domingo, 10 de junio de 2007

El Mediterráneo pierde 250.000 millones de toneladas de agua de invierno a verano


ALICANTE.- Científicos de la Universidad de Alicante (UA) han descubierto que la cantidad de agua que existe en el mar Mediterráneo varía cíclicamente entre el verano y el invierno, y han cuantificado que en julio hay 250.000 millones de toneladas menos que en pleno invierno.

Los matemáticos de la UA José Manuel Ferrándiz, Isabel Vigo y David García explicaron que el peso del agua del Mediterráneo es de unos 4.000 billones de toneladas y que la citada pérdida entre enero y julio se explica por los procesos de evaporación y los menores aportes procedentes de las lluvias y de los ríos.

Los tres científicos forman parte del Laboratorio de Geodesia Espacial de la UA y han logrado por primera vez "vigilar el peso" del Mediterráneo gracias al acuerdo de cooperación que, desde 2000, mantienen con la agencia espacial estadounidense NASA para la realización de estudios relacionados con el cambio climático.

El convenio faculta al Laboratorio de Alicante a acceder a datos de los satélites relativos a geodesia espacial, ciencia que se ocupa de los "posicionamientos globales", es decir, de la forma, tamaño y variaciones del campo gravitatorio y magnético de la Tierra.

Concretamente, la cuantificación del peso del "Mare Nostrum" ha sido posible a partir de la puesta en servicio del satélite GRACE, lanzado a la órbita terrestre por la NASA en 2002 y que comenzó a servir datos dos años después.

Entre sus objetivos, los expertos de la UA pretenden determinar la incidencia del aumento global de temperatura y de los deshielos en el Mediterráneo aunque para conocerlo con precisión necesitarán contar con resultados de más años.

El conocimiento del peso del agua contenida entre el Estrecho de Gibraltar y los países ribereños de Oriente Próximo constituye una medida más objetiva que la observación del nivel del mar para averiguar si el Mediterráneo gana o pierde recurso líquido como consecuencia del cambio climático.

Según los expertos, esto se puede ver fácilmente en el hecho de que, pese a que hay 250.000 millones de toneladas menos en verano, paradójicamente el nivel del agua en el periodo estival es unos veinte centímetros superior con respecto a los meses de invierno.

Esta circunstancia se produce porque el agua se dilata por el aumento de la temperatura en verano y ocupa más volumen, aunque pesa menos.

Ferrándiz, catedrático de Matemática Aplicada y Premio Descartes de la Unión Europea en 2003, explicó que pesar el agua es la solución para determinar el efecto del deshielo en la subida del nivel del mar.

El estudio de las variaciones interanuales a lo largo de las próximas décadas, partiendo de los actuales 4.000 billones de toneladas, determinará en un futuro si el Mediterráneo gana o pierde recursos por efecto del cambio climático.

Este estudio de los científicos de la Universidad de Alicante sobre la masa está relacionado con otros que el Laboratorio de Geodesia Espacial realiza desde hace años.

Isabel Vigo (León, 1972) es el único investigador español elegido para dirigir el medio centenar de proyectos científicos que desarrolla la NASA y la Agencia Espacial Francesa (CNES) en la misión "Ocean Surface Topography", en materia de investigación en geodesia espacial.

Esas investigaciones permitieron desvelar que desde 1993, la temperatura en superficie del Mediterráneo ha aumentado a razón de 0,075 grados centígrados anuales.

Este dato es "significativo", según los expertos, debido a que se ha duplicado en la última década con respecto a la de 1980 y porque es cinco veces superior al calentamiento que registran, por término medio, el conjunto de los océanos del mundo (0,015 grados al año).

Además, el grupo que forman Ferrándiz, Vigo y García también ha comprobado que el nivel en alta mar del Mediterráneo ha aumentado dos centímetros en la última década, aunque esto no suponga, necesariamente, una mayor cantidad de agua.

A partir de estos nuevos datos sobre el Mediterráneo, considerado para los científicos un "pequeño laboratorio en el que los datos cuadran", se pretende extrapolar estos conocimientos a los océanos para ahondar en el estudio del impacto de los deshielos a la Antártida y Groenlandia.- (EFE)

(En la fotografía, la costa norte de Alicante, entre los cabos de San Martín y de San Antonio)

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