martes, 3 de julio de 2007

Sólo quedan 10 kilómetros de costa virgen en la provincia de Alicante


ALICANTE.- Pocas provincias de la península ofrecen un muestrario de playas tan variado como Alicante, sin embargo, de ese crisol han desaparecido ya casi por completo los reductos de litoral virgen. La presión urbanística apenas ha dejado indemne 10 de los 274 kilómetros lineales de costa que tiene la provincia.

Aun así, afronta el verano con buena nota en el servicio y la calidad de sus aguas y mantiene, con mínimas variaciones, las banderas azules que distinguen la excelencia de sus playas durante los últimos años. De hecho, más de la mitad de los 107 distintivos que se han concedido a la Comunitat este año han recaído en la provincia, que suma 55, aunque 10 de ellas corresponden a puertos y el resto a playas.

Cabe destacar las nuevas adjudicaciones de las playas de Varadero (La Vila), Moncaio (Guardamar) y Platja del Conde (Pilar de la Horadada) que por primera vez han obtenido la bandera azul, a las que hay que sumar las playas de Bon Nou, en la Vila, y la playa de Llevant, en Santa Pola, que este año han recuperado el galardón tras mejorar sus servicios. La cruz está en Torrevieja, que ha perdido sus tres banderas azules, y en Dénia, donde las playas de Bovetes, Les Marines y la Marineta Cassiana también se han quedado sin distintivo.

La oferta, pese al acoso del ladrillo, es aún muy extensa y atractiva e incluye desde amplios arenales –Playa de San Juan y Muchavista (El Campello) es el más famoso con sus cinco kilómetros de extensión– hasta increíbles calas rocosas para el buceo, pasando por dunas, playas de cantos rodados y acantilados a los que sólo es posible acceder mediante pequeñas embarcaciones.

El paisaje árido de las playas del sur ofrece todavía rincones de gran belleza, aunque por su singularidad tal vez destaquen entre todas las dunas pobladas de pinos de Guardamar y La Marina, que flanquean la desembocadura del río Segura, y las de Arenales del Sol.

Esa aridez va desapareciendo al entrar en la Marina Baixa, donde el terreno comienza a plegarse y empiezan a aparecer los primeros acantilados. Desde La Vila se divisan las sierras de Aitana y el pico más alto de la provincia, el Puig Campana. Entre este municipio y el bullicioso Benidorm se conserva un pequeño reducto que se resiste a las embestidas del cemento, aunque a duras penas. Se trata del Racó del Conill, una pequeña cala que pese a perder su condición de recóndita con la construcción de una carretera al menos mantiene a raya las construcciones en su entorno.

Aunque la calidad de las aguas baja considerablemente en verano, la visita a esta cala y la subida a la torre vigía desde la que ya se contempla el mar de rascacielos de Benidorm merece la pena. Su cercanía a la Ciudad de la Luz de Alicante ha llevado incluso recientemente a que se hayan rodado exteriores de producciones cinematográficas como Astérix y Obélix.

El entorno de la reserva marina del Cabo de San Antonio, en Xàbia, y una pequeña parte de los acantilados de la Marina Alta completan los últimos reductos que, por ahora, se libran del urbanismo depredador.
(En la fotografía, Cala Mosca, en la poca costa virgen oriolana)
www.lasprovincias.es

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