domingo, 1 de julio de 2007

Los hijos de Rato / Curri Valenzuela


Si fuera mujer, todo el país estaría poniéndola verde. Como es hombre, no le comprenden. Ser director gerente del Fondo Monetario Internacional y dimitir explicando que lo hace "por razones personales" relativas a que quiere vivir cerca de sus hijos es un lujo que puede permitirse Rodrigo Rato y pocos más dispuestos, como él, a correr el riesgo de ser incomprendidos por buena parte de sus conciudadanos. Sobre todo, los hombres.

Rato, que está separado y siempre ha sido un padrazo, tiene 58 años, tres hijos entre los 10 y los 18 que se han turnado para vivir con él en Washington en temporadas largas y una agenda complicada que le lleva a viajar constantemente por el mundo. Poca gente sabe que en los tres años que lleva al frente del FMI ha venido a España prácticamente un fin de semana sí y uno no a base de pasar más horas en los aviones que con sus chavales. Las reformas que quería acometer en el Fondo ya están en marcha y los objetivos que se había marcado para su mandato, cumplidos. Ninguno de sus tres predecesores en el cargo duró tanto en ese sillón como él. Le han hecho un par de ofertas para trabajar en Madrid y desea vivir tranquilo con los suyos. Eso es por lo que ha decidido dimitir.

Como este país está plagado de altos ejecutivos, oficinistas de oficios varios y hombres, en fin, de toda condición que procuran alargar su jornada laboral o sus partidas en el bar para no volver a sus casas hasta que los niños están bañados y en la cama, lo de Rato no se entiende. Y como hay que buscarle alguna explicación, están surgiendo de todo tipo y para todos los gustos: o viene a moverle la silla a Rajoy, o para estar preparado por si el PP necesita un cambio de líder para las próximas generales. O para acudir con él en las listas y así asegurarse que su partido vence a Zapatero. O para casarse, como si en Washington se hubiera prohibido contraer matrimonio a sus habitantes.

Lo más ruin que se ha dicho estos días de Rato salió de la boca de la vicepresidenta de la Vega, que le acusó de haber dejado vacante un puesto de español importante en el mundo. ¡Como si Zapatero le hubiera ayudado a conseguir ese cargo! Se ve que tan poco en Moncloa entienden a lo que viene y, sobre todo, temen lo que pudiera ocurrir si los otros rumores se hicieran realidad. Solo las madres con hijos en edades como los de Rato comprenden muy bien que no hay trabajo lo suficientemente importante como para aguantar, día tras día, las llamadas intempestivas de un chaval que pide ayuda para hacer los deberes mientras una se encuentra reunido en Shangai. Ellas y, por supuesto, los hijos de Rato saben bien porque este ha empezado a hacer las maletas para poder vivir en Madrid.

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