrema derecha ha logrado 7,1 millones de votos y ni un solo senador. Y en el caso de Sumar, con 7,37 millones de votos tampoco obtienen representación.
Solo consiguen escaño en otra lista compartida, la que pactó con el PSOE para la circunscripción de Ibiza-Formentera. Según el acuerdo, los tres primeros años serán para un candidato independiente de Ibiza que en el pasado ha ocupado cargos con Podemos y, el cuarto, para otra candidata independiente, pero en este caso de Formentera.
No es la primera vez que sucede esta situación. Unidas Podemos no logró representación en el Senado en ninguna de las dos elecciones de 2019. Y en 2016 –el mejor resultado electoral histórico de cualquier partido a la izquierda del PSOE– solo lograron 13 escaños en el Senado.
Aquel año, el PSOE bajó hasta 43, y el gran beneficiado de la competición en la izquierda fue el PP, que logró la mayoría absoluta con 130 escaños –el total son 208–. Desde aquellas elecciones, todos los votos en el Senado de Unidas Podemos y de Sumar han conseguido, injustamente, apoyar indirectamente el dominio en esta cámara del PP.
Lo mismo ocurre con la división en la izquierda. La última mayoría absoluta del PSOE en el Senado fue en abril de 2019. ¿La razón? Que en aquellas elecciones los votantes conservadores en el Senado votaron al PP, pero también a Ciudadanos y a Vox.
Algunos ciudadanos ya conocen estas duras reglas y obran en consecuencia. De hecho, es bastante habitual el voto dual: que votantes de otros partidos nacionales agrupen su voto alrededor del PP y del PSOE para evitar que el beneficiado indirecto sea justamente el partido más opuesto a sus preferencias.
Aunque las listas son desbloqueadas y abiertas, es decir, cada votante puede escoger a qué candidato como senador quiere y puede decantarse por los representantes de diferentes fuerzas políticas, en la práctica acaba funcionado como un sistema mayoritario porque se suele votar al bloque de un partido y no a los candidatos.
Por provincias, las que se encuentran en Catalunya, País Vasco y Navarra son las que más votos han quedado sin representación dado que en estos tres lugares se presentan otros partidos regionalistas además de los cuatro principales partidos que suelen recibir bastantes apoyos.
La mayoría del PP en el Senado le permitirá, entre otras cosas, presidir la institución y conseguir también un gran poder en el reparto de la Mesa de la Cámara. La importancia política del resultado en la Cámara Alta ha sido sin embargo siempre relativa. No interviene en la elección del presidente del Gobierno y no es decisivo en la elaboración de las leyes: sus enmiendas y reformas pueden ser tumbadas por el Congreso, que tiene la última palabra.
Sin embargo, detentar la mayoría en el Senado puede convertirse en una herramienta de oposición del PP si Pedro Sánchez logra formar gobierno. El propio Feijóo ha destacado que, en el momento de su intervención en el balcón de Génova, era ya una mayoría absoluta casi segura en el Senado.
El Senado es decisivo para aprobar el techo de gasto, que puede vetar y obligar al Gobierno a presentar de nuevo, y especialmente para aprobar la aplicación del 155 de la Constitución, como ocurrió con Catalunya en 2017. El Gobierno debe presentar un proyecto a la Cámara Alta para que lo debata y apruebe por mayoría absoluta, o no podrá tomar medidas al amparo de ese artículo constitucional.
Además, el Senado elige un tercio de los magistrados, cuatro en total, por mayoría de tres quintos, diez de los veinte vocales del Poder Judicial, al defensor del Pueblo, el Tribunal de Cuentas y cuatro de los diez miembros del Consejo de Administración de la Corporación RTVE, entre otros
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