domingo, 19 de mayo de 2024

Sonia Castedo: «Los medios me sentenciaron y la gente aceptó la condena»


ALICANTE.- Sonia Castedo (Ribadeo, Lugo, 1970) fue alcaldesa de Alicante desde 2008 hasta 2014. El 23 de diciembre de aquel año, día de su cumpleaños, decidió dimitir tras su imputación en el caso Brugal, en el que se le acusaba de amañar el Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad en favor del empresario Enrique Ortiz. 

Castedo pasó de ser prácticamente una desconocida a abrir telediarios nacionales con sus conversaciones privadas y, a pesar de haber obtenido 18 de 29 concejales en las elecciones municipales de 2011, fue repudiada por toda la oposición de izquierdas e incluso por su formación política, el Partido Popular, con quien mantuvo un pulso hasta su renuncia.

El lunes, tras 16 años de investigación, el Tribunal Supremo absuelve definitivamente a la exalcaldesa y a su predecesor, Luis Díaz Alperi, que engrosan la lista de más de 200 cargos de su partido absueltos tras ver truncada su carrera política en la Comunidad Valenciana. 

Este miércoles, en una de las calles más emblemáticas durante su mandato, la conocida popularmente como «calle de las setas», Castedo ha decidido hablar en primicia con El Debate.

¿Se esperaba la absolución?

–Sí, totalmente, claro. Cuando no hay, no se puede sacar y yo sé lo que hay. Sé que la gente puede pensar, opinar, juzgar y puede condenar, pero quien realmente sabía que no había nada, lógicamente, era yo. Sí, me esperaba totalmente este fallo.

Se le acusaba de los delitos de cohecho, tráfico de influencias y revelación de información privilegiada y ha quedado absuelta de todos ellos. ¿Cree que es inocente ante la opinión pública?

–No, eso es muy complicado porque yo no he vivido un juicio mediático, yo he vivido una condena mediática desde el principio. Si soy sincera, lo que opine la gente en este momento me da exactamente igual. Hace mucho tiempo que a mí deja de importarme la opinión de la gente por una razón: me di cuenta de que la gente no tenía muchas veces su opinión, sino que se hacían eco de lo que los medios de comunicación en este caso dicen. Pero, en lo que a mí respecta, lo que hicieron fue sentenciar desde el minuto cero y la gente aceptó esa condena.

Durante estos años sus conversaciones privadas han abierto telediarios nacionales y han ocupado horas de tertulias. ¿Qué ha sido lo más duro para usted?

–Hombre, es muy duro leer conversaciones tuyas, privadas, públicamente, las mías y las de cualquiera. Siempre me decían que éticamente las conversaciones dejaban mucho que desear. Perfecto, lo compro, lo acepto. Cualquier conversación privada, seguramente, si se hace pública, dejaría mucho que desear éticamente. Primero, por el vocabulario que utilizas cuando te estás expresando, creyendo que es privado. Pero a mí no se me juzgaba por mi ética, se me juzgaba por delitos penales. Y si de lo que tenemos que hablar es de ética, vamos a poner sobre la mesa la ética de todos. La cosa hubiera cambiado bastante.

Ha habido otros casos de investigaciones judiciales a políticos en los que, según la afinidad política del medio, han defendido o no a las personas investigadas. En su caso, no tuvo el respaldo de periodistas o de medios de centroderecha. ¿Cómo se sintió?
 
–Pues el sentimiento que tienes es de impotencia. ¿Pero de verdad, ni un solo periodista es capaz de investigar si es o no cierto lo que se está diciendo? Ese es tu trabajo como periodista. Investiga y después con lo que tú tengas en esa investigación, entonces opina. Me sentí tan impotente... Estaba escuchando a medios hablar de mi caso y no tenían ni puñetera idea de lo que estaban hablando. Se quedaban con cuatro cosas de las conversaciones que eran muy vendibles mediáticamente. A ver, es que a mí se me estaba juzgando por delitos penales gravísimos y nadie se preocupó en ningún momento. Ni un solo periodista se preocupó de saber qué había de cierto o qué no había de cierto.
 
¿Cuál fue la reacción del PP cuando se le imputó?

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