domingo, 1 de abril de 2007

Declaración por la Libertad de Expresión Digital


A todo ciudadano, a todo blogger:

Es más que evidente la importancia que en los últimos años ha ido cobrando la Red como lugar donde se democratiza la información, donde todo ciudadano, como en la antigua polis, podrá posicionarse, hablar y comunicarse con los demás.

Como casi siempre ocurre, el mercado fue el primer agente en rentabilizar las enormes ventajas que aportaba la Red, pero ha llegado ya el momento de la política, la política realizada desde la sociedad civil, es decir, la que sirve de canal de acceso del ciudadano al Estado.

Aunque el concepto de democracia representativa seguirá vigente, se podrán extraer ciertas ventajas de la democracia directa para hacer a la primera más participativa y sobre todo, realmente representativa. En la Sociedad de la Información, a través de la Red, el ciudadano va a recuperar una parte de su libertad política secuestrada por las élites.

Pero este potencial de libertad política está expuesto a un serio peligro. Porque es también evidente que el poder ha detectado la tremenda importancia que ha adquirido y adquirirá la Red como fuente de información y de interrelación y, por lo tanto, procurará mitigar su influencia.

La libertad de conciencia y de expresión, pilares de la libertad individual, nuestro valor supremo, están más amenazados que nunca. Esto es especialmente preocupante en España, donde se produce una concentración del espacio informativo, ante la pasividad o impotencia del ciudadano, y donde se intenta, desde el poder, cerrar medios de comunicación por manifestar sus propias opiniones.

Determinadas propuestas de legislación (Ley de Servicios de la Sociedad de la Información, Estatuto del Periodista, Ley de Propiedad Intelectual o la Directiva Europea sobre Retención de Datos en las Comunicaciones Electrónicas), fomentan el intervencionismo en el ámbito digital, amenazando la existencia de los bloggers y los medios independientes, con el pretexto de regular el comercio electrónico, proteger los derechos de autor o garantizar nuestra seguridad.

A día de hoy, todavía nadie controla la Red, máximo exponente de un orden social espontáneo, pero se están haciendo serios intentos, y los abusos a los que el individuo va a estar sometido, como la pretensión de dejarle fuera de los circuitos de opinión o de controlarle desde el poder, se harán cada vez más evidentes a medida en que la Red vaya cobrando importancia.

Así, el poder intentará:

1. Designar arbitrariamente qué personas tendrán acceso a la información pública.
2. Controlar los canales de la Red, investigando nuestras relaciones privadas y profesionales.
3. Fiscalizar la Red, exigiendo la identificación pública en Internet.
4. Dificultar la creación de sitios web, burocratizando su mantenimiento.
5. Someter Internet a un régimen legal más estricto que el que hay fuera de la misma Red. Lo que sea legal fuera de Internet que lo sea dentro.
6. Imponer criterios políticos para la concesión de autorizaciones o licencias para los nuevos medios de comunicación digitales, incluidos la radio y la televisión.

De tal forma entendemos que, con el propósito de contribuir a mantener la libertad de expresión en el amplio mundo digital, es necesario unirnos y:

1. Denunciar conjuntamente cualquier abuso contra nuestra libertad de expresión y conciencia, que afecte al libre acceso a la información pública, al control no judicial de nuestras relaciones privadas y a la absoluta libre concurrencia del espacio digital.
2. Comprometermos a reflejar esta declaración en nuestros blogs, y difundirla para crear una red que actúe ante cualquier violación de los principios que defiende.

1 comentario:

  1. Según se desprende de la actitud de don Fernando Moraleda, secretario de Estado de Comunicación, usted que lee esto, querido internauta, se encuentra en Matrix. Navega por un mundo virtual, algo fruto exclusivamente de su imaginación. Los medios informativos en Internet no existen. Los confidenciales tampoco. Está usted en la nada.

    Esto es lo que parece querer transmitir el Gobierno, al lanzar la última edición de la Agenda de la Comunicación 2007, el vademécum que distribuye el departamento de Moraleda –con el dinero de todos los españoles- entre instituciones públicas y medios de comunicación con los datos esenciales de las principales organizaciones, diarios, radios, televisiones y periodistas españoles y extranjeros.

    Pues por tercer año consecutivo, desde que José Luis Rodríguez Zapatero llegara a La Moncloa, los medios digitales se caen de la agenda. No existen. Out. Apagón total. Y cada año, una nueva polémica. Críticas, indignación, enfados y declaraciones encendidas. El presidente de la Asociación de la Prensa, Fernando González Urbaneja, se posicionó en su día con claridad: “Se debería incluir a todos los medios que acrediten una actividad periodística sostenida”.

    Pues nada. ¿Cuál puede ser la causa de esta cerrazón? ¿Por qué este empecinamiento en obviar a los medios de Internet?

    A mi juicio se trata de una decisión meditada, consciente y plenamente coherente con una forma muy concreta de entender el poder. La prensa en Internet ha logrado superar la prueba y se ha acreditado como una plataforma con peso específico propio. Los inicios no han sido fáciles, pero nadie con sentido común discute hoy el relevante papel que juega en España la información en la red. La audiencia crece, la publicidad ha descubierto un nuevo filón de clientes, y los españoles consultan regularmente páginas webs que adelantan muchas noticias que otros no pueden o no quieren contar.

    Sin embargo, ¿qué pasa en La Moncloa? ¿No tienen allí esa misma percepción? Claro que sí. Allí también se percibe el empuje de Internet. Pero es ahí donde la maniobra de María Teresa Fernández de la Vega y Fernando Moraleda cobra todo su sentido. La prensa en Internet a quién más molesta es al poder, como sucede habitualmente. Ése es su principal papel: el análisis y la crítica constante a los que mandan. Sea quien sea el que ocupe la poltrona, allí estarán los medios para hablar de ellos, mostrar sus virtudes y poner en evidencia fallos y carencias.

    Y me permito añadir que ahí especialmente es donde trabajan los medios confidenciales, al menos quienes no tienen ningún inconveniente en admitir que lo son. El manejo de información reservada, sensible, relevante y clarificadora sobre lo que está pasando, y sobre el trasfondo que subyace tras las grandes decisiones que se están tomando en el país, resulta especialmente incómodo para quien detenta el poder.

    Pues bien. Quien dirige los destinos del país ha entendido que, para minimizar los daños, tiene una baza que jugar: obviar todo lo posible a estas nuevas plataformas. A todos los niveles. Esto es:

    -- No hay publicidad institucional –aquella que pagan todos los españoles- para los medios en Internet. Y mucho menos para los confidenciales.

    -- No hay acreditaciones oficiales con carácter estable por parte de las principales instituciones del Estado. Así sucede con las ruedas de prensa posteriores a los consejos de ministros, con el acceso al Congreso de los Diputados, al Senado…

    -- Apenas se invita a los periodistas de Internet a los actos reservados donde si acude la prensa tradicional, viajes de mandatarios o reuniones de alto nivel.

    -- Y no existen para el Secretario de Estado de Comunicación, ni para el principal vademécum de medios que éste elabora.

    Sin embargo, aquí también hay que recordar que la realidad es tozuda: la audiencia empieza a contarse por cientos de miles –si no millones- y el grado de influencia de estos medios se percibe pese al ‘apagón’ gubernamental. Son fuente de inspiración para los políticos, inspiración de comentaristas que llenan tertulias televisivas y radiofónicas con sus exclusivas, y reducto donde se facilitan claves imprescindibles para entender lo que está pasando. Especialmente los confidenciales.
    Por eso este confidencial no existe para el Gobierno. A pesar de ello, como tenemos fuerza y ánimo; como los anunciantes y los lectores siguen mostrándonos su apoyo, acudiremos cada día puntualmente a nuestra cita. Y si tampoco nos encuentran en la Agenda de la Comunicación 2008 de Moraleda (o del que venga), búsquenos en la web de Páginas Amarillas.

    Javier Fumero. Director de El Confidencial Digital

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